El primer fin de semana de marzo llega y lanza a la palestra a las dos carreras casi en idénticas fechas que dan comienzo a la temporada real. Lo que hasta ahora haya acontecido son fuegos de artificio, con mucha presencia de aquellos equipos que estaban pendientes de alguna invitación importante y el dormitar de algunas de las grandes estrellas, aunque como el paradigma ha cambiado y ya se brilla de febrero a octubre, muchos se han dejado ya ver incluso con grandes triunfos que prometen grandes expectativas con la temporada ciclista.
París-Niza y Tirreno-Adriático son las primeras carreras que son un objetivo en sí. Quizá más en ese sentido la primera que la segunda, que suele ser antesala de la Milán-San Remo. La francesa siempre ha contado como esa estación final para muchos que después afrontarán más pruebas, sí, pero no utilizarán ésta como preparación para otras, al menos en general.
Y es que ambas entregan un encanto que se acumula por las ganas del aficionado de volver a ver grandes batallas libradas en la media montaña, ese terreno impredecible en el que ni siquiera los más fuertes tienen asegurada su victoria. Que le pregunten a Contador cómo le fue enfrentándose a una pájara y al murciano Luis León Sánchez camino de Fayence entre puertos de categoría menor y repechos de entidad mayor que la reflejada por el perfil.

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No hay favoritos claros, más en un trazado tan infecto en montañas como éste. El pie a la sorpresa está dado. No se ganará por pancartazos, sino por ser el más fuerte o el más listo. O la justa combinación de ambas. Pero sin esa pizca de valentía y de habilidad en la guerra de guerrillas, poco o nada se podrá hacer por escalar hasta el primer puesto. Los sucesos en ese tipo de etapa serán clave. Que se lo digan sino a Primoz Roglic, perdedor del jersey amarillo en la última etapa por una desgraciada caída.
La primera etapa ofrece terreno de ensueño, esos nervios que en otras ocasiones eran producidos por el viento y que ahora procederán también del terreno de cotas que atraviesa la prueba. La última de ellas se ubica a escasos cinco mil metros de la llegada, descenso incluido. Una auténtica encerrona que puede provocar cortes y múltiples sorpresas. Estos son los segundos que después se echan en falta.

El único sprint puro se puede dar en Orleans. Esta bella villa, eso sí, espera en lo alto de una leve colina que pondrá a prueba a los velocistas más acostumbrados a mostrar su potencia en el llano. Las bonificaciones vuelven a ser clave y podríamos ver a algún favorito intentando buscar una buena colocación para encontrar cortes o segundos. De nuevo, esa guerra silenciosa y sibilina es la que da las carreras.

Y es que en la tercera jornada seguirá el terreno comanche, con cotas y territorio absolutamente espectacular. Sin llegar a ser una etapa decisiva, sí que ofrece elementos para que el pelotón que quiera controlar encuentre un desgaste elevado. El final en Dun-Le-Palestel vuelve a ser en subida y los segundos harán bailar el maillot de líder. Nervios.

Y es que en esa sucesión de repechos y nerviosismos llega la primera de las etapas decisivas. La contrarreloj de Montluçon, si bien es corta, sí que permitirá diferencias por la dureza del trazado. De nuevo, final en cota que separará a los más fuertes de los especialistas. Diferencias clave sobre las que trabajar de cara a llegar a Niza con aspiraciones en la general. Un día de la verdad en pleno mes de marzo.

Y es que enlazando ese esfuerzo llegará una etapa durísima de media montaña, tal vez la más peligrosa de la edición. Sí, no es la más dura o la que se prevee más decisiva. Pero el puerto más duro, el misterioso Col de Mure, se encuentra alejado de la meta con un terreno previo y posterior nada fácil para persecuciones en caso de que las piernas aflojen. La longitud de la etapa es seria, rondando los 190 kilómetros, y seguro que el esfuerzo, si bien es corto, de la crono hará sentir vacío en más de una pierna.

Peligrosa es la sexta etapa de esta París-Niza. En el perfil parece ciertamente inofensiva, pero una escapada bidón, de esa que lleva polizones bien clasificados, puede poner nerviosos a los equipos más interesados en defender la general. Un flaqueo en ese sentido es fácil que provoque sustos y sorpresas. Día para fugas.

Y es que todo se jugará en dos días. Por mucho que la contrarreloj y las cotas hayan hecho daño y diferencia, no parece suficiente para sentenciar la carrera. La llegada en alto en el Col de Turini no es excesivamente dura, pero si bien la etapa es ya dura de por sí en su primer tercio, con el desgaste que conlleva si se quiere rodar rápido, y que se trata del final en alto más duro de lo que llevamos de temporada, podemos tener muchas sorpresas y buenas diferencias. Es el día de los escaladores, que tendrán que poner a la salida de esta jornada todo de cara.

Niza recibe al pelotón por segundo día consecutivo y como es habitual, decidirá la ‘Carrera del Sol’. 115 kilómetros de constante sube y baja, más algunos puertos ciertamente duros, como el de Peille, o el de Eze, que será decisivo una vez más, ascendido por una variante que lo hace aún más duro. El descenso, como siempre, hasta la línea de meta.

Tirreno-Adriático, por su parte, habrá tenido su prólogo en la Strade Bianche. Las carreteras blancas, de tierra, elegirán nuevo rey, en tanto en cuanto el anterior no será de la partida. Muchos de los participantes habrán medido el nivel de implicación que tendrán en la salida de Lido di Camaiore. Una carrera que irá increscendo y que espera beneficiar a aquellos que se defiendan en las subidas, si bien por el camino iremos viendo a los hombres explosivos en llano y en subida pelear por los pedacitos de gloria que vayan quedando por el camino.
Una prueba que viene de una edición espectacular como la de 2021, con Van der Poel desatado y una guerra Van Aert vs Pogacar que hizo las delicias de todos los aficionados al ciclismo. Con victoria para el esloveno, muy superior, fue nombrada por todos los expertos como una de las carreras del año.

Y es que la primera etapa será una cronometrada muy seria, de casi 14 kilómetros, donde los especialistas pondrán ya su sello a los escaladores puros. Quien salve el día y tenga opciones en los últimos días, tendrá mucho ganado. Un cambio con respecto a otras ediciones, donde la crono era la última jornada decisiva. Al ser el primer día para ver cositas a los mejores, se podrá observar los estados de forma de cara a futuros eventos y la evolución de los célebres nombres en este escenario, cada vez más apartado del primer plano.

Aquí vendrá una fase de calma chicha, al menos aparente, que pondrá en escena a los velocistas y sus equipos. No habrá grandes oportunidades de lucimiento después, por lo que esta primera etapa en línea será clave también de cara las siguientes llegadas al sprint, sobre todo para observar quién va cogiendo la pole position y qué equipos deberán trabajar si quieren disputar la llegada.

Así será también la meta en Terni, sobre un terreno escarpado en media etapa, pero que en su final de apariencia descendente favorecerá la llegada masiva y la imposición de la ley del pelotón. Un imperio del gran grupo que sólo se puede ver alterado por el viento en una etapa que promete nervios.

Bellante recibe a la Tirreno con un circuito final muy interesante. La llegada en cuesta a esta localidad firmará distancias en la general que obligará a ir prestando más atención a unos que a otros. Si bien todo parece que se decidirá en la séptima etapa, no hay que despreciar estos pedacitos de general que se pueden ir limando aquí. Cuatro kilómetros de subida sobre el 7%. Día para clasicómanos y líderes.

Una etapa similar en su llegada puede ser la de Fermo. Su final en cuesta consecutivo es precedido por una meta en escalera que ofrece unos últimos treinta kilómetros de infarto con nada menos que cinco subidas de cierta entidad. Los líderes deberán estar atentos a las cartas que se puedan jugar de forma sumergida desde lejos.

El Monte Carpegna, una de las denominadas como cima Pantani, acoge la etapa decisiva de esta edición de la ‘carrera de los dos mares’. El tridente tendrá ganador tras el paso por la meta, con un auténtico serrucho en la parte final y oportunidad clara para los más escaladores. Si se reservan para la segunda y última ascensión, habrá oportunidad de los más débiles de recuperar en el descenso parte de la desventaja. Favoritismo de los escaladores, que seguro querrán venganza por haber comenzado la prueba con una dolorosa contrarreloj. La línea de llegada, en una ligera cuesta al 3,2%.

La séptima y última jornada será un trámite para lucimiento de los vencedores, aplauso a los vencidos y oportunidades de nuevo para un ensayo general de cara a la Milán-San Remo por parte de los velocistas más célebres del pelotón. Será día de conclusiones, aunque no deja de ser una lástima finalizar en domingo una carrera que sólo tendrá en ese último empujón una llegada masiva que llevarse a la boca.

Por tanto, una semana de ciclismo para no perderse. Emoción, los mejores corredores del año (o casi todos) y unos recorridos que permiten soñar con batallas preciosas en pos de empezar la temporada con buenos triunfos y mejores sensaciones de cara a las verdaderas batallas que quedarán por librar. Un escenario inmejorable para comenzar a medir fuerzas de cara a objetivos más lejanos y para despejar (o crear) dudas que están dando o darán qué hablar.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: ASO / Fabien Boukla
Gráficos: ASO / RCS