Verano de 2012. El calor supera los 40º y bate récords históricos en sus valores nocturnos. Hablamos de Pamplona, punto de inicio de la Vuelta a España de aquel año. En el entramado organizativo que sitiaba la ciudad desde una semana antes del comienzo del evento, con aquel recordado tránsito del casco histórico en paralelo a los Sanfermines, se respiraba optimismo, aires de gran carrera. No era para menos, ya que Sky alineaba al segundo clasificado del Tour de Francia, sensación de la anterior edición de la Vuelta y futuro dominador del ciclismo, Chris Froome, aún en fase domesticada. Junto a él, iban a estar presentes el segundo clasificado del Giro de Italia y gran favorito en las quinielas en la previa. Dieciséis segundos le separaron de la gloria en Italia esa misma temporada. Era su año, su momento. ‘Purito’ lo sabía y para ello se preparó a conciencia.
Al lado de dos realidades se sentaban dos ciclistas gigantes con más cara de signo de interrogación que de leyenda. Al menos en ese momento. Dos regresos anunciados, ansiados. El de Alejandro Valverde tras su sanción de dos años por su presunta relación con la Operación Puerto por insistencia del CONI (como si se hubiese sancionado al resto de supuestos implicados) para seguir alargando los ecos de la desastrosa gestión del desastre. Y el de Alberto Contador, que con una defensa cuestionable estaba pagando a precio de oro cada picogramo del positivo por clembuterol que interrumpió su carrera y anuló algunos de sus resultados como las victorias en un Tour en el que dio positivo y un Giro en el que no dio positivo, pero que se le permitió correr sabiendo que había dado positivo en otra carrera. Cosas del ciclismo y sus cuestionables, incoherentes e insondables gestiones.
Del póker pronto se caería el británico, al que pesaba el esfuerzo del Tour y la afectación de una tos tan ronca y tan intensa que nos hacía dudar de quién transportaba a quién. Nunca se habló de aquello. En televisión, eso sí, aparecía día tras día con una toalla enroscada al cuello cual bufanda. Con el poco calor que suele hacer acto de presencia en España durante el mes de agosto. Sarcástico. Los tres jinetes españoles tomaron pronto el mando de las operaciones y entre ellos protagonizaron una edición repleta de finales en cuesta en los que cada rampa era motivo para un acelerón entre paredes de júbilo y público que aprovecharon el mes de agosto para echarse a la carretera a ver a sus ídolos.

Etapa tras etapa, los tres alternaron el podio, el maillot rojo y regalaron a la afición una etapa para la historia con meta en Fuente Dé. El silencio de la Bola del Mundo, en el penúltimo día, entre decenas de millares de espectadores que se acumulaban en las laderas de la montaña hasta que Contador pasó la línea de meta ha sido de los momentos que más recordaré de esa edición. Histeria entre los fans y una foto final en Cibeles que quedó para la historia. Un duelo a tres bandas de pequeños bocados que acabó en uno bien grande y que dio legitimidad histórica a una edición que ya de por sí marcó un antes y un después en el propio desarrollo de la Vuelta a España.
Se podía decir que compiló en un mismo podio a los tres ciclistas que supusieron la corona de una generación inigualable. Los dos reyes ‘muertos’ y el rey ‘puesto’. Dos súper talentos que se encuentran por derecho propio en los altares del ciclismo internacional junto a otro fuera de serie como Joaquim que, si bien carecía aparentemente del motor del que sí gozaban los otros dos, se obcecó con ablandarse un palmarés a la altura del mito que es ahora. Entre tanto árbol, difícil ver el bosque. La nómina de victorias y grandes puestos del ciclista catalán es de lo mejor del ciclismo español de siempre. Es más, el entonces ciclista de Katusha conquistó Lombardía por primera y única vez para España.
Dimes y diretes los que han vivido Purito y Valverde, fieles compañeros de batallas en Tour de Francia y Vuelta a España, en grandes clásicas, en Mundiales… Inolvidable el escalofrío de Florencia y la polémica surgida a raíz de aquel ataque ‘olanesco’ de Rodríguez y la no respuesta del murciano a la arrancada de Rui Costa, también ciclista del Movistar en aquel instante, si bien no luciría el arco iris en sus filas. A fuerza de coincidir, cómo no van a surgir las rencillas. La convivencia de dos talentos tan similares en objetivos y en destrezas tenía que chocar en algún punto. Ambos pudieron lograr la victoria ese día. El caballo se marchó y vivieron juntos la foto más amarga. Una foto de la que sólo sobrevive ya el portugués. Ni siquiera el italiano Nibali, que quedó fuera de las medallas, continúa ya en activo.

Con la retirada de Valverde a final de este 2022, la foto de Cibeles pasa a ser historia. El último rebelde ante el paso del tiempo lo deja. Davide Rebellin también a sus 51 años, quizá empujado por saber que el ciclista de Movistar no alcanzará su asombroso registro. Lo curioso es que los otros dos integrantes del podio han narrado su despedida del ciclismo profesional desde los micrófonos de televisión, otra batalla que sólo acaba de comenzar. El fichaje de Alberto Contador por Eurosport fue anterior, un soplo de aire fresco a una cadena muy implicada con la transmisión de carreras ciclistas y que también ha remozado en los últimos años su nómina de comentaristas.
En RTVE también ha habido novedades, si bien en el ente público la estabilidad ha sido la seña de identidad durante más de veinte años. Desde que Carlos De Andrés suplió en la dupla de comentaristas al fallecido Pedro González, el dúo con Pedro Delgado ha amenizado las horas de retransmisión ciclista desde el año 2000. Muchas horas al volante que en 2021 ya vivió una ligera novedad con la incorporación progresiva de Joaquim Rodríguez. Cierto que ha sido habitual la invitación a terceros, pero en ningún caso de una forma tan asidua y recurrente. En 2022 parece haberse asentado como el tercer mosquetero en las retransmisiones, que ‘Purito’ ha venido para quedarse.
Esa curiosa (y sana, de momento) batalla en los micrófonos no parece que vaya a tener la participación de Alejandro Valverde, que parece más destinado a seguir vinculado al staff de Movistar en calidad de colaborador con el equipo de directores y asesores. El ya ex ciclista profesional aún no tiene rol asignado, si bien sí es segura la continuación de la relación con el equipo en el que ha desarrollado el 90% de su carrera profesional. En ese sentido está más cerca de enfrentarse a Alberto Contador, mucho más metido en la gestión del equipo Eolo-Kometa y que poco a poco progresa para convertirse en una alternativa a los World Tour. Con la participación en el Giro de Italia asegurada, es cuestión de tiempo que el pinteño acabe por pasar al volante. Por ello, tal vez en unos años esta foto tenga que ser sustituida por otra u otras de tanto o más significado. Quién sabe con estos tres talentos una vez fuera de la carretera.
Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto de portada: AFP / Reina