Dicen aquello de “tanto va el cántaro a la fuente…”. Se podría aplicar un refrán parecido a “tanto va el cántabro a la fuente…”. Y es que David (De la Fuente) era un ciclista muy insistente, y esa era quizá su mejor virtud. Gregario fiel, incansable, buscaba gotas y gramos de fuerza en cualquier parte de su cuerpo, escurriendo sus músculos en favor de un líder que de una forma u otra aprovechará ese esfuerzo encomiable para sus fines.
Natural de Reinosa, localidad que ya tiene amplia relación con la montaña de por sí, nuestro protagonista arrancó en el profesionalismo en un lugar poco habitual, en Italia, en el Vini Caldirola. No era extraño relacionarlo con el caso de Igor Astarloa, que se crio en equipos italianos. El de Ermua fue campeón del mundo en 2003, año en el que debutaba De la Fuente en el conjunto transalpino. Casualidad o no, en su paso por amateurs estuvo en Saunier Duval, equipo en el que recaló después de su breve aventura en Italia. Fue clave el movimiento de una escuadra a otra de Joxean Fernández ‘Matxin’, que siempre ha tenido en gran estima a David de la Fuente.
Con sus paisanos consigue muchos hitos, como debutar en el Tour de Francia en el año 2006. En él fue uno de los nombres destacados. Se enfundó el maillot a topos rojos y coronó el Tourmalet, casi nada. Numerosas fugas, eléctrico, incansable. Tanto que a la organización no le quedó más remedio que darle el premio al ciclista más combativo de la edición. Subió al podio de París en lo que debería contar como una victoria como profesional.
Aún tardó en llegar la primera. Fue en 2007, en el Gran Premio de Llodio. Etapa en la Vuelta a Alemania, el GP Miguel Indurain, una etapa en el Trofeo Agostinho y otra en la Vuelta al Lago Qinghay, en China. Su paso por los equipos continentales portugueses vio el final de su carrera, con un interludio en un conjunto turco, el Torku Sekerspor junto a su amigo Cobo. Antes de marcharse, en un plano cronológico inverso, pasó por el siempre prestigioso Caja Rural y luciendo los colores verdes de su maillot les hizo debutar en la Vuelta a España que salió de Pamplona. Otro hito.

Curiosa su relación con las grandes vueltas. Nunca debutó en el Giro de Italia, corrió cuatro Tours y siete Vueltas. Sus líderes consiguieron dos rondas de tres semanas y le tuvieron a él como uno de los mejores gregarios. En 2010 fichó por el Astana de Contador tras repartir corredores con el RadioShack de Armstrong y Bruyneel. Ciclistas muy fieles, aún siendo de un nivel inferior al equipo norteamericano. Ganaron la general con un derroche de pundonor por parte de David, que se dejó la piel por su líder.
Un año más tarde, con el regreso de ‘Matxin’ al profesionalismo de la mano del breve Geox, el cántabro fue incluido en el equipo que protegió a Juanjo Cobo para ganar la Vuelta. Estuvo cerca de ganar una etapa muy meritoria en la cima de La Farrapona, en Asturias, que para más inri se estrenaba ese año. Iba a ser la foto que valía una carrera deportiva. Sin embargo, su paisano estaba rompiendo el pelotón por detrás y consiguiendo distancias con Froome y Wiggins. Por tanto, tuvo que dejarse caer de la dupla de cabeza de carrera y regalarle al estonio Rein Taaramae su gran día de gloria.
Curioso que sus dos grandes ganadas hayan sido arrebatadas a sus vencedores originales. Una lástima porque el pundonor de este corredor merecía más gloria. Retirado en 2021 tras continuar en el pelotón hasta los 40 años, ha sido un buen gregario del que la gente todavía se acuerda por lo combativo que era.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Sirotti