El Principado de Mónaco es bien conocido en el mundo del deporte. Además de ser uno de las mecas del automovilismo, la proximidad a las montañas pre-alpinas y la Cote d’Azur (o Riviera Francesa, como también es conocida toda esta costa), atrae a un gran número de ciclistas profesionales -algunos afincados en Montecarlo- y cicloturistas que quieren disfrutar del buen tiempo y la belleza de la zona. Y lo hace además durante todo el año.
Separado de Niza por el famoso col d’Eze y apenas 20 kilómetros, la variedad de puertos a disfrutar es increíble. Desde los clásicos Turbie (justo en la montaña que visualiza Mónaco desde las alturas), Vence o Porte hasta las más desconocidas carreteras que ascienden a los sitios recónditos de estas sierras y que respiran el aire del mar.
Desde Mónaco se parte, camino de Menton, localidad vecina, a través de Cap Martin. Estos kilómetros servirán de calentamiento. El tráfico es abundante, por lo que habrá que tener paciencia. Hay varias alternativas, aunque suben por la montaña y añaden dureza. En definitiva, en apenas unos minutos nos plantamos al pie de La Madone, a donde llegaremos en esta ocasión. Serán unos 12 kilómetros desde el cruce. Mucha dureza en sus primeros ocho, con media cercana precisamente al ocho por ciento y algún que otro descanso antes del tramo final, que si bien no es tan duro y constante como el primero, sí enlaza dos kilómetros sobre el 7%.
La carretera está en buen estado en todo momento, aunque en la parte final se vuelve algo más áspera y estrecha un tanto más. El trazado se retuerce sobre la roca en las partes altas, con incluso algún túnel sin iluminar que nos dejará fríos en invierno y que servirá de alivio momentáneo en verano. No hay excesivo tráfico, pero habrá que estar pendientes, ya que la visibilidad de alguna curva nos puede dar algún susto. Poco a poco vamos cogiendo altura y despedimos al Mediterráneo, que en los primeros kilómetros de ascensión nos acompaña en una cada vez más intensa lejanía. La arboleda no nos protegerá en exceso, pese a estar presente en toda la subida que no se ve absorbida por la roca.
Esta ascensión ha servido a gente muy célebre en el profesionalismo como Tony Rominger o Lance Armstrong para realizar sus tests de cara a objetivos tan importantes como el Tour de Francia. Pese a ello, no se recuerda tránsito de prueba ciclista profesional por sus rampas. Una lástima dada la belleza de La Madone. Una estética que ha inspirado incluso algún modelo de bicicleta.
Reportaje más amplio y más fotos
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: 1001puertos