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David Gaudu y el bulevar de los sueños rotos

El corredor francés David Gaudu ha sido junto a Tadej Pogačar el nombre más reforzado de la recién terminada París Niza 2023. El ciclista del Groupama FDJ no ha ganado la carrera, ni ha derrotado a un gigante que recupera el autoestima de cara al mes de julio como el esloveno de UAE. Sino que en las etapas que han supuesto un test real de fuerza, ha sido capaz de estar a la altura del considerado actual dominador del ciclismo internacional. Eso en cualquier sitio sería esperanzador, un motivo para celebrar la confirmación de un gran talento como David en una auténtica realidad a sus 26 años. Ese tiempo de eclosión más clásico que nos muestra a un escalador sólido y determinado que tras perseguir al sol y al viento en esta París Niza de siete días ha salido de ellos con una conclusión entre ceja y ceja: ocupa en estos momentos la pole position para ser la alternativa a estos dos monstruos del pasado Tour 2022 de los que todo el mundo habla.

En los momentos clave, aquellos en los que la carretera se empina de cara a meta y ya es todo únicamente cuestión de pedirle a las piernas el máximo, Gaudu ha sido el segundo en discordia. Por lo tanto y ante la ausencia de Geraint Thomas, tercer clasificado en París en 2022, el cuarto, que fue precisamente el francés, sube enteros para convertirse en una nueva ilusión para el público francés, que acumula ya demasiadas decepciones en el armario. Ese boulevard de los sueños rotos al que cantan Sabina o Green Day es más un museo de cera que el Hall of Fame, con cadáveres simbólicos incluso dentro del propio Groupama FDJ encarnados en la figura del ya cercano al ex ciclismo como Thibaut Pinot.

Salir de la montaña de La Couillole con apenas unos segundos de retraso y arrancar la etapa de Niza con más esperanzas que opciones de ganar es ya un paso de gigante para un ciclista que se conformaba con estar entre los mejores a estas alturas de año. La siempre competitiva figura del ciclista francés, y más en su casa, se ha levantado sobre sus fantasmas, los que la historia trae a colación una y otra vez desde que Hinault levantó la copa de campeón del Tour en 1985. Ser príncipe heredero, el segundo en discordia, le otorgaría la presión no ya sólo de rendir, sino de plantear alternativa, de ser oposición al poder establecido, por muy poderoso que éste sea. Un debe que tiene una gran ventaja, y es que ante cualquier incidencia, el reino sería suyo, la historia sería suya y borraría un nombre para escribir otro en la leyenda.

Brillar en la París Niza no le va a cargar con esa presión todavía, aunque sí comenzará a aparecer en las quinielas. Los duelos y los parámetros de un año no sirven para otro, por lo que ya el mero hecho de contemplar el Tour 2023 al mismo nivel del Tour 2022 es un error. Nadie dice que el mayor rival de Tadej Pogačar vaya a ser Jonas Vingegaard del mismo modo que nadie daba un duro por él antes de aquella etapa del Mont Ventoux en la que puso en apuros al esloveno. Con David pasa exactamente lo mismo. Cada situación es diferente e impredecible. Cada año una nueva historia que comienza desde cero. Por eso, el haberse quedado tan cerca de un ciclista que está mostrando una forma tan extraordinaria hace pensar que el bretón ha dado un paso más de cara a este 2023 donde se espera mucho de él.

Quitadas las caretas, queda preparar mentalmente al nuevo campeón, que según dicta la lógica será el líder del equipo en el mes de julio, compartiendo plaza con un elenco de buenos corredores entre los que destacará él, don Thibaut Pinot. Un imán mediático que le restará brillo y moscones, que no vendrá nada mal en este contexto. Además, será el Tour de su despedida, por lo que la tournée del antiguo líder único de Groupama FDJ pinta a casi cuestión de estado. Ocultándose tras la chepa y sombra del también francés sólo cabe el deseo de que la suerte no sea esquiva y poder competir en igualdad de condiciones con sus rivales por el cajón de París, objetivo que esta vez sí parece más realista que nunca. Porque no es lo mismo ser cuarto en la distancia que tercero aspirando incluso a superar al segundo.

Y es que a Vingegaard le ha batido fácilmente en esta París Niza que se suponía una primera piedra de toque de cara al mes de julio. Quedan meses, no es lo mismo una carrera de una semana con un día de descanso improvisado que tres semanas por el candor del interior de Francia. Y no será el mismo Vingegaard al que se enfrentará en verano que el que en estos todavía días de invierno hemos observado derrotado ante su archienemigo y ante el disimulado aspirante a heredar un trono vecino más pequeño, pero también importante.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: ASO/Aurelien Vialatte

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