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Diario de la Vuelta’22: Roglic se quiere marcar ‘un Contador’

‘Hacerse un Contador‘ significa muchas cosas. En uno de los foros más exitosos de internet como APM (vaya mi saludo para mis amigos) hubo un conato de diccionario ciclista con múltiples acepciones para este término. El primero puede ser destrozar un pelotón de salida, como última oportunidad o cualquier sinónimo de morir matando. Muy típico en el pinteño. Cuántas llegadas a Niza han sido un reguero por culpa de los ataques inconformistas del ‘Cid Campeador’. Un segundo no bastante. Era vivir o morir. Perder o ganar. Todo o nada. El ciclismo en términos absolutos.

Otra acepción de ‘hacerse un Contador’ puede ir más orientada a las peleas dentro de su propio equipo, teniendo que dormir con la bicicleta en la habitación a lo LeMond por miedo a los sabotajes. Un circo. También por referencias a Irún y todo aquel affaire. Una expresión que puede recoger cualquiera de los muchos pasajes de la carrera de un ciclistas que tiene muchas intrahistorias dentro de su propia biografía.

Pero la más apropiada para este contexto en el que entra en juego Primoz Roglic es para recordar la Vuelta a España del año 2014 que tiene su origen en el Tour de esa misma temporada. Si bien no me falla la memoria, fue un mes de julio extraño que comenzó con el deseo por ver en plenitud el duelo entre Froome, el nuevo dominador de las grandes vueltas, y Alberto Contador, el antiguo, en una carrera salpicada de estrellas y actores que después demostraron no ser tan secundarios como se esperaba. El británico se estozó en las primeras etapas y se marchó a casa el día del pavé. En esa jornada, Vincenzo Nibali, que ya lucía el eterno amarillo para él, terminaría por sentenciar el Tour sin saberlo. Sus rivales a posteriori acabarían a varios minutos. Alberto Contador también, pero al madrileño se le reconocía el nivel y la ambición para pelear de tú a tú contra otro inconformista del pelotón.

El español entonces en el Tinkoff del magnate ruso y Bjarne Riijs, también de Peter Sagan, se fue al suelo entre las duras condiciones climatológicas de un descenso de los Vosgos. Camino de La Planche des Belles Filles que tanta fama ha cobrado posteriormente. Las consecuencias fueron dramáticas. Se decía que rotura de fémur. Pero las noticias entonces escasas de radiovuelta narraban el intento del español por montarse en la bicicleta. Inútiles, porque al poco se confirmó el abandono y traslado en ambulancia. Todos nos temimos lo peor. Adiós duelo. Adiós Tour. Hola, Valverde. La afición española echó sobre el murciano todo el peso del mes de julio. Todos los ojos, todas las miradas. En su rol más ‘Olano’, Alejandro falló y se bajó del podio en la última crono. Nunca lo iba a tener más fácil… salvo un año más tarde, cuando logró por fin su objetivo entre sollozos. Pero él no lo sabía. La vida da demasiadas vueltas como para darse cuenta.

La Vuelta a España iniciaba con una sorpresa. Un video en redes sociales confirmaba la presencia de Alberto Contador… a dos días de arrancar la prueba en Jerez de la Frontera. El trolleo tan ‘contadoriano’ llevó a pensar que él, que se había hecho el muerto en muchas ocasiones para así sosegar a sus rivales y ser después ‘caballo de Troya’, que era una simple inocentada y se estaba haciendo el vivo. No fue así, ¡estaba vivo! Pero sus rivales no lo sabían. Entonces pronunció la famosa frase que le autodescartaba para la victoria final, la búsqueda de las victorias de etapa y todas esas minucias que dicen los que realmente no encuentran su punto de forma y los que únicamente lo dicen. Él estaba en esta segunda categoría. Muchos supimos que iba a ir a por todas. Sus rivales, Movistar, Sky, Katusha… quizá no entendieron bien el castellano. Barreras idiomáticas.

Ni que decir tiene que ganó la Vuelta con media pierna (je, je), que lo que había sufrido supuestamente era una fisura en la cabeza del fémur y que hizo lo que quiso con todos sus rivales. Se lució en Valdelinares, dejó que Nairo Quintana se eliminase solito en la contrarreloj larga de Borja y después toreó a Chris Froome como si fuese un cualquiera.

Primoz Roglic sufrió una caída en la etapa del adoquín del pasado Tour de Francia. Su imagen colocándose el hombro en una silla del público ha dado la vuelta al mundo. Al menos al ciclista. El esloveno caído, la carrera al rojo vivo y la Vuelta en claro riesgo. La etapa que conducía al Granon supuso la victoria aplastante de Vingegaard, su compañero. Fue pieza clave. Trabajo finalizado. Había que hacerse el vivo. Roglic a casa. Van Aert oteaba el horizonte por si había alguna ofensiva en lontananza. El verano por medio, la Vuelta en la agenda y una noticia que horrorizó a los fans de Jumbo en general y de Primoz en concreto: ¡fractura de dos vértebras! La Vuelta se desvanecía. El récord iba a tener que esperar a mejor ocasión, de haberla.

Y ahí está el ganador de las tres últimas ediciones. El dorsal número 1 volverá a tener dueño. Es la única grande que puede decir que en los últimos tres-cuatro años ha contado con su anterior ganador durante tantas ediciones de forma consecutiva. Inevitable acordarse de las declaraciones de Contador. Ahora, Primoz, toca hacerse el muerto. ¿Le perdonarán la vida esta vez? La ventaja viene dada porque las etapas pueden ir metiéndole en carrera. En eso la Vuelta 2022 es menos Vuelta que otros años, con las etapas decisivas antes. Hasta la crono se trata de sobrevivir, de llegar cuanto más cerca de la cabeza, mejor. Evenepoel es el único rival contra el reloj. El resto, a verlas venir en Alicante. Pero partido a partido.

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: Photogomezsport

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