El ciclista nacido en Barcelona afincado en Alicante supera las expectativas y llega a la línea de meta en cuarta posición, siendo el tercero de los hombres fuertes de la clasificación general. A sus todavía 19 años la forma en la que ha competido en la etapa que ha culminado el estreno del Pico Jano, en Cantabria, sobre el Embalse de Alsa, ha recordado a la irrupción de los grandes. Aún hay mucha madera que cortar, esto es sólo el comienzo. Queda mucha Vuelta y de él lo único que se espere es que nos regale momentos. Toda esta calidad que se está viendo quiere decir que la hay, no que la tenga que aplicar desde ya. O, mejor dicho, que la tenga que rentabilizar en esta carrera. Toca disfrutar de lo que nos dé y, por qué no, dejarle volar hasta donde pueda o quiera.
Está claro que la etapa que finalizó en Laguardia, Juan aprendió una parte de este oficio. Estuvo tentado de soltar la cuerda, de dejarse caer al precipicio de la complacencia. Nadie le hubiese dicho nada, está en esta grande a prueba, sin necesidad de ofrecer ningún tipo de resultado. En lugar de abandonar en la lucha, siguió empeñado en llegar con los mejores, en defender su estatus quizá no ante los demás, la prensa y los cuñados, sino ante sí mismo. El jovencísimo ciclista del UAE tiene un gran futuro, pero tal vez un gran presente. Hay que recordar que no todos los campeones se forjan como Miguel Indurain.
Tadej Pogacar fue tercero en su primera grande, con 20 años recién cumplidos. Ganó tres etapas, a cada cual más espectacular. Los talentos de ahora surgen más temprano. Ayuso tiene los veinte por cumplir, pero no muestra ese atisbo por crecer demasiado deprisa. Mozart componía con cuatro años, no se entiende tampoco la necesidad de querer retener el talento por retener. ‘Matxin’ sabe perfectamente lo que se hace en estos casos porque ha llevado desde el primer momento al esloveno y lo ha convertido en un devorador de carreras superando la veintena todavía con levedad. Si le han alineado, ya le habrán marcado pautas para recordarle aquello de ‘memento mori’ (recuerda que eres mortal).

Se le con la cabeza en su sitio y que como las nuevas generaciones de todas las épocas irá evolucionando hacia no se sabe todavía qué. Pero sin duda lo hará hacia algo bueno. Tiene muy buena pinta y hay que aplaudir la valentía, además, con la que corre. Sin complejo, sin ancla. Ya adelantamos en su día la participación del español, también su rol de agente libre en esta Vuelta. El portugués Almeida es el líder absoluto de cara a la general. Lo normal es que como corredor algo más hecho que Juan se acabe imponiendo dentro del equipo como la baza más a largo plazo. Pero, como se diría comúnmente, que le quiten lo bailao.
A partir de ahora, ya tiene un punto de ilusión que ofrecer. Hay clavo ardiendo. Sin descartar el punto de brillo de Carlos Rodríguez, que está cogiendo el paso a la carrera de una forma más diésel, menos montaña rusa, pero tal vez (el tiempo lo dirá) más segura. Ayuso tiene todavía mucho que aprender y todo esto serán solo destellos. Pero que comience la “Ayusomanía”.
Cuando Miguel Indurain debutó en la Vuelta a España, allá por el año 1985, se vistió de líder de la ronda española con 21 años, siendo el líder más joven que jamás hubiese tenido la Vuelta. Es una situación que ni siquiera se ha dado con Juan. La diferencia entre ambos es que el navarro pudo crecer a la sombra de Perico, que era un imán mediático y absorbió mucha atención de la afición y la prensa. Tanto que cuando quisieron darse cuenta, Delgado desapareció e Indurain ya estaba ahí. Como un diente de leche que deja paso al definitivo.

El problema de Ayuso es que no tiene esa figura de protección. Son los tiempos, son los momentos que toca vivir. De haber convivido con otras circunstancias, a saber si ni siquiera se le estaría prestando atención ahora. O si ni siquiera hubiese sido seleccionado para participar en la Vuelta. Todo sería, obviamente, diferente. Llegados a este punto, no se le puede frenar, pero tampoco hay que sobrepresionarle. Lo que nos dé, bien dado estará. Como si en próximos años no disputa ninguna grande.
A disfrutar de un escalador como los de antes, con ademanes de Ocaña en la forma de subir. Con la actitud de Merckx, inconformista como él solo. Con actitud de campeón. Con actitud de ganador. Después será la carretera y el trabajo quienes lleven su talento a una altura superior o inferior. Dejémosle crecer y veremos a un gran campeón florecer.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Fotos: Unipublic – Sprint Cycling Agency / Sirotti