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Diario del Giro 2022: De Bondt gana en la tormenta previa a los días de pizarras

Se acabaron las transiciones, las cortinillas para enlazar una escena con otra. Si normalmente todo cuenta, ahora se recrudece la expresión. Cada detalle es capital, cada segundo la diferencia entre ganar o perder. Entre el rosa y el tercero hay un minuto; entre el primero y el segundo apenas tres segundos; entre Marano Lagunare y Verona tres etapas, 362 kilómetros, siete puertos. Todo o nada. Toda una vida soñando con vivir este momento, trabajando muy duro mañana, tarde y noche, sacrificando enormes fracciones de lo más personal. Momentos en los que sacas la bicicleta a entrenar con todo el entusiasmo. Otros en los que es la bicicleta la que tira de ti. Buen tiempo, mal tiempo. No importa. Todo por visualizar este momento que puede hacer que una carrera deportiva haya merecido la pena.

Toca hacerse grande en el día ‘D’, en la hora ‘H’. Parece que será la cima de La Marmolada, en el corazón de los Dolomitas, la que elegirá. Sólo puede ser uno el que porte por derecho el dorsal 1 en 2023. ¿Carapaz, Hindley o Landa? ¿Habrá sorpresa? Ineos, Bora y Bahrain, sin duda los tres equipos más fuertes, ya trabajan en la pizarra, ya buscan qué elementos mover y con qué intención. Si la carrera se juega a cartas de arrastre, las dobles bazas tienen premio, colchón, red. Pello Bilbao y Buchmann son llave de una partida de póker que empieza con el temido Kolovrat. Se lleva tiempo hablando de esta subida eslovena, incursión que no ha sido correspondida, por cierto, por ninguno de los ciclistas del país vecino.

Los movimientos en la subida están cantados. El de Mikel Landa no cotiza. Su equipo está de dulce, en una forma sideral con dos escaladores perfectos para estas lides como Poels y el sorprendente Buitrago. Más madera. Ritmo, más ritmo, pelotón reducido a una docena primero, a media después y a Landa y quien pueda seguirle más tarde. Ir con todo en la subida obliga a ir también en la bajada. Parece que tiene su miga. Ceder un metro puede suponer no volver a verte, perderlo todo. Si los equipos se organizan bien en las fugas, y si se permiten éstas, puede ser espectacular. Táctica, buscar la debilidad del rival, a cara perro, como se suele decir. Un ciclismo que cada vez vemos más alejado entre tantas amapolas y bucólicos arco iris que algunos creen es el verdadero camino a la gloria. Y no. El camino del fango, el barro hasta las rodillas, las ranas y la lluvia. Ahí es. Nadie dijo que fuera fácil.

El ataque de Hindley sí que sería sorprendente. Su estrategia hasta el momento ha sido no perder el Giro, estar a golpe de ataque. Cuando esperas hasta el último día para hacer los deberes, un dolor de estómago, un pinchazo o cualquier otra excusa imprevista puede tirar por tierra tus planes. El australiano es posiblemente el más fuerte. Quizá la tostada caiga del lado de la mantequilla. Pero… ¿y si no?

Carapaz lleva unos días en el rosa instalado, luchando bonificaciones y puestos, rascando de aquí y de allá. Ya adelantamos que no era buen síntoma. El ecuatoriano está muy bien de forma, pero no rompe, no marca la diferencia. Por intentarlo no va a ser, es el que durante las tres semanas más ha propuesto. No por excesos de Richard sino por defecto del resto. Pero ha sabido leer bien la carrera y darse cuenta de que un mal ataque puede ser una tumba, en primer lugar por las fuerzas dilapidadas. Por otro, por la sangre que huelen los tiburones.

Y ése es otro peligro, los ciclistas, como Lo Squalo, que vienen de segunda línea. Más allá de un Nibali al que la etapa de Castelmonte le va como anillo al dedo, Jan Hirt ya ocupa la sexta plaza. Lejos. Aunque da miedo. De Gendt, siendo menos escalador que él, sorprendió a propios y extraños colocándose tercero en la general tras la cima del Stelvio el penúltimo día. Fue maglia rosa virtual y un buen quebradero de la cabeza. En cambio, llegó a buen puerto (literalmente). Cuidado no haga Intermarché una apuesta parecida, en busca de puntos para sobrevivir en el World Tour. San Pellegrino y Pordoi cobran sentido e importancia. Quien no estará es el luso Joao Almeida. Positivo por COVID y a casa. Su rendimiento estaba siendo excelente. Una lástima a la brava carrera que estaba firmando el portugués, que tendrá como objetivo, lo más seguro, reinar en la Vuelta a España.

La etapa previa a las pizarras ha transcurrido entre el caos y el desorden. Los modestos se rebelaron y pusieron en jaque al pelotón, que llegó pisándoles los talones. Parecía la última ocasión para los velocistas. De Bondt firma la tercera para Alpecin. El belga se ha impuesto, nada menos, que a Affini, un ciclista que va a dar mucho que hablar, y Cort Nielsen, otro de los corredores inmersos en unos meses de dulce. Mucho mérito lo conseguido por los chicos de Van der Poel.

Lo más destacado junto con el abandono de Almeida puede ser el retraso en meta de Juanpe López. El sevillano comienza a pagar los esfuerzos, aunque aún sobrevive entre los diez mejores. Valverde acecha en el puesto 11. Cuatro españoles entre los 11 primeros. Sigue siendo un síntoma de esperanza.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto: RCS

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