El balear se encuentra ante su punto de inflexión. Su calidad es indudable, al igual que sus piernas, pues no es poco precisamente concatenar sendos quintos puestos en Tour y Vuelta sin apenas separación entre ambas como hizo el otoño de la pandemia, o un sexto y un segundo respectivamente como en 2021. Es una muestra de que hay cilindrada, de que el motor responde ante el encadenamiento de esfuerzos muy por encima de los demás. Con salvedad de los ‘bichos’ que actualmente dominan el panorama internacional, Enric es por capacidad uno de los vueltómanos top. Eso es indudable. Y tiene mucho mérito en una época en la que la multidisciplina está más de moda que nunca.
Los debates en torno al ciclista de Movistar vienen dados más por su actitud y forma de conseguir sus grandes resultados, casi siempre a través de esperar, de ser conservador. Una forma de ser más eficiente, pero que reporta poco riesgo y poca gloria si no consigues la victoria. Porque esa es una de las grandes diferencias con los conservadores de antaño, que calculaban los esfuerzos, sí, pero para buscar la victoria. En este caso hablamos de un ciclista que regula el riesgo (que no esfuerzo, por supuesto) para asegurar una quinta plaza o, como máximo, buscar una plaza en el podio. Es legítimo y es muy digno, por supuesto. Tiene mucho mérito. Pero no deja de ser un contrapunto a todos aquellos ciclistas que buscando la primera plaza, incluso sin conseguirlo la gran mayoría de las veces, arriesgaron unas posiciones que después perdieron… o no.
Uno de esos ciclistas con el que se le compara es con Alberto Contador. El parecido es vago porque se trata de ciclistas muy distintos, cómo no, y procede del último año del astro madrileño, 2017, cuando coincidieron en algunos ataques en la Vuelta a España que supuso el adiós del pinteño y tras los cuales fue señalado como el sucesor del vencedor sobre el papel de nueve grandes vueltas. Ni en forma de correr ni en resultados se les puede buscar analogías, pero sí que se veía que Mas iba a recoger el relevo del ciclismo español más por incomparecencia que por golpe en la mesa. De ese modo, sólo Mikel Landa parece estar a la par del líder de Movistar, estando ambos un peldaño por debajo de Roglic, Pogacar y demás estrellas mediáticas del momento.
Esa expectativa fue contraproducente, porque se han generado, se pensó que Enric era un excelente contrarrelojista para ser un escalador y que su carácter iba a mutar hacia un especie de Contador menos saltarín sobre la bicicleta. Ni una cosa ni la otra. Y no tiene por qué ser necesariamente negativo. Es. Sin apellidos. Esa expectativa quizá ha producido un tanto frustración en el aficionado, que no termina de ver explotar al ciclista que se esperaba, al que se anhelaba. Y es que es difícil responder cuando lo que te precede es Contador, Valverde o Freire. Que pregunten en Francia cuántas críticas reciben sus ciclistas por no conseguir lo mismo que Hinault. El listón con los años fue cayendo. Lo mismo sucederá en España. Pero somos circunstancia y Enric vive en el presente sus mejores años como ciclista.
Un 2022 en el que se presenta un momento clave de su trayectoria. A punto de entrar en su madurez deportiva, y tras ser segundo en la Vuelta a España por segunda ocasión, debe pelear por conseguir el primer lugar del cajón. Con los eslovenos es muy complicado conseguirlo, pero al menos definirse como un ciclista que quiere ser ganador, no un invisible pasajero del vagón siguiente a los grupos que deciden las victorias. Tiene nivel para estar en el primero, así que no se le exigirá menos si realmente quiere ser tratado como un aspirante. Landa de vez en cuando nos regala alguna cabalgada que reanima la fe de sus seguidores en él. Mas necesita dar algún bocado para seguir apoyándole como un candidato a ganar grandes vueltas.
Tal vez, visto el nivel de los ‘bichos’ en el Tour, debería buscar un calendario alternativo que le permita engordar palmarés, sobre todo. Es seguro que tarde o temprano intentará capear en el Giro, pero no es menos cierto que es algo que tarde o temprano harán Roglic y Pogacar. Si sucede, estamos en las mismas, con el camino bloqueado hacia la victoria por los ciclistas tan superiores contra los que pelea. Aceptando que no va a convertirse (ni su equipo) en una especie de Carrera + Chiapucci + 1992 + Sestrieres, el nivel atlético es el que cuenta. Y en ese aspecto está muy por debajo por el momento. Cuestión será de ir viendo la evolución y las progresiones y regresiones de unos y otros.
Una propuesta a lo Nibali, evitando a los dominadores y alzándose con la victoria en las tres grandes. También recordado por su forma de correr, optimizando sus cualidades y explotándolas al máximo para buscar el primer puesto. Podía ser un buen espejo para Mas, si bien corre en un equipo donde el riesgo suele ocupar niveles bajos. Habrá que ver a su vez si el nivel que ha dado hasta la fecha en el Tour es su techo y si quedan peldaños por subir en esa escalera. Mientras tanto, démosle el beneficio de la duda y confiar en que sus intenciones de cambiar de objetivos y mentalidad van a ser reales en las grandes de este 2022.
Escrito por HC Wanders (@hc_wanders)
Foto: Sprint Cycling Agency / Movistar Team