Cuando todavía amanece en la temporada 2023, se empiezan a vislumbrar algunas cuestiones que parecían enterradas. Una de ellas, las que afectan al italiano Filippo Ganna, que quizá no comparta mucha gente. Como sé que tampoco se comparte el mismo aspecto y pregunta con Wout Van Aert. ¿Cuándo va Ganna a tomar su talento en serio? Es una pregunta que llevo un largo tiempo realizándome y de lo que he leído bastante poco, por no decir absolutamente nada. Es como si a nadie le extrañase que un ciclista que en la argentina Vuelta San Juan, de buenas a primeras, sea segundo en la etapa reina, por delante de muchos escaladores con más nombre en un terreno que no es precisamente el suyo, y solamente superado por el insurrecto Miguel Ángel López.
Habrá gente que piense que esa participación no era la mejor, y están en lo cierto. O que todavía estamos en las fases embrionarias de este 2023 que acaba apenas de cumplir su primer mes de vida. Cierto también. Pero se podría aplicar lo mismo al ciclista de Verbania, ¿no? Tampoco para él es el mejor momento, ni siquiera están cerca sus objetivos. Esta vez parece que va a empezar a considerarse a sí mismo algo más que una locomotora, o un hombre-crono. Y sospecho que no va a suceder por convencimiento, sino por necesidad pura y dura.
La desaparición y el ninguneo de las cronos de forma progresiva es absolutamente imparable, parece. Que es exactamente su ocupación principal en el ciclismo en carretera. Como en este ciclismo de bien mandados no protesta nadie, todo seguirá la misma tónica hasta que el establishment decida que así sea. Y las cronos están en el punto de mira. Su pan, su razón de ser. Sin embargo, de forma pública Filippo espetó a los medios tras la presentación del infame Giro de Italia 2022 en cuanto a contrarrelojes que esa ración era suficiente. Tanto que ni siquiera participó. Pero lo dijo, no reivindicó lo que es suyo, algo que va a oscurecer su época de mayor esplendor.

Por tanto, necesita cambiar de especialidad. Renovarse o morir, dicen. Y en esta ocasión, como ciclista profesional, es lo que toca. Parece que 2023 será el año en el que Ganna se centre un tanto en las piedras y clásicas del norte. Bien por él, ya que su papel en esa superficie, siendo uno de los mejores rodadores del pelotón, si no el mejor, puede hacerle brillar como debe. Ineos Grenadiers perdió a Van Baarle para ese terreno y debe cubrirlo de forma importante con alguien que pueda mirar a las estrellas de este terreno de tú a tú. Y ése es el italiano.
Resulta que este ciclista ya ha dado muestras de poder con la montaña, de ser un ciclista con capacidad de mejora en ese aspecto. Y resulta que cuando menos te lo esperas es capaz de superar a los escaladores más coreados de una carrera y marcar diferencias con ellos. Alguno, por cierto, ya en una fase de forma importante. Y es inevitable preguntarse qué pasaría si este corredor se decidiese a apostar por sí mismo. ¿Qué hubiese sido de Tom Dumoulin si se hubiese quedado estancado en destacar en la disciplina contrarreloj? ¿Y de Miguel Induráin? ¿Y de Ullrich? Y así podríamos seguir hasta el infinito.
Bien es cierto que intentar asaltar cualquier vuelta por etapas con el menú de crono que presentan las carreras es algo ciertamente suicida. Pero, pensándolo bien, ¿acaso tiene alguna otra alternativa? El alemán Tony Martin también se exhibía en Vueltas a Suiza y días sueltos de montaña, y siempre decía que era mejor especializarse y ser top en un terreno que perder esa dominancia por experimentar en otros. Y es sensato. Pero ahora Ganna tiene un problema, y es que la modalidad en la que él es estrella está en recesión preocupante. Incluso el Campeonato del Mundo ha reducido los kilometrajes hasta el ridículo.

Si su casa deja de existir, tendrá que buscar otra forma de hacerse notar. O dejar la vida pasar y conformarse con ser un mero gregario de líderes que tienen mucho menos talento que él. Esperemos que si decide algo de eso, después no se arrepienta. Porque el tiempo, como todos sabemos y espero que Filippo también sepa, no vuelve atrás.
No me estoy refiriendo en ningún momento a buscar ganar un Giro de Italia, ciertamente improbable con la montaña, por ejemplo, que dispensa este 2023. Pero, por qué no, un podio en alguna edición que sea un poco más amable como la anterior. O una Vuelta a España como la que se llevó Evenepoel. Sí, el belga es mucho belga, pero visto el nivel en la crono y lo parcialmente decisiva que fue, ¿por qué no imaginarse a Ganna subir por la autopista de Sierra Nevada marcando su ritmo con los escaladores a 100 metros? Creo que no es ninguna barbaridad.
Pero bien podría empezar por vueltas de una semana. Y no hablo de la Vuelta a San Juan, donde ya ha intentado probarse y se ha demostrado que, salvo el escalador rabioso y con ganas de demostrar que es Miguel Ángel López, ha sido el más fuerte en montaña. El puerto no era ningún Mortirolo, ningún Angliru, y es cierto. Pero también lo es que las primeras plazas fueron ocupadas por los más fuertes cuesta arriba y que éstos eran todos escaladores de postín. Y que llegaron todos ellos prácticamente de uno en uno a la cima, a más de 2700 metros de altitud, no nos olvidemos.

Una París Niza, una Tirreno Adriático… son carreras que deberían estar al alcance por lo menos de sus intentos. Después tiene tiempo para ir afinando de cara a Roubaix, donde por fisonomía y capacidades es un candidato perfecto. A ver si este 2023 nos ayuda a clarificar qué papel quiere Filippo jugar en el mundo del ciclismo y si vamos a tener la suerte de sumarle a las estrellas de este deporte, que en Italia precisamente no van sobradas en este momento. Bien le vendría al país transalpino ilusionarse con un corredor ganador, imperial y aunque se aleje del clásico modelo de escalador de Giro, que puede ser un punto de apoyo para que su ciclismo renazca. Que falta le hace al ciclismo internacional.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto de portada: Massimo Paolone/LaPresse