El mito del gran Eddy entrando en las Tres Cimas de Lavaredo entre la niebla, las marchetas de Miguel Indurain en Hautacam o La Plagne. No es la primera vez que un ciclista realiza la exhibición que en el camino al Pico Jano llevó a cabo el belga Remco Evenepoel. Hacía tiempo que no se veía un derroche similar de clase y superioridad. Superioridad, sobre todo, mental. Agarró el frente del grupo de favoritos y ya no paró hasta la meta, sin importarle si quiera que Enric Mas (muy buena actuación del español) se colase en la fiesta. Incapaz de darle un relevo y cediendo unos metros en la recta final, el de Movistar parece ahora mismo la alternativa. Aunque queda mucha carrera y lo que hoy es blanco, mañana será negro y viceversa.
Empezando por la jornada siguiente, que corona San Glorio, un puerto de esos místicos que están en mitad de ninguna parte en ese remanso de llanos que espera como quien no quiere la cosa para que los valientes hagan su aparición. Tal vez no en primera persona, pero abierta la veda, los equipos deben tomar cartas en el asunto. Si no se consigue el botín deseado, siempre se puede parar. A meta lleva un plácido descenso de sesenta kilómetros. Hora y cuarto a relevos entre los equipos beneficiados. Suena a buen plan.
Comencemos por la película de la etapa, volvemos al pasado. Una fuga puso la nota de color durante la lluviosa jornada. El descenso de Alisas ya complicó lo suyo, siendo el más sencillo de todos. Nada que ver con el rato que se vivió en la Collada de Brenes, que de un estilo Collada Llomena, sorprendió a los que no lo conocían. Un puertazo en su ascenso, una serpiente envenenada en su descenso. La lluvia lo complicó mucho más. En la previa a esta subida se dieron varios movimientos interesantes. En primer lugar, el Groupama remaba por mantener distancias. Bakelants y Padun amenazaban el rojo. El ritmo se avivaba también por la participación de Remi Cavagna (Quick Step). Olía a zafarrancho. Sin embargo, al llegar a la subida, endurecía Ineos. Turner, chico para todo, lanzaba el grupo a velocidad endiablada cuando una caída cortó el grupo de los favoritos.

Parte de daños aparte, tocó remontar en las faldas de la montaña, sin tiempo para recuperar ni mentalizarse de lo que esperaba. Ineos dio paso a Vervaeke, un buen escalador que viene a la Vuelta precisamente para puertos como ése. Su ritmo puso en plas al pelotón, vislumbrando las intenciones de Evenepoel, que parecía ir súper. Juanpe López se había cortado y era incapaz de recuperar. O’Connor sí que lo hacía tras tener un problema mecánico. Sin embargo, de pronto fue turno del campeón del mundo, de Julian Alaphilippe. Su ritmo fue increíble, tanto en la subida como en la bajada.
Por delante, Mark Padun dejaba a sus compañeros de escapada como quien deja un periódico en un asiento del metro. Coronó e irónicamente comenzó su calvario. Una bajada espeluznante, hermosa. El ucraniano bajó prácticamente parado, realizando una bajada que ni quien les habla en sus días más cruzados. El grupo, también con cierta precaución, le bajó un minuto en cinco kilómetros. Pero el de EF siguió adelante. Llegó el valle y ‘Lou lou’ siguió con su trabajo. Arrimó al grupo a la subida final, donde se vio un gesto que dejaba latente lo que iba a suceder: Remco se quitaba las gafas.
A todo esto, la lluvia no paraba y la niebla se empezaba a tragar ciclistas. Llegó el turno de Masnada, que se había filtrado en la fuga para hacer este trabajo. Su ritmo fue tan pobre que comenzó el festival de ataques. El grupo engordó y gracias a este hecho se marchó Jay Vine. El neozelandés se llevó finalmente la etapa gracias a que obtuvo la distancia en un momento de impás. Entre la niebla alcanzó a Padun y se anticipó unos segundos al dúo Mas-Evenepoel.
¿Y cómo se llegó aquí? Se preguntarán quienes no vieron la etapa. Se hizo un momento de silencio en la cabeza del grupo. Como en la calma ante la tormenta. Simon Yates demarró, muy fuerte. Recuperó el grupo la forma. De nuevo empate a cero. Y, de pronto, Evenepoel se puso al frente, arrancó la locomotora y ya no paró. Primero resistieron unos cuantos, después ya sólo seis. Sivakov iba justito, Hindley también y fueron cediendo. Roglic iba mostrando los dientes, pero cuando el francés del Ineos perdió casi hasta el equilibrio al quedarse, cortó al esloveno y empezó el espectáculo. Enric Mas era el único que aportaba algo de entereza. El resto pronto se dio cuenta de que el belga no iba a parar.

El cronómetro marcaba medio minuto. Alcanzaron a Padun, se quedó en seguida y pronto sucedió lo inesperado: Juan Ayuso, viendo que el ritmo por detrás no marchaba mucho, se lanzó en busca de Remco y Enric. Fue recortando hasta que se observó que la distancia, perjudicada obviamente por la falta de referencias de la tupida niebla, iba a ser irrecuperable. Empezó a pagar el esfuerzo, pero al mismo tiempo aumentando con los de atrás, que cedieron con el nuevo maillot rojo en torno al 1’20”. El de UAE se coloca quinto en la general gracias al medio minuto que le endosó, por ejemplo, a Primoz Roglic (además del resto de favoritos que iban con él).
Entre las víctimas, Landa, al que no se esperaba, y Carapaz, al que sí, pero no. Veremos si se trata de un mal día o simplemente que la cabeza habita en otros lugares. Esperemos por la carrera que el ecuatoriano rompa a dar ciclismo. Ineos parece ya apostar claramente a Sivakov, sublime, y Carlos Rodríguez, que llegó en el grupo de Roglic. Los dos españoles del futuro ya son presente.
El líder, Rudy Molard, llegó a poco de salvar el liderato. Su desconexión en el puerto anterior hacía presagiar que la empresa iba a ser un imposible. Buena etapa del Groupama, que se arremolinó en torno a su compañero, incluido Pinot. Pero no fue posible.
Ahora queda un escenario magnífico de carrera. Remco es líder, con la certeza de que con él todo es posible absolutamente. Roglic y su equipo, quizá de lo más fuerte, tiene que recuperar tiempo sobre el belga. Recordemos que este ciclista no corre para hacer segundo. Ni hace prisioneros. Enric Mas tiene ante sí una ocasión única de ganar una grande. Un desfallecimiento de Remco, escenario que no se descarta, le dejaría en estos momentos como líder. No se ha visto en otra. Si la confianza no le juega una mala pasada, tiene la oportunidad que el destino le debía. Puede demostrar de qué pasta está hecho a la hora de la verdad y demostrar a sus detractores que estaban equivocados. O no. Para que el de Quick Step falle habrá que hacerle fallar. Y ahí es donde puede cojear el cuento en la parte de Movistar. Por su parte, Ineos tiene muchas bazas y terreno para hacer daño: en llano, subiendo, bajando… ¿lo aprovecharán? Deberían.
Mención especial a un ganador de etapa que en Guadalupe un año antes sufrió una caída terrible y fue capaz no sólo de llegar a meta sino de pelear una etapa que finalmente fue a parar al palmarés de Bardet. Procedente del mundo Swift que tan de moda está, tal vez sea el momento de mostrar al mundo un nuevo gran talento. Queda fuera de la general, pero quizá dentro del más alto panorama ciclista internacional. Le mediremos.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: Unipublic