Opinión

¿Deberían suspenderse los descensos del UCI World-Tour?

La respuesta es clara: bajo ninguna circunstancia. No pecaré yo de defender en demasía a la UCI. Sus prácticas van bastante alejadas de sus prédicas, siempre valorándose como guardianes del deporte al que se supone que representan cuando en realidad únicamente se erigen como salvaguarda de sus propios intereses. Males históricos del mundo. Pero en este caso, sea por lo que fuere y aunque su intencionalidad fuese reactivar todo el calendario con el objetivo de asentar todas esas carreras que al fin y al cabo deben pasar por caja para mantenerse en el calendario año tras año, el diseño de competición que ha registrado la UCI ha funcionado. Las carreras que en ningún caso entrarían en el objetivo de los equipos implicados en el posible descenso y que todos de una manera o de otra estamos siguiendo por esa incertidumbre es mérito de la organización mundial del ciclismo.

Faltan muchas cosas por pulir, como por ejemplo que las puntuaciones de pruebas con poca tradición o de un día cuenten más que una etapa en una gran vuelta o la mitad que un podio en una carrera de tres semanas de competición. Esos desajustes son los que se deben precisamente ajustar para próximas ediciones, por buscar un equilibrio. Sí, también se busca que no todo se centre en el mismo calendario y que no todo gire en torno a las grandes, lo cual es un acierto. Esa armonización se ha demostrado que era posible y que con buscar simplemente que hubiese movimiento y competición entre los equipos el ciclismo podía ganar en interés.

El problema viene por otro lado en esta ocasión. Los resultados que se tienen en cuenta son los que afectan a las tres últimas temporadas, los llamados trienios. Obviamente, los equipos afectados por esta competición, los que tendrían opción de descender, han propuesto la suspensión cautelar de su aplicación. Una medida que haría que en el World Tour hubiese veinte equipos en próximas temporadas. Pero, ¿qué pasa con las invitaciones a escuadras del Pro-Conti que los organizadores quieran cursar? Iría en contra de precisamente dar esa competitividad a las pruebas. En Bélgica, invitar a equipos curtidos en clásicas y locales animará sus pruebas. En España, dará más vida un Kern-Pharma que un World Tour que únicamente quiere cumplir expediente. Aparte de injusto, es bastante insano para la construcción de ese tejido inferior que aparte de nutrir a la máxima categoría con fichajes y formación de jóvenes, también cumple su papel de ofrecer lucha, resistencia, competitividad. Si optamos por crear un cortijo cerrado volveremos a la casilla de salida.

Observo que el problema ha estado en no tomarse en serio la aplicación de la competición. Es cierto que la UCI carece de credibilidad en muchos aspectos y en este en concreto, también. Es más, la respuesta debió ser inmediata en la negativa a ni siquiera valorar los argumentos de los firmantes. La competición ha sido así para todos, han tenido tres años para competir. Algunos equipos como el Movistar han dejado para última hora esta lucha. Las orejas y el lobo. El mero hecho de que se esté valorando ya resta enteros a una magnífica idea para reactivar el mundillo World Tour. Como sucede con todo, en caso de que hubiese algún argumento sólido para ir contra los descensos, se debería haber planteado anteriormente, cuando la dificultad supuestamente existía.

Los equipos achacan dificultad por el periodo de pandemia. ¿No fue acaso para todos por igual? El año 2020 ha sido el más difícil para el ciclismo quizá desde la celebración de la II Guerra Mundial. E, insisto, ha afectado por igual a todos los equipos, restando competiciones y dificultando las planificaciones. Pero estamos hablando de un trienio, de tres años de planificación en los que se conocía que el descenso era una posibilidad. La escasez de puntos quizá sea cuestión de tres años mal planteados y no de uno solo. Las casas comerciales, por supuesto, mirando por su interés y no por el global de su deporte.

Sí, no hay duda de que ese descenso podría afectar a los patrocinadores que sustentan esos equipos. Es obvio. Habrá que evolucionar en ese aspecto y hacia fortalecer los sponsors pese a no estar en el World Tour. Al final, si un equipo ofrece a las carreras, éstas le van a terminar invitando. Nadie es tonto en este circuito. Al contrario, van a tener la ventaja de no verse obligados a participar en según qué pruebas que carezcan de interés para sus marcas. Ventajas de estar fuera de un sistema con muchos pros, pero también con demasiadas normativas y exigencias, la mayoría de las veces inservibles o que incluso de ser útiles lo son para entorpecer la tarea de los equipos y los ciclistas.

Por lo tanto, de las medidas que se tomen con respecto a esta propuesta de absolución para los equipos implicados dependerá precisamente la credibilidad del mismo sistema. Algunos de los equipos inmersos en la lucha, como Israel-Premier Tech o Lotto Soudal, son equipos muy representativos de algunos territorios como puedan ser el país mediterráneo o Bélgica. Sus patrocinios parecen a salvo pase lo que pase. Por jurisprudencia, si ahora se acepta la anulación de los descensos, ¿quién los aceptará en tres años? ¿Van los aficionados y los equipos a tomarse en serio el nuevo trienio por empezar? Yo creo que no. Perderíamos lo andado, lo conquistado.

Como siempre, la UCI mirará lo que más beneficia a la UCI. Si estos equipos saben alinear su interés con el de la organización internacional, tendrán mucho terreno ganado. Miedo me da lo que pueda suceder. La globalización del ciclismo ya ha tenido su choque frontal consigo misma. Australia es un destino muy complicado cuando se está jugando la permanencia de varias escuadras. Europa, todavía el centro del calendario histórico, exige pensar en estos aspectos. Tal vez esos destinos deban ser explorados en épocas más tempranas de la temporada, donde todavía hay ilusión, fuerzas y ganas por asaltar un nuevo año. En época de recogida y en coincidencia de dos eventos generados por la UCI, parece hasta una falta de respeto al aficionado australiano que tiene todo el derecho a ver en su carrera a todos los grandes del ciclismo. Una prueba anual que sigue gozando de importancia, por supuesto.

Con este frente por delante, surge uno todavía más surrealista, como es suspender los finales en descenso. Además de ser prácticamente imposible encontrar consenso en materia de recorridos en algo tan arbitrario como un final en descenso o no, la competición perdería su esencia. Si eliminamos los finales en descenso, ¿qué nos queda? Poco a poco nos están eliminando la contrarreloj, poco a poco las etapas largas ya van siendo parte del pasado. El ciclismo con el que muchos hemos crecido y al que nos enganchamos ya ha pasado a mejor vida. Si en realidad se trata de un globo sonda para prohibir los sprints en descenso, algo mucho más razonable, debería explicarse y aplicarse.

Mientras tanto, un motivo más para debatir, charlar y, de paso, sospechar un nuevo movimiento de la UCI por encorsetar y controlar más su deporte. Un problema que añadir al carrito. Porque los aficionados a los descensos, que son muchos, no van a quedar satisfechos si estos desaparecen. Imaginemos que todas aquellas etapas épicas que han surgido de un descenso se suprimiesen. Esperemos noticias.

Veremos, por tanto, qué sucede con los descensos. Supondría un nuevo bandazo, uno muy innecesario, en la historia del ciclismo. Después vendrán las quejas por bajas audiencias y pérdida de interés por parte de mucha gente en seguir según qué carreras. Vendrán las vacas flacas. Si es que quedan. Y cuando éstas lleguen, la respuesta será muy clarividente y fácil: la culpa de todo la ha tenido el dopaje. Así nos va.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / Ballet / Broadway / Hilger / Maheux

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