La victoria del almeriense en la etapa final y la clasificación general final del Tour de Rwanda ha sumado un corredor más a las quinielas de futuribles españoles para equipos del World Tour. Estos triunfos, sumados al buen nivel que algunos ciclistas están demostrando aún sin lograr ganar, hacen que el nivel medio del ciclismo español vuelva poco a poco a la senda que tuvo en su día tras unos años de claro declive de este listón. Con muy buenos corredores, está claro, pero sin llegar a la cantidad de antaño. Consecuencias quizá del mal momento del profesionalismo en España, que poco a poco va estando más en el pasado que en el presente (parece).
Esa recuperación se basa en la incorporación a las conversaciones sobre ciclismo de nombres como el de Cristian, el de Díaz Gallego (curiosamente, ambos en equipos continentales galos) y otros que poco a poco van dejándose ver en una escena que había estado vaciada por mucho tiempo. Por supuesto, ha habido años de esplendor con la generación de oro de Alberto Contador, Alejandro Valverde, Joaquim Rodríguez, Óscar Freire y compañía, pero tal vez en esa clase media el global se resentía.
En ello colabora, por supuesto, la falta de equipos de primer nivel. Movistar absorbe gran parte de los talentos que surgen, si no son fichados por equipos foráneos donde cumplen un papel en general bastante más secundario del que podrían asumir en roles más protagonistas. No se trata de ganar un Tour de Francia, reto altamente difícil, pero sí de pelear fugas, etapas, generales, vueltas de una semana, etc. Copar, en definitiva, el día a día y tener opciones al menos de que se hable de ellos.
En ese rol se echa en falta a Marc Soler y Enric Mas, dos de los estandartes precisamente del Movistar, con altas aspiraciones en cuanto a generales y metas. Ese hecho les resta presencia, teniendo que guardar la ropa para el día siguiente. Esa ausencia se echa mucho en falta cuando llegan las grandes citas, donde quizá sean portadores de un top ten repleto de mérito, pero sin la presencia que se añora.
No hay que olvidar que la ausencia de equipos en el primer escalafón resta presencia. Eso sí, los de una segunda fila están dando pasos adelante para reducir la diferencia con el poderoso World Tour. Ahí tenemos al prometedor Kern-Pharma o al histórico Caja Rural, que sigue fiel al pelotón después de tanto tiempo, así como el otrora exitoso Euskaltel, refundado en la Fundación Euskadi y que rememora aquellas tardes de camisetas naranjas y triunfos muy celebrados. Burgos BH también gana presencia con sus participaciones estelares en Vuelta a España, más aún cuando la carrera partirá este agosto de su ciudad.
Si la progresión de estas escuadras y su presencia en las mejores carreras, al menos a nivel nacional, están aseguradas, es fácil pensar que esta potencial clase media no sólo tendrá hueco, sino posibilidad de mostrarse en escenarios de primer nivel. De esa continuidad dependerá la evolución de un ciclismo que está aguantando muy bien gracias a que las carreras World Tour y, sobre todas las demás, la Vuelta a España está ofreciendo un escaparate para que estas marcas sigan fuertes en la apuesta por una inversión difícil en la segunda categoría. Aunque es justo reconocer que ese hueco está muy bien ganado por su combatividad en sus participaciones incluso con victorias en la tercera grande del calendario.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti