En nuestra sección de cine ciclista nos fijamos esta vez en una película muy reciente. La irlandesa “The Racer”, cinta que ha pasado muy desapercibida por estrenarse en tiempos de pandemia, con un circuito muy reducido y sin llegar a ver la luz en España. Producción de bajo presupuesto con participación de varias productoras independientes de Irlanda, Bélgica o Luxemburgo, que llega para hacerse un hueco en nuestra filmoteca sobre el deporte del pedal.
La historia se sitúa en el Tour de Francia de 1998, carrera que arrancó en Dublín y de la que nadie podrá olvidar los oscuros sucesos que la rodearon. Dominique Chabrol, interpretado por el actor belga Louis Talpe, es un veterano gregario del conjunto Austrange que afronta la que puede ser su última competición después de 19 años como profesional. Su futuro en el equipo pende de un hilo, sin contrato asegurado para la temporada próxima. Su único apoyo real en el equipo es el masajista, Sonny, al que da vida Iain Glen, conocido por su papel de Jorah Mormont en la serie Juego de Tronos.
Como no podía ser de otra manera, el dopaje es el late motiv del guion. Dominique Chabrol lleva su salud al límite, arriesgando todo por seguir en el pelotón. La aparición de Lynn, una joven estudiante de medicina que realiza sus prácticas en las etapas irlandesas en el Tour, pondrá al protagonista ante un gran dilema personal.
La película se deja ver y muestra de manera bastante interesante cómo funcionaba la turbulenta época de dopaje sanguíneo, EPO y corruptelas internas. Es ahí donde el director, Kieron J. Walsh, se recrea en escenas angustiosas que buscan impactar en el espectador, e incluso en otras con cierto humor, como el momento en el que se reparten las bolsas de sangre con los nombres de las mascotas de los corredores.
Sin embargo, nada acaba de despegar en la trama y no logra conectar o impactar en ningún momento. Las partes dedicadas al desarrollo de las etapas carecen de verosimilitud y dejan muy a las claras las carencias presupuestarias de la película. A veces resulta difícil discernir qué enfoque o género pretende asumir el director, fluctuando entre la caricatura y la parodia, las relaciones dentro de un equipo, el romance entre dos mundos opuestos o el drama humano del deportista que no sabe qué hacer cuando su carrera termine.
Una película para pasar el rato sin demasiadas expectativas. Otra historia más con el telón de fondo de los convulsos años del cambio de ciclo. Quizás mejor para ver en compañía y divertirse en identificar qué maillots se inspiran en los de los equipos reales o a quién nos recuerda cada uno de los personajes.
Ficha de la película en FilmAffinity
Escrito por Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito)