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Diario de la Vuelta’22: Marc Soler (UAE) hace historia 667 días después

Un año, nueve meses y veintinueve días ha tardado el ciclismo español en volver a ganar una etapa en una gran vuelta después de que el vasco Ion Izagirre (entonces ciclista del Astana) se impusiese en la cima de Formigal. Enorme victoria en un tiempo de perros y con Primoz Roglic cediendo el maillot rojo ante Richard Carapaz. Podría ser una especie de amuleto, pues. El esloveno y su Jumbo-Visma cedieron el liderato a Rudy Molard, el francés de Groupama que en 2018 ya vistió la preciada prenda en una circunstancia bastante parecida. La Covatilla se encargó de ventilar la clasificación y el galo desapareció de los primeros puestos, pero está visto que el ciclista del departamento del Ródano es un especialista en la Vuelta a España. Le ha costado conseguirlo esta vez, con un Fred Wright inconmensurable y difícil de batir. Fue el más listo y bonificó en la última subida al Vivero. Esos dos segundos fueron clave para mantener el liderato sobre el británico, que fue tercero en meta tras Daryl Impey y, por supuesto, el ganador del día, Marc Soler.

Empezó el día con amenaza de tormentas y a un ritmo endiablado que nos dejó medias sobre los 50 kilómetros por hora. Se hizo la fuga y hubo un ciclista que no quería abandonar en el intento. Ese fue Marc Soler, que en solitario recuperó una distancia de dos minutos. Los comentarios fueron de crítica hacia un ciclista que el día anterior decepcionó, se descolgó fuera de sitio y que no era la primera vez que fallaba en su cometido. Para la talla de ciclista que es, la exigencia es máxima, máxime en una actualidad donde no hay excesivos ciclistas españoles a los que exigirles.

Cazó a los fugados, funcionó con ellos como uno más y en el primer paso por el Vivero, esa montaña que nos enseña Bilbao, seleccionó y observó. Vio fuerzas y también voluntades. Las malas caras empezaban a asomar y vio las tácticas que se iban a seguir. En realidad fue un demarraje para el segundo y definitivo paso por la montaña vasca que arranca en Galdakao, ciudad natal del recordado Igor Antón. El paso lo hizo Craddock escapado, pero el de Bike Exchange no iba a tener piernas para completar la exhibición, así que el inconmensurable monegasco Víctor Langellotti (Burgos BH) se lanzó a por los puntos de la montaña, desbancando así a Joan Bou (Euskaltel). Por parte de los naranjas estuvo nuestro Ibai Azurmendi, que no tuvo mucha opción de resistir en el grupeto.

Entre montañas llegó la táctica. Groupama tenía dos ciclistas entre los elegidos y lanzó un ariete. Como el de Soler, no era un ataque para la victoria, sino para la distracción. El objetivo era el rojo y Molard iba así en carroza. Wright se puso nervioso y puso mucha carne en el asador. Se desgastaron entre ellos mientras algunos se retorcían, hasta que llegó la arrancada de Marc. Masnada miró y pensó, lo que hizo que fuera más nada que Fausto (je, je). Stewart, el británico que iba en cabeza de carrera, fue alcanzado por el catalán, que no esperó un instante para demarrarle y birlarle la cartera. Unos pocos segundos detrás iba un grupo indeciso. Su apuesta estaba hecha.

Era momento de reagrupamientos y pequeños ataques seguidos de parones. La bajada juntó mucho a los perseguidores con la cabeza de carrera, un Soler que volaba a todo lo que el viento, el terreno y sus piernas le permitían. Hubo emoción hasta la última recta, donde el ciclista de UAE levantó el brazo y se proclamó vencedor de una etapa en la Vuelta por segunda vez en su aún corta historia profesional. Curiosamente, ambas logradas en un contexto bastante similar, con arrancadas ante un grupo que se miraba y recordó a Impey su velocidad en los últimos metros. Puntos que, por cierto, no vendrán mal a Israel. Por eso quizá tiraba Mühlberger (Movistar) en los últimos metros. Wright se quedó a dos segundos del rojo y tendrá que esperar a futuras batallas para intentar lo imposible.

Soler sacó el córner y lo remató. Se dieron más paradojas. En sus momentos decisivos se le observó con un botellín de Movistar, su antiguo equipo y con el que no terminó muy allá. Nadie creyó en su empresa más que él mismo. Y ganó. Fue una victoria ciclista, sí, pero también una reivindicación ante sus críticos. Marc hace las cosas como las hace. Y a veces funcionan. Para llegar al orden a veces hay que recurrir al caos, dicen. Dedicatoria a su primogénito y éxtasis en Bilbao, donde fue celebrado que un corredor de esta clase por fin triunfase. En Mallabia, no muy lejos de la meta de la Gran Vía, Carlos Rodríguez, flamante campeón de España, aprovechaba el trabajo de su compatriota para levantarle la etapa en el último muro. El destino le debía a Soler.

Los favoritos, bien, gracias. No hicieron ni siquiera ademán. Ante el último paso por el Vivero, Ineos-Grenadiers puso un ritmo infernal, pero era únicamente para colocar a sus alfiles en posición. Como las pirañas cuando no tienen comida, pero la esperan. Nadie hizo nada y así se camina hacia Cantabria. Una etapa más o una etapa menos. Roglic sigue líder sin serlo, con lo cual tiene a ocho coequipiers más para controlar la carrera, y avanza decidido hacia su cuarta Vuelta. A nadie se le habrá ocurrido que el momento para meterle mano es ahora, porque si poco a poco va entrando en forma, será complicado. El terreno de la última semana, por cierto, que es cuando el esloveno suele mostrar más vulnerabilidad, no ofrece escenario para grandes batallas. Será Formigal 2016 o la nada. Y camino de Bilbao se les veía con más cara de nada que de Formigal, las cosas como son.

Alaphilippe sigue jugando al despiste, cediendo tiempo para medir esfuerzos pensando en el Mundial. Evenepoel sigue retenido cuando su performance no es ser un regulero más. En ese terreno hay ciclistas muchos mejores que él. Él es inspiración, imaginación, fuerza. El momento es ahora que hay dudas. Si quiere ganar la Vuelta lo ha de hacer por aplastamiento. Y sino no será. Exhibición o la nada. Y de momento parece haber elegido la nada, ir esperando, perder poco a poco. De ese modo será un fantástico quinto clasificado en Madrid. Y el quinto no es un lugar para Remco.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Unipublic – Sprint Cycling Agency

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