Los logros deportivos y la compleja personalidad del ciclista escocés Graeme Obree ya habían sido inspiración para la cinta de ficción “The Flying Sctosman” de Douglas Mackinnon.
En esta ocasión, nos adentramos en el género documental para analizar una película que también tiene al doble recordman de la hora como protagonista.
Veinte años después de batir el Récord de la Hora y romper los esquemas del ciclismo de entonces con sus innovadores diseños y posiciones aerodinámicas, Graeme Obree vuelve a escena para luchar por batir una nueva marca mundial. Su objetivo, convertirse en el hombre más rápido del planeta en un vehículo de tracción humana. El escenario escogido es el Campeonato del Mundo de la modalidad de Battle Mountain, en Nevada, Estados Unidos, que se celebró en el año 2013. El escocés aspira a superar la barrera de las 100 millas por hora.
El documental nos presenta el proceso de preparación para el asalto de dicho récord. El “Escocés Volador” se vuelve a entregar en cuerpo y alma al diseño y fabricación de una máquina capaz de romper los límites establecidos. Su casa se convierte en un taller en el que cualquier elemento cotidiano, desde unos patines a una sartén, se convierten en elementos válidos para mejorar la aerodinámica y resistencia de su invento.
Nos adentramos en un viaje al interior de una personalidad tan convulsa como fascinante. Un hombre que superó un agudo trastorno bipolar y severas depresiones que le llevaron a varios intentos de suicidio a lo largo de su vida. Una biografía marcada por la adversidad, por desgracias familiares como el fallecimiento de su hermano, y por la losa de su reprimida homosexualidad, declarada en 2011 (había estado casado y es padre de dos hijos); todo ello superado a base de una ilusión renovada y una constancia y espíritu de superación impresionantes.
Tampoco olvida la película los éxitos y sinsabores de la carrera deportiva de Obree; un ciclista capaz de batir récords en la pista y de proclamarse bicampeón del mundo de persecución que chocó con la rigidez y purismo de los estamentos oficiales del deporte del pedal y con la voracidad del ciclismo profesional de carretera. El escocés no se muerde la lengua a la hora de atacar a la UCI o a la oscura sombra del dopaje del ciclismo de finales del s.XX.
No revelaremos aquí cómo termina el intento del británico y recomendamos a quien desconozca el desenlace a ver el documental sin leer antes lo que sucedió en aquel campeonato mundial de velocidad de vehículos de tracción humana de Nevada.
Un fascinante viaje interior por la mente de un personaje considerado por unos como un visionario y por otros como un loco; algo que suele suceder a los genios. Un deportista que despertó la admiración de leyendas del ciclismo británico como Sir Chris Hoy o Sir Bradley Wiggins. Una obra que, de forma sencilla y honesta, ofrece un inspirador retrato de superación y ambición, sabiendo además mantener la emoción hasta el final de la cinta. Un documental conmovedor, brillante y sin artificios que no puede faltar en la videoteca de los amantes del este deporte.
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)