Cuando se presentó la primera etapa del Angliru, en Francia y, sobre todo, en Italia se pusieron manos a la obra. El boom mediático fue tal que sus legendarias montañas quedaban deslucidas ante la brillantez y novedad del nacimiento de un mito que entonces era único. Nadie imaginaba que cuestas como aquellas se pudieran ascender en bicicleta de carretera. En Francia pensaron en el Pic du Midi, vecino del Tourmalet, pese a que sus últimos kilómetros son de tierra. Italia, la cuna de los Dolomitas y los grandes puertos, encontró una joya que tuvieron que remozar para ser la alternativa al ya conocido como ‘puerto más duro del mundo’: el Zoncolan.
Aún teniendo sus diferencias, se equiparan en lo extremo de su dificultad. Uno tiene más rampa (el español), el otro más continuidad (el italiano). Pronto se vio que el coloso próximo a Ovaro había venido para quedarse. Ya es considerado uno de los santuarios del ciclismo junto a Mortirolo, Gavia, Stelvio o Agnello en suelo transalpino.
Hay varias vertientes para acceder a la cima. En primer lugar está la durísima de Ovaro, que en apenas 10 kilómetros asciende más de 1200 metros. Kilómetros a más del 16% y unos primeros cinco centrales que no bajan del 14 en ningún momento. Una barbaridad. Después suaviza relativamente para coronar en torno al 9%.
Por Sutrio, se trata de una subida dividida en dos partes claramente diferenciables. La primera es un puerto más regular, en torno al 8-9% durante unos diez kilómetros. Después, una vez alcanzado el cruce, la pendiente se vuelve absolutamente loca y alcanza niveles insospechados. El firme se estrecha y es una auténtica tortura hasta llegar arriba.
Ambas han sido estrenadas por el ciclismo profesional, pero existe una todavía más difícil, que es la que asciende desde Priola. Son casi 9 kilómetros a más del 13%, lo que habla por sí solo de la dureza que esconde. El firme es irregular y estrecho, lo que da impresión de todavía más dureza.
Se pueden hacer varias combinaciones para disfrutar del cicloturismo por la zona. Zoncolan ofrece la posibilidad de acumular grandes desniveles en un radio escaso de kilómetros. Con dos subidas ya alcanzamos los 2500-3000 metros de desnivel en apenas 30 kilómetros. Números de auténticos colosos. Lo que se debe tener en cuenta es calcular las fuerzas para que llegue para el reto/desafío que nos queramos proponer.
También en las cercanías tendremos otros grandes puertos a conocer. El Forcella es una barbaridad, quizá el puerto más duro de Europa. También está el defenestrado Crostis, que fue rechazado en 2011 y aún a día de hoy sigue sin ser ascendido y sin programarse.
Sea como fuere, los paisajes son espectaculares y merece la pena ir parando para tomar instantáneas y disfrutar del aroma de alta montaña que estos picos regalan. Son una maravilla y la visita es más que recomendable. Con una forma física algo más que aceptable y un desarrollo adecuado, el cicloturista debería ser capaz de llegar a cualquiera de estas cimas, en tanto que no son puertos excesivamente largos. Eso sí, quien no lo esté que no sueñe con pelearse con gigantes que acabará perdiendo.
Escrito por Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: Laura Palacio (@laurina_cycling_culture)