Madrid ofrece multitud de montañas menos conocidas que las clásicas que están en boca de todos: Navacerrada, Morcuera, Navafría, Canencia y Cotos. Abantos es el límite de una sierra, la de Guadarrama, que alcanza también, como es lógico, las provincias limítrofes como Segovia, Ávila y en parte Guadalajara. Estos son puertos con cierta enjundia, altitud y longitud. No será así con la ruta que en esta ocasión nos va a visitar. La Ruta Imperial es el camino histórico que tenía como destino el Monasterio de El Escorial. Un monumento herreriano de gran relevancia en la Comunidad de Madrid y que Felipe II, allá por el siglo XVI, visitaba con asiduidad.
En torno al Real Sitio y a la preciosa localidad de San Lorenzo del Escorial, sita en las faldas del Pico Abantos y sus inmensos pinares, se desarrolla esta ruta, que admite múltiples variantes. Varios puertos a escalar, ninguno con entidad para hacernos sufrir por sí solo. Es sólo la concatenación de todos ellos la que nos penalizará en caso de no estar muy bien de forma. Solo una mirada prudente al perfil previa a la salida nos hará darnos cuenta de la dureza del itinerario. Y es que este es un continuo diente de sierra.
El Puerto de la Cruz Verde es un auténtico punto de referencia en la Comunidad de Madrid. Ciclistas y moteros tienen como referencia su cima, coronada por una gran rotonda que da servicio a cuatro variantes del puerto que nos harán coincidir con más locos de las dos ruedas, sean a motor o a pedales. No esconde esta subida una gran dureza. Por el lado de El Escorial sí tiene rampas durillas, en torno al 9/10%, sin llegar a ser excesivas, y un constante curveo en herradura que le da mucha espectacularidad. Por su cara más amable, la que procede de Robledo de Chavela, es la que más kilómetros acumula. Sin grandes porcentajes, una subida muy pestosa. En cambio, por Zarzalejo, encontraremos la de mayor entidad. Algún kilómetro ciertamente duro a la entrada del pueblo y un trazado precioso que va ganando altura para acercarnos a un llano que conduce a la cima de La Cruz Verde. Aunque arreglada, la carretera da para jugar también en el descenso.
La cuarta vertiente no es en bajada, sino en subida, hacia el puerto de la Paradilla. En cómputo global podríamos considerar esta subida de segunda categoría, con cierta continuidad y dureza que sin ser extrema, sí va apuntalando las piernas. Aquí tenemos varias opciones para continuar y regresar por la ruta no elegida de ida. La variante del puerto de Robledondo nos adentra en las proximidades del Alto de Abantos en el camino a Peguerinos. Hoyo de la Guija es una subida interesante por ese lado, como también lo es Santa María de la Alameda, tomando el desvío ya en el descenso hacia el río Cofio. Una zona repleta de repechos y pequeñas subidas que sólo harán sufrir por lo explosivo de los mismos.
Todos estos puertos son encadenables con algunos otros como La Lancha, Arrebatacapas, Mediano y demás cimas abulenses que giran en torno a Hoyo de Pinares. Aunque hay que estar bien preparados para ello. Los puertos que no se elijan a la ida, tendrán que ser ascendidos en la vuelta si no queremos repetir carretera para regresar. Por tanto, la dureza está asegurada. Si queremos añadir el apéndice de Abantos en sus múltiples escaladas, los desniveles se pueden disparar hasta configurar una ruta hermosa, pero durísima.
Los accesos a San Lorenzo del Escorial son fáciles en tanto en cuanto por carretera siempre se tiene alternativas, así como por vía ferroviaria a través del servicio de Cercanías. En próximos episodios narraremos los atractivos ocultos de Abantos y una montaña tan enigmática como hermosa. De momento, una Ruta Imperial que descubre la Sierra Oeste, si no olvidada, sí puesta en un escalón inferior con respecto a la famosa Guadarrama. Por eso se disfruta más de estas maravillosas subidas, que no han de pillar por sorpresa, no tienen nada que envidiar a las antes mencionadas.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: Pedro Márquez Labrada