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Cicloturismo: Risoul, en el corazón de los colosos alpinos

Cuando la gente piensa en los Alpes quizá no repara en esta ascensión a la estación de esquí de Risoul, en las proximidades de la localidad de Guillestre y lindando con los límites del Parque Natural de Queyras, una auténtica maravilla para los ojos. Las subidas a estas mini ciudades no suelen ser muy atractivas y con esa falta de expectativa tomamos la carretera que nos conducirá a Risoul tras 13 kilómetros de ascensión en una pendiente media que ronda el 7%. No son números que asusten, ni muchísimo menos, ya que además no contiene ninguna zona más exigente que otra. Es precisamente esa constancia en la subida donde estriba la dificultad, ya que por contra tampoco hay descanso alguno.

Altimetría de Risoul © Cyclingcols

Sí que los tres primeros kilómetros ofrecen unas medias algo más bajas, con algún tramo al 5% que nos ayudará a calentar las piernas. Pero desde el momento en el que cruzamos el diez a cima, la pendiente se eleva hasta el 7-8% hasta que llegamos a los más de 1850 metros de altitud. La carretera estará en perfecto estado en todo momento, con un ancho bastante razonable para ser adelantados y poco a poco vamos observando que nos elevamos sobre el valle en el que hemos arrancado. Conforme vamos ganando esa altura, el paisaje comienza a cobrar sentido. Hay algunas herraduras que nos van a distraer y ayudar a subir con referencias más cortas.

Al ser una subida abierta a tramos, podría entrar algo de viento. Pero no debe ser un problema, ya que enseguida encontramos protección. Las vistas sobre los picos vecinos van ampliándose y las perspectivas del valle nos van regalando instantáneas reseñables. No es Risoul tan feo como parecía, aunque no estemos hablando de uno de los tops a la hora de belleza. Poco a poco las rampas constantes nos van machacando las piernas, pero encontramos un nuevo aliciente.

Las curvas estarán marcadas con el nombre de los ganadores en la cima, ya sea en el Giro de Italia como en el Tour de Francia (en ambos casos fue Vincenzo Nibali el triunfador) y en la Dauphiné. También encontramos marcas a lo largo de la carretera con el nombre de la ascensión, para que nadie se despiste y sepa dónde está. Así las fotos visten más. Encontramos un curioso monumento al ciclismo y al esquí, los dos deportes mayoritarios en este entorno.

Llegamos arriba con la sensación de haber coronado un puerto que esconde más encantos de los que parecían. No es el puerto más duro, tampoco el más bonito ni siquiera el más asequible. Es ese tipo de montaña que si estás bien de forma disfrutas y sino te hace sufrir hasta la extenuación. Buenos bosques nos acompañan, si bien comienza a despejar conforme nos vamos acercando a la cota 1800, cerca de la cima.

En la zona tenemos auténticos monstruos y es por ello por lo que merece la pena unir el nombre de Risoul a la lista. Guillestre, donde arrancamos, es un cruce de caminos impresionante para el usuario de la bicicleta, con un enlazado de libro como es el Col de Vars. También cogen a distancia asumible los Cols de Agnel (Agnello en italiano) o Izoard, ambos también muy recomendables. También otra ascensión como Les Orres… un sinfín de montañas. Uno de los más curiosos es el Col de Parpaillon, más para ruedas gordas que finas y que es un auténtico coloso. Unos 2800 metros de altitud y un túnel en su cima de los que imponen respeto.

Risoul, mientras tanto, quizá no merezca una visita en exclusiva, pero si nos dirigimos a la zona para ascender alguno de estos otros monstruos, no está de más dejarse caer por aquí.

Reportaje completo con más fotos y descripción completa en 1001puertos.com

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: 1001puertos.com

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