Hindley, salvo sorpresa, ganará la edición número 105 del Giro de Italia. Su único momento de cara al aire fue la parte alta de La Marmolada. Un único ataque, una maglia rosa. Efectividad alta, brillo mínimo. No habrá ganado muchos adeptos por ser la cara visible de una de las grandes vueltas más tediosas en cuanto a la lucha por la general de los últimos años. Podemos buscar culpables en las piedras o en la organización, que tiene otras, pero la falta de movimiento de los actores principales se debe al propio conservadurismo, miedo a ganar, miedo a perder. Carapaz por perder el rosa, puesto que no estaba en la condición que esperaba; Hindley por apostar a una sola carta; y Landa por no aprovechar los días en los que se encontraba optimista.
Australia lidera el Giro a 17 kilómetros de Verona. Un par de kilómetros antes la situación era como en la salida de Belluno. Bahrain puso ritmo toda la etapa. No de caza, no de endurecer. Sino simplemente de ocultación de sus propias vergüenzas, como reconoció Mikel Landa en meta. El vasco se consolida en el podio, que ya tenía bastante asegurado. Mismo logro que en 2015, diferente forma de llegar a él. Sin entender todavía de qué va el “landismo”, esto es gasolina para alimentarlo. Todo menos el anonimato.
Carapaz murió digno, en un marco incomparable y con la frente alta. Atacó cuando pudo, resistió e intentó en una intensidad más baja ampliar la exigua renta con la que contaba. Sufrió a un rival indescifrable y se desmoronó en el peor momento posible. Un podio al que no se puede reprochar mucho. Tal vez que hubiese intentado ser más listo que Jai Hindley en esas etapas menos predecibles, ganar por raza, por campeón más que por ser el más fuerte, que no lo era.
La Marmolada no decepcionó. Público, movimiento entre los favoritos y algo que contar. El resto de la etapa tuvo muy bonitos paisajes y nada más. Una escapada donde ensalzar el papel de Van der Poel en esta carrera y la brava lucha de Arensman por mirar a su presente y su futuro de cara. Alessandro Covi (sin ‘d’) se destacó en el Pordoi -Cima Coppi- y obtuvo premio doble. La victoria de etapa corrió peligro debido a la amenaza de Novak (Bahrain-Victorious), que se acercaba alzado sobre sus pedales recortando tiempo a marchas forzadas. La fuga de la fuga, que viene a ser la mayor aportación de Chente García Acosta al ciclismo, se jugó el honor de coronar el Passo Fedaia. Los favoritos esperaron al máximo. Pasado el inicio de los últimos cinco kilómetros, el francés Sivakov sacó quizá de punto a su líder. Un Ineos al que hicieron la carrera, ya que el ritmo cansado que sólo hacía aumentar la renta de la escapada era del interés del líder. No era día para Carapaz ni para Hindley. Era el día de Jai, que llevaba semanas preparando este momento.
Con su elegancia habitual en la escalada saltó de la rueda de la maglia rosa a la de su compañero Lennard Kämna. Clave fue su ritmo alemán, marca de la casa, para dejar al ecuatoriano en la cuneta. Sólo ahí el australiano decidió que era un momento de poco riesgo para asaltar los cielos. Cielos que ya le fueron esquivos una vez por el mismo motivo.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto: RCS
Toralmente de acuerdo con el comentario sobre el “Landismo”. Mikel Landa es un ciclista notable, siempre lo ha sido pero lo del ” Landismo” no lo entiendo. Como dijo un día Antonio Alix en Eurosport, es forofismo de bufanda y esto señores, no es futbol, aquí, tradicionalmente, se aplaude hasta al masajista. Rivalidades ha habido, y duras, pero lo del “Landismo” parece una rivalidad de Landa contra sí mismo. Sinceramente no lo entiendo.