Hoy dedicamos nuestra sección cinéfila a la película “Le vélo de Ghislain Lambert”, titulada en España como “La bici de Ghislain Lambert”. Esta comedia belga del director parisino Philippe Harel es quizás, como expondremos a continuación, la película que mejor refleja los entresijos del deporte de las dos ruedas. Estrenada en el año 2001 consiguió el premio al mejor guion, escrito por Olivier Dazaat, Philippe Harel y Benoît Poelvoorde (que es además el actor protagonista) en el prestigioso festival internacional de San Sebastián, en el que el ya mencionado director fue nominado a la Concha de Oro.
Ghislain Lambert, interpretado por un brillante Benoît Poelvoorde, es un modesto corredor belga que en los años 1970 sueña con llegar a la altura de los logros deportivos del ídolo nacional del momento, el “Caníbal” Eddy Merckx. Lambert se entrena duramente por las carreteras locales hasta que un día el director deportivo M. Focodel le ofrece la posibilidad de debutar como profesional en el modesto equipo Magicréme. En sus primeras experiencias profesionales, el corredor belga empieza a descubrir la dureza de la competición y se introduce en el mundo del dopaje de la mano de su compañero de equipo Riccardo Fortuna. Ghislain comienza a mejorar sus prestaciones y se convierte en uno de los mejores gregarios del líder de la escuadra, Fabrice Bouillon. Pero el protagonista de la película que nos ocupa no se conforma con ser un simple gregario, y se siente capacitado para convertirse en un gran campeón a la altura de Eddy Merckx. A partir de este punto, y sin querer adelantar más del desarrollo de la película, viviremos las vicisitudes por las que pasa Lambert en su carrera, mientras se da cuenta de que llegar a la cima en el ciclismo no es tan fácil como pensaba en un principio.
La película refleja, desde un tono cómico y en muchos casos caricaturesco, muchas realidades que han formado parte del mundo ciclista a lo largo de su historia. Así, veremos cómo funcionan los roles dentro de un equipo, desde el líder a los gregarios, pasando por los sponsors y el director deportivo (destacamos aquí la primera conversación entre Fortuna y Lambert, en la que el primero le dice que para durar en el ciclismo hay que llevarse bien con el jefe de filas y el director, nada más). En ese juego de roles, veremos también la presencia del dopaje y sus efectos en el rendimiento de los competidores. El tratamiento del tema del dopaje en la película es muy interesante y brinda algunas de las escenas más divertidas, sin perder un tono de denuncia satírica en la que aparecen manchados todos los estamentos del ciclismo, incluidos los responsables de los controles antidoping, propensos a hacer la vista gorda ante las trampas de los corredores. Desde nuestra perspectiva actual, y con todo lo que hemos vivido en la década de los 2000, personajes como los del director Focodel, el gregario Riccardo Fortuna o el Doctor Mabuse son fácilmente identificables con algunos de los protagonistas de la historia negra del ciclismo.
Por otro lado, la película nos enseña la pasión que por el ciclismo se siente en Bélgica y Francia, enseñándonos la locura con la que se vive el deporte por parte de aficionados y prensa, y cómo las historias que se viven en carreras como el Tour de Francia o el Tour de Flandes pueden aumentarse a categoría de hazañas si gozan de la atención mediática. Se recuerdan así historias como las batallas por los réditos publicitarios del farolillo rojo del Tour, la importancia del récord de la hora o las carreras maratonianas en las que se enlazaban días y noches de competición.
Destacaremos también como un aspecto esencial en esta comedia lo cuidado de la estética de la película y de las referencias al ciclismo de los 70. Para los nostálgicos del ciclismo de aquella época resultará bonito identificar los maillots de equipos como el Bic, el Gan Mercier, el Molteni o el Kas junto a otros ficticios que mantienen esa estética retro, como el del Magicréme o el Epedex; o recordar las famosas chichoneras y los tiempos de las gorritas de los ciclistas, que huían de la vital protección del casco.
En definitiva, una cinta imprescindible para todo aficionado al ciclismo que nos hará reír y disfrutar en las casi dos horas de metraje, pero que al mismo tiempo nos permitirá reflexionar sobre muchos de los aspectos oscuros que han vivido en la oscuridad del deporte a lo largo de su historia.
Ficha de la película en FilmAffinity
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)
Publicado originalmente en roadandmud.com