HC Historia

David Etxebarria, el Valverde de Urkiola

Oír hablar de David Etxebarria era hacerlo de todo un campeón del Tour del Porvenir, con todo el halo que desprende esa afirmación y en un momento, el año 1996, donde aún el aficionado español no se había recuperado del fracaso del intento de sexto Tour de Miguel Indurain. La ilusión en torno al ciclista vasco era palpable. Una especie de mesías que venía en camino mientras el testigo (y las bofetadas) se las llevaba el también vasco Abraham Olano. David Etxebarria corría en la ONCE de Manolo Saiz, debutando aquel año 1995 precisamente con una victoria en el mini Tour. Cuando en su segunda temporada su palmarés empieza a engordar con la victoria final en la prueba francesa y alguna que otra carrera de prestigio en España como el Trofeo Luis Ocaña, en Cuenca, el GP de Llodio o una etapa en la Vuelta Asturias, se hace impensable que el corredor nacido en Abadiano, a escasas pedaladas de Durango y de uno de los puertos más famosos de la geografía de Euskadi, el durísimo y mítico Urkiola, no fuese a ser una auténtica estrella del ciclismo profesional.

Eclipsado por el adiós de Induráin, la mochila de Olano y el buen momento latente del ciclismo español, el menudo ciclista fue seleccionado para el Mundial de 1996, aquel en el que Museeuw se proclamó campeón y que supuso su primera gran experiencia a nivel internacional en este tipo de carreras de un día. Y es que eran esas las que le arrebataban minutos de sueño y no las grandes vueltas. En 1997, además de llevarse una etapa de la Vuelta a Suiza y otra en la extinta Valles Mineros, fue tercero en el Campeonato de España que colgó la medalla de oro a José María Jiménez. Y es que el abulense se impuso en un recorrido durísimo, celebrado en Melilla y en el que sólo pudieron finalizar 28 corredores. Ello indicaba la clase de ciclista de la que estamos hablando.

Sin embargo, 1997 será recordado por David Etxebarria por ser el año en el que debutó en el Tour de Francia, una prueba con la que iba a tener una relación especial. Sí, le gustarían las clásicas, pero tuvo que ir adaptándose al guion que en su equipo le marcaban, más orientado a las vueltas por etapas. El vasco era un ciclista rápido, con gran habilidad para el descenso, explosivo y con calidad en las subidas de poca duración, aunque a veces también en las etapas duras, ¿les suena? Características muy similares a las que después explotó y rentabilizó de forma superlativa Alejandro Valverde. Lógicamente el palmarés de uno y otro no tiene parangón. Ni siquiera las capacidades físicas del todo. Pero sí que coincidían en bastantes aspectos como el amor por la Lieja-Bastogne-Lieja y las pruebas de un día.

Elio Aggiano tira del pelotón en presencia de David Etxebarria, con gorra blanca, y que controla su movimiento © Sirotti

Antes de llegar a sus éxitos en las Ardenas, Etxebarria saltó al estrellato por la puerta grande. Tuvo lugar en el Tour de Francia de 1999. Su líder, Abraham Olano, estaba realizando un buen Tour, aunque lejos de las expectativas que había generado. El de Anoeta sufría en las montañas y ni siquiera se terminaba de encontrar en las contrarrelojes. David aprovechó el tanto de libertad que le concedió su equipo en las jornadas del Macizo Central francés. Se llevó con maestría la etapa de Saint Flour, siendo el más listo. Pero es que también se llevó una segunda victoria en la última etapa de los Pirineos, con Tourmalet y Aubisque en el menú. Y no fue sencillo, porque ese día los favoritos jugaron a grande y rompieron el grupo en varios trozos en la subida al Aubisque. Escartín ganó ese día su derecho a estar en el podio de París por única vez en su carrera, y el ciclista vasco levantó los brazos en un sprint final de lo que ahora conocemos como ‘la fuga de la fuga’ (gracias, Chente) para alzarse como una de las estrellas del ciclismo.

Ganar en el Tour es complicado, pero repetir victoria en pocos días está al alcance de muy pocos. En Francia gustó mucho su entusiasmo a la hora de celebrar las victorias, así como destacaba su forma inteligente de correr y de ejecutar. Por si fuera poco, gracias a las fugas, se coló en el top 12 de la general final. Una maravilla que no pasó desapercibida para su director, Manolo Saiz, que le encomendó para el año siguiente un objetivo tan ambicioso como posible: la Lieja-Bastogne-Lieja. Fue segundo, perdiendo ante Bettini y ganando ante Rebellin un sprint final en Ans donde le faltó tener más suerte con los compañeros de viaje, que eran absolutamente brillantes. Ningún ciclista español había triunfado en esa línea de meta. David estuvo a un palmo de lograrlo.

Ese mismo año 2000 regresó al Tour, aunque nunca fue lo mismo. Ese invierno todo iba a cambiar para el corredor de la ONCE, que precisamente buscaría un cambio de aires para encabezar un proyecto como el de Euskaltel Euskadi que necesitaba una cabeza visible para dar el salto a la invitación al Tour de Francia. Aquel año 2001 no consiguió repetir las temporadas pretéritas, pero sí que se consiguió el objetivo, que era estar en la Grand Depart del Tour. El maillot naranja iba a colarse por fin en el mejor escenario del mundo. El problema fueron los esfuerzos que algunos ciclistas tuvieron que hacer en la primera parte de la temporada para así convencer con resultados a la organización, lo cual pasaría factura durante el Tour propiamente dicho. Un mes de julio donde brilló Roberto Laiseka en Luz Ardiden y todo cobró sentido.

David Etxebarria se lamenta ante la victoria de Bettini en Lieja Bastogne Lieja © RTBF.BE

En ese transcurso, volvió a Lieja e intentó la machada. Se enfrentó a Camenzid (ganador), Rebellin de nuevo, Casagrande, Boogerd… y finalizó tercero. Un bronce que tuvo mucho mérito por la calidad y la cantidad de malos clientes que llevaba. Se había doctorado en uno de los Monumentos, ahora vestido de naranja. A partir de ahí, con el equipo ya asentado en la élite, perdería un poco de fuelle en esas carreras de primer orden. Siguió intentando repetir en Tour o Vuelta los éxitos de años anteriores, pero los esfuerzos fueron en vano. Sí que triunfó en casa, donde se había impuesto en la Euskal Bizikleta en 1999, esta vez en la Itzulia. Fue segundo en la clasificación general, ganando la última crono y cediendo únicamente ante un Aitor Osa que había obtenido su ventaja en una fuga consentida a la que nadie dio la importancia que debía. Las duras rampas de Azurki no dieron para separarle de su paisano. Dos etapas, eso sí, en aquel doble sector. Fue el día de David Etxebarria, aunque no le daría para llevarse la general.

Tras un periplo en el equipo naranja, regresó de nuevo al clan de Manolo Saiz, donde coincidió con muchos antiguos compañeros de la ONCE que aún permanecían. No fue posible recuperar el mejor rendimiento, aunque se llevó eso sí la Klasika de Primavera. Una despedida de las victorias que llegó antes que la real, con todo el affaire de la Operación Puerto. Hizo una buena temporada de clásicas aquel año 2006 y vivió desde la carretera la primera victoria española en el Monumento a cargo de Alejandro Valverde. David fue 13º, ese número a evitar y que tras un mes de junio convulso dio con el ciclista vasco colgando la bicicleta. Juicios en los que estuvo de testigo por el presunto caso de dopaje más mediático de la historia y tras el que muchos ciclistas quedaron apartados del acceso al primer nivel del ciclismo.

Un total de 16 victorias jalonaron su palmarés, siendo uno de los ciclistas más importantes de la ONCE en el Tour a punto de ese cambio de siglo, y al mismo tiempo en Euskaltel, donde su ayuda dando presencia en múltiples carreras y el recuerdo que se tenía de él en Francia terminaron por hacer ceder la balanza hacia el lado que quería el equipo vasco. Ahora director deportivo, aún se recuerda su paso por la élite.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Sirotti

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