Recientemente se ha conocido uno de los bandazos que marcará el invierno ciclista. Deceuninck, marca que encabezaba uno de los equipos más prestigiosos del momento, ha variado su estrategia publicitaria y se ha marchado con Alpecin, un equipo que tiene en sus filas a uno de los grandes baluartes del ciclismo actual: Mathieu van der Poel. Un corredor que da titulares a lo largo de la temporada, para el que hay un menor descanso en épocas donde el resto de ciclistas hibernan y descansan en pro de retomar en enero la vorágine que les suele atrapar durante diez meses. El neerlandés tiene por costumbre dedicar tiempo al ciclocross, por lo que alarga su presencia mediática mucho más que otras estrellas.
Este ha sido uno de los grandes motivos por los que Deceuninck abandona la formación de Patrick Lefevere, además de las reticencias de éste a crear estructuras femeninas y otras razones de inmovilismo que han hecho que la firma belga haya preferido ser incluso cola de león en el proyecto de Alpecin (ahora Alpecin-Deceuninck). Una jugada maestra que les ubica en una posición privilegiada y estratégica no sólo para fichar, sino para convertirse en uno de los equipos referencia en los próximos años.
Estos corredores franquicia son una bandera muy interesante del nuevo ciclismo, ése que busca dar espectáculo más allá de los resultados. Ése que llena titulares y causa verdadera admiración por este deporte. Más allá de las escalas de grises sobre las que se apoyan algunos otros proyectos, los ciclistas totales están cogiendo mucho campo de acción y las marcas, que no carecen de visión, están al tanto y apostando por ello. Deceuninck es la primera. ¿Habrá más? ¿Comenzará una guerra por adquirir marcas antes que corredores?
Es una reflexión que en otros equipos deberían hacerse. O bien plantearse firmar a alguno de este repóker de ases que domina el ciclismo mundial, o bien crear el suyo propio. Lo que está quedando claro es que un podio vulgar en el Tour ya no ofrece los mismos titulares que no hace tanto. En realidad ofrece mucho más tener en cartera a uno de los grandes talentos porque cualquier cosa que logren va a ser catapultada mediáticamente. Las victorias de Van Aert en el barro de cualquier CX son un ejemplo. También una reflexión para ciertos capos a los que únicamente observamos en momentos muy determinados de algunas carreras (si es que se les ve incluso ahí). A veces lograr un hito como el del belga ganando etapas en montaña, sprint y contrarreloj de un Tour de Francia permite más visibilidad que un sexto puesto sin mayor pena ni gloria. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar…
Y ahora la pelota está en el tejado de Lefevere. ¿Firmará un nuevo sponsor? Debería. O debería ampliar la inversión de Quick Step para regresar a una denominación que ha sido histórica. O bien debería reflexionar también (y rápido) para no seguir perdiendo acompañantes en esta aventura. Con las espaldas que tiene el dirigente belga no tendrá problemas para encontrar sustitutos, ha demostrado mucha astucia a lo largo de su carrera. Pero los ciclos se acaban y la flor se agota en ocasiones.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti