Historia

David Moncoutié, el grimpeur de Sena y Marne

Federico Martín Bahamontes y Lucien Van Impe fueron durante décadas los dominadores de la montaña del Tour de Francia. Años después llegó un francés nacido en Casablanca (Marruecos) a batir un récord que ha dejado bien caro para el siguiente que quiera batirlo.

David Moncoutié fue un corredor con mucha expectativa a sus espaldas cuando comenzó. Procedente de una familia de carteros, se convirtió en ciclista profesional en el año 1997, con apenas 22 añitos de edad. Una edad habitual para el contexto de la época, por otra parte, aunque ahora ya ganen Tours de Francia a esas alturas. Siempre fue un buen escalador, uno de los más afamados de esa generación que llegó después de Virenque y cía y que sostuvo un momento muy complicado de la historia del ciclismo francés, que fueron los años post-Festina.

Corriendo en Cofidis, únicamente tenía ojos para el Tour. Llegó a clasificarse 13º, pero la sensación siempre fue que no era lo mismo que sus antecesores. Eran años en los que Francia perdió muchas referencias en las grandes vueltas y se tenía que conformar con las escapadas y triunfos parciales. Una era complicada en la que la presión habitual estuvo todavía más desatada. Moncoutié decepcionó porque se pensaba que sería uno de los grandes líderes del ciclismo mundial, o al menos que fuese algo más que un cazador de fugas. Escapadas que, por cierto, le llevaron a ganar dos etapas del Tour de Francia.

Una vez se aceptó de forma generalizada que David no iba a ser Richard, ni Bernard, ni Laurent, él mismo se relajó y comenzó a ser él mismo. En el año 2008 se produjo un cambio importante en su trayectoria: iba a correr por primera vez la Vuelta a España. Cómo sería que llegada la octava etapa el galo levantó los brazos y comenzó a lucir un maillot que cambió de colores durante los años, pero que le iba a pertenecer durante cuatro temporadas consecutivas. No habría discusión.

David Moncoutié en una meta del Tour de Francia © Sirotti

Aquella victoria en Pla de Beret le hizo abrir los ojos y darse cuenta de que se puede triunfar en muchos más escenarios que un Tour de Francia. La Vuelta le enamoró y desde ese día no faltó a la cita con la ronda española hasta 2012, año de su retirada. Ganó etapa por edición: Sierra Nevada en 2009, Xorret de Catí en 2010, La Manzaneda en 2011. Y en 2012 no pudo repetir éxito, aunque fue ciertamente homenajeado en Madrid por sus logros en la ronda hispana. Quiso despedirse del ciclismo desde ahí. Curioso para ser un francés dedicado al Tour durante años y años de trayectoria (once participaciones).

Fue un digo heredero de Bahamontes, Virenque y Van Impe en el sentido de darle importancia a sus gestas, de querer pasar a la historia de la forma en la que podía, que era utilizar su gran clase como escalador para conquistar cimas una tras otra y devorar sus puntos. Logró enlazar cuatro victorias en la Vuelta a España. El récord estaba en cinco, establecido por José Luis Laguía en los años 80. Otro mito de la Vuelta como Chava Jiménez paró el marcador en cuatro. Ahí se quedó Moncoutié, empatado con dos mitos. Porque él también lo es, pese a no haber alcanzado las cotas que se esperaban de él.

David Moncoutié en una salida de la Route du Sud © Sirotti

En ocasiones todo consiste en encontrar tu lugar y en encontrarte a ti. El francés encontró su sitio fuera de casa, en una prueba amable a su escuadra, que además contaba con Sylvain Chavanel, quizá el corredor más afamado de Francia durante aquellos años junto al imprevisible Thomas Voeckler. La Vuelta fue la respuesta para el escalador de Isla de Francia, que aún así también consiguió victorias importantes en otras pruebas como Dauphiné, Tour del Mediterráneo, País Vasco, L’Ain, etc.

David Moncoutié se adjudicó veinte victorias, lo cual no está nada mal para ser un escalador sin punta de velocidad. Porque no la tenía. Perdió algunas batallas precisamente por carecer de ese espíritu y capacidad rematadora en los metros finales. Muy meritorio lo del francés, un grimpeur puro, de los de antes.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Foto de portada: Sirotti

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