Ciclistas

David Millar, el antecedente británico de Brailsford y Sky

El escocés David Millar fue uno de esos ciclistas irreverentes que innovó, trajo de vuelta el espíritu de un ciclismo crítico, que exige pero al mismo tiempo da. Una especie de Robin Hood que quitaba razón a los ricos sin dársela necesariamente a los pobres. Argumentos que se vieron afectados por sus supuestas relaciones a personajes tan relacionados al doping como Gaumont, lo que le retrajo de su palco privilegiado, que recuperó una vez superada su sanción, aunque mucho más cuestionado tras todos estos sucesos. Admitió el consumo de EPO en sus años de gloria, lo que le supuso dos años de sanción. A su regreso siguió mostrando la clase que antaño le convirtió en una estrella, sobre todo de la contrarreloj. 

Fue quien batió a Armstrong en el inicio del Tour del 2000, lo que le catapultó a la fama internacional. Pese a los intentos, jamás repitió una gesta similar en la ronda gala. Sí en la Vuelta, donde ganó la contrarreloj inicial de Salamanca. Repitió victoria en Torrelavega, en el velódromo Óscar Freire, ante el colombiano Santiago Botero en un día de media montaña. Al parecer, aquello fue el punto de inflexión para que el británico observase en sí mismo capacidades para luchar por las grandes vueltas. De ese modo, preparó la edición 2002 de la Vuelta con mimo, intentando mejorar en montaña, siendo como era un dominador de las pruebas cronometradas. Una historia muy similar a la vivida con el pistard Bradley Wiggins unos años más tarde, con el resultado por todos conocido. 

Las cosas no iban como esperaba, aunque en su pelea por mantener una buena clasificación se enfrentó a la brutal ascensión al Angliru asturiano, entre la lluvia. Se cayó bajando el puerto anterior, pero se llegó a caer subiendo el propio gigante montañoso. Lleno de rabia e impotencia, completó la etapa y antes de pasar la línea de meta, la sorteó por fuera y a casa. Fue su manera de protestar por el caos que esta subida había generado en la carrera. Genio y figura. Regresó a la ronda española durante varias temporadas más, con victorias de etapa brillantes y ya centrado de nuevo más en los parciales que en las generales, donde vio que no tenía mucho que hacer ante los explosivos escaladores. 

El corredor afincado en Biarritz y clásico de Cofidis vistió los colores del conjunto francés hasta su sanción, de la que regresó con los del Saunier Duval español. Regresó ganando una crono en la Vuelta tras haber completado el Tour de Francia, que comenzaba una semana después de cumplir el tiempo de penalización. Su discurso cambió mucho, siendo mucho más ácido hacia el doping y proclamándose una de las banderas del supuesto nuevo ciclismo, más limpio y ejemplar. Hablamos de días en los que coleaba la Operación Puerto, de cuerpo presente. Él tuvo poco que ver con ella, si bien la trama por la que presuntamente se le investigó no se quedó atrás. Incluso narra la leyenda que fue detenido mientras cenaba con Dave Brailsford, el después cerebro del Sky británico

Equipo, por cierto, al que nunca se ha relacionado contractualmente, cabe preguntarse por qué, con toda la relevancia que tomó y la importancia previa de Millar en el ciclismo británico. País (Escocia) con el que rechazó participar en unos Juegos de la Commonwealth para competir con Cofidis. Al haber nacido en Malta, utilizó su nacionalidad cuando le vino bien. Con la bandera escocesa se proclamó campeón del mundo en contrarreloj el año 2003, aunque le fuese arrebatado el título, que pasó al australiano Michael Rogers. Pero en lugar de entrar en los planes del Sky, se hizo fuerte en la estructura de Jonathan Vaughters, el Garmin Sharp, Slipstream o cualesquiera de las denominaciones que se le asignaron al equipo. Hoy es el Education First de Richard Carapaz.

Toda vez que abandonó la práctica del ciclismo profesional en 2014, se dedicó a ostentar cargos de asesor de la UCI en cuestiones protocolarias relacionadas con el mal tiempo y los pasos a seguir en determinadas situaciones. Un papel que ha ido combinando con ser comentarista de diversas televisiones en retransmisiones de ciclismo. Una voz muy autorizada para valorar una época del ciclismo de tres velocidades, la que vivió él, con culpa, sanción y perdón, otra con impunes y una con ciclistas directamente apartados. Ahora sucede parecido, aunque ya no hay voces que se alcen para protestar contra las injusticias y remover todo aquello que haya que remover con tal de tener un ciclismo mejor. También entrenó a ciclistas como Ryder Hesjedal

Como corredor, David Millar fue impecable, un ciclista con una plata privilegiada, de muy buen rodador, con esos looks (sobre todo, de gafas) un tanto innovadores, y esos buzos que él puso tan de moda, con los brazos plateados para marcar la diferencia con las técnicas hasta entonces utilizadas. Él solo daba sentido al Cofidis y lo hacía imprescindible en todas las carreras, para las que entonces el equipo galo necesitaba invitación. Era un hombre rápido, como buen pistard, y sabía muy bien cómo poner el pelotón en fila de a uno. Su capacidad en contrarreloj bajó en prestaciones por ir mejorando en subida. Nunca hasta extremos de ser un gran escalador, pero sí como para ser un coequipier más que válido en esas lides. 

Un ciclista que elevaba el nivel medio de sus equipos, mucho más en su parte final, donde tenía ese poso de experiencia y calidad, en combinación con esa planta perenne que estaba sólo al alcance de unos pocos privilegiados. El recuerdo del David Millar imperial, irónicamente británico, y crítico con todos los estamentos del ciclismo, permanece aún hoy en el aficionado. Sus victorias más célebres también, con esos detalles de derrota en la carretera, pero victoria al mismo tiempo por tener a todos los ojos apuntando hacia él. David Millar, genio y figura, recuperando un apellido escocés que tuvo mucho que decir en el mundo del ciclismo una década antes. 

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: Sirotti

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