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Dario Cataldo, el injusto premio al final de su carrera

Como todos los aficionados al ciclismo profesional sabemos, Dario Cataldo fue víctima de un accidente en la primera etapa de la Volta a Catalunya, ya a punto de avistar la recta final de su primera etapa. Mientras Roglič y Evenepoel se debatían entre el primer y el segundo puesto, el veterano corredor italiano del Trek Segafredo lo hacía entre lesiones de alta gravedad y la certeza de que su carrera había finalizado de forma definitiva y de una forma despiadada.

Hubo más caídos, con alguno de los afectados llegando a minutos, pero el rictus de la escena de Dario daba pavor, casi tanto como el parte médico definitivo una vez pasó el transalpino por el hospital de Girona, desde donde horas después, en un alarde de vitalidad y optimismo, señaló que su carrera no terminaba aquel día. Que su ímpetu por continuar sobre la bicicleta iba a sobrevivir hasta que él tomase la decisión de aniquilar sus minutos en el ciclismo. A los 38 años Cataldo tiene prácticamente todo hecho en este deporte, a excepción del broche, del aplauso generalizado, del cierre.

Como sucede en el teatro o en una película, los últimos instantes son los que permanecen, como en general los recuerdos. También de los ciclistas, por ello aquel pensamiento racional de dejar algo en el punto álgido, dejar un cadáver bonito para ser recordado joven y bello (de forma figurada, claro). Que a un corredor con la trayectoria del ciclista de Lanciano (¿puede haber nombre más ciclista para bautizar el lugar de nacimiento?) se le recuerde por una escalofriante caída sería una lástima y una injusticia con un corredor que ha sido capaz de mantenerse a flote en el profesionalismo durante diecisiete temporadas.

Un corredor que además lo ha hecho en equipos punteros desde que debutara en aquel Liquigas de Pelizzoti y Nibali. Quick Step y toda su macroestructura de éxito y fortaleza contó con él durante cuatro años. Anduvo en los mejores escenarios y lo hizo muy bien. También en Sky, donde fue capaz de dominar el ciclismo junto al Imperio Británico. Vivió bien en el Astana de nuevo de Nibali, siendo un hombre clave en muchos momentos. O en Movistar, pasando dos años muy buenos que le valieron el pase a Trek Segafredo, donde le restaba aún un año de contrato después de esta temporada corriente.

Dario Cataldo se lleva dos etapas en grandes vueltas, logradas de forma sobresaliente. En Vuelta y Giro, 2012 y 2019 respectivamente. Ganar en la etapa reina de la Vuelta está muy bien, pero hacerlo ante el tercer clasificado del Giro en un mano a mano que aún se recuerda por transitar las durísimas rampas del Cuitu Negro, apéndice que alcanza por encima de la estación de Pajares, en Asturias. Lo hizo más rápido que el belga, que no es precisamente manco en resolución de escapadas. Un ciclista como este, con gran desempeño en la contrarreloj, haría las rampas como si de una crono se tratase. En esos terrenos un buen rodador luce casi más que un gran escalador.

En cuanto a su triunfo en el Giro, también tuvo lugar en la tercera semana, en Como. Una especie de Lombardía de juguete, con algunas de las subidas más famosas del Monumento final y los favoritos apretándose mutuamente los unos a los otros. Cataldo llegó escapado con el también italiano y prometedor Cattaneo, al que batió en meta. Con su rival aquel día para resolver la escapada ya estuvo en disputa en un Baby Giro que ganó allá por el año 2006, justo antes de ganarse su paso al Liquigas, que entonces era el equipo italiano por excelencia.

También fue campeón italiano de crono, lo cual le permitió lucir la tricolor en este tipo de pruebas, algo que para un italiano es oro. Como oro será el tiempo que pueda andar en bicicleta a partir de ahora, o al menos así será visto. Las lesiones son importantes, ya se recupera en casa y poco a poco irá recuperando la normalidad que por suerte podrá volver a disfrutar. Y es lo importante. Pero sin duda también intentará regresar, la raza de este ciclista está fuera de toda duda y no la hay con respecto a verle de nuevo subido a la bicicleta y, por qué no, de vuelta en el pelotón.

Puede que sí, que sus mejores días hayan pasado. Quizá hubiesen pasado igualmente, pero desde luego que ahora tiene la oportunidad de recuperarse, regresar y ser despedido como se merece, desde el pelotón, en el lugar que él elija y no donde el destino quiera recluirle. Sin embargo, esa página negra de su biografía que parecía ser la última, le ha dado sin querer la oportunidad de tener un final mucho mejor, que es como un héroe, recordado de esa manera para los restos, como un sufridor y un tipo indomable que forja a base de esfuerzo e ilusión por su profesión los pasos de su destino. ¡Dai, Dario!

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Álvaro Campo

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