Historia

De guerras entre organizadores y equipos (parte IV)

Enlace a la parte I
Enlace a la parte II
Enlace a la parte III

Con el paso de los años, los equipos fueron entendiendo su fortaleza frente a los organizadores de carreras, siempre que actuasen unidos.

A partir del nacimiento del equipo ciclista ONCE, la figura de Manolo Saiz fue ganando prestigio en el concierto internacional. Y así, en 1998, el director cántabro fue elegido presidente de la Asociación Internacional de Grupos Ciclistas Profesionales. Desde este cargo, y junto al francés Roger Legeay, Saiz sería uno de los grandes impulsores del inicialmente denominado UCI Pro Tour.

Pero en este inicial UCI Pro Tour no estaban las organizaciones de las tres grandes rondas por etapas que, voluntariamente, se quedaron fuera de este entramado. La importancia de estas tres organizaciones determinó que todavía se mantuviese un equilibrio de fuerzas entre los equipos y las organizaciones de carreras.

Para romper esta igualdad era necesario algún movimiento dentro del panorama ciclista. Iba a ser la propia UCI, de la mano de su entonces presidente Hein Verbruggen, quien decantase la balanza a favor del bloque de los equipos.

El neerlandés Verbruggen era máximo rector del ciclismo mundial desde 1984. Al principio al frente de la Federación Internacional de Ciclismo Profesional. Luego ya, cuando pasó a denominarse Unión Ciclista Internacional, Verbruggen la presidió hasta el año 2005. Fue aquel el año de un “memorable” congreso celebrado durante los Mundiales de Madrid, y al que capítulos más adelante haremos referencia. Aquel septiembre de 2005 Verbruggen fue sustituido por Pat McQuaid.

Verbruggen presidió el ciclismo profesional durante más de dos décadas. Su gran objetivo durante aquellos mandatos fue el de la “mundialización del ciclismo”. Que el ciclismo se expandiese mucho más allá de donde hasta aquel momento tradicionalmente se había desarrollado: la vieja Europa. En sus primeros años en la presidencia, el ciclismo profesional vivió mundiales en Colorado Springs y en Utsunomiya (Japón).

Verbruggen fue también el gran impulsor de la Copa del Mundo. Una gran serie de carreras que incluían los tradicionales monumentos europeos más otras carreras con mucha menos tradición. Todas ellas, carreras de un solo día. Se trataba de integrar en un solo bloque a carreras con menos raigambre junto a las carreras más míticas europeas, de cara a que los ciclistas de renombre se viesen obligados también a participar en ellas si querían ganar esa Copa del Mundo.

Aquello le debió parecer insuficiente a Verbruggen. Para ello se alió con Manolo Saiz, del que se puede decir que acabó siendo amigo personal, y con Roger Legeay.

La idea era que “los mejores ciclistas disputasen las mejores carreras”. Que los mejores ciclistas no se esquivasen, sino que se enfrentasen constantemente entre ellos. Y ello tuviera lugar en los mejores escenarios: ya no sólo en los diez o doce días que duraba la antigua Copa del Mundo.

El ciclismo pasó a dividirse, en la práctica, en por lo menos dos categorías. Quienes estaban dentro del UCI Pro Tour eran la élite; los que manejaban el cotarro. Los equipos que se aseguraban unos cien días de competición en un circuito que aspiraba a extenderse a los cinco continentes. Y, por otro lado, las escuadras que se quedaban fuera de ese circuito, y que sólo acudirían por invitaciones a algunas de aquellas carreras.

Además, las escuadras ciclistas de esa élite se aseguraron que quienes constituyeron aquel primigenio UCI Pro Tour, estarían por lo menos cuatro años en la máxima categoría. No había ascensos ni descensos. Con lo que aseguraban la rentabilidad de los patrocinios, aún a costa del interés deportivo. Era una “liga cerrada”.

Sin embargo, pronto hubo ya disidencias en el seno del propio UCI Pro Tour. Se criticaba la celeridad a la que se habían desarrollado los acontecimientos. También se criticaba el hecho de que el UCI Pro Tour se había comenzado a celebrar a principios de aquel 2005 con demasiados cabos sin atar.

José Miguel Echávarri, manager general en aquel momento del equipo Caisse d’Épargne, describía así la situación:

“He sido crítico, pero no porque crea que no haya que cambiar las cosas sino por la precipitación y la forma en la que se ha hecho todo. Estamos a menos de un mes para que empiece la primera carrera del UCI Pro Tour y todavía no hay un acuerdo con los organizadores. Si miras la página web de la UCI, aún no están los reglamentos. Tampoco se sabe nada concreto sobre si se van a televisar o no las carreras… Tal y como están ahora mismo las cosas, estoy de acuerdo en que hay que pulir muchas de ellas, pero podíamos haber esperado un poco, que llevamos toda la vida con los mismos reglamentos y hay que darse tiempo. Va a ser un año de mucha ansiedad para todos los que estamos en el UCI Pro-Tour, los que no están y también para los organizadores de las carreras”

“Estamos queriendo hacer una Champions League pero sin dinero, costándonos mucho a todos y, en principio, sin ingresos. No creo que sea una fórmula válida. El que lo ha impuesto tendrá unos horizontes muy lejanos y un día supongo que intentará recompensarlo. Pero ahora hay que hacer pruebas de magia para tener equipos competitivos en todas las carreras en las que estamos obligados a participar. Hay que tener suerte, salud y muchos corredores para un calendario tan exigente”

No había duda, de que con las palabras “el que lo ha impuesto”, Echávarri se estaba refiriendo a Manolo Saiz. No hacía falta ser muy sagaz para entenderlo…

Continuará…

Escrito por: Raúl Ansó Arrobarren (@ranbarren)
Foto: HadrianoBike, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *