El ciclismo es un deporte de tradiciones. La forma en la que se disputa no ha variado en demasía, suele ganar el que da pedales más deprisa, el que llega primero. Bonificaciones, sprints, escapadas, pelotones más o menos agresivos, ciudades que traen ese poso de nostalgia, las importantes que poco a poco han ido implicándose menos por problemas de tráfico. Ejemplo de ello es Nápoles, la de la mafia, la de Maradona, la del Vesubio y Pompeya. Un clásico de clásicos nos trae el ciclismo clásico, donde se vuelven a ver todas esas situaciones típicas en corredores típicos.
Guillaume Martin se cuela en una escapada y recorta distancias en la general. Una táctica que era evidente iba a seguir y que no quedará aquí, toda vez que le cuesta seguir a los mejores en las etapas más duras. El francés ya está en posición de amenaza y le permitirán menos alegrías. Junto a él, otro clásico, que es el ataque lejano de Van der Poel, buscando la ‘vanderpoelada’, que consiste en irse en solitario desde varios mundos a meta. Llegó camino de Nápoles, sin éxito esta vez.
De Gendt gana la etapa y vuelve a lucir astucia y fuerza para resolver. Le podrían poner una columna en el Partenón y no desentonar. Lo que este corredor ha aportado al ciclismo con sus fugas, alguna que incluso le valió victoria en el Stelvio y subir al podio, es descomunal. Ha sido hombre boya del Lotto durante años. Un proyecto desdibujado en la pelea por las grandes vueltas que se ha basado en estos años en lo que el belga les dé más un poco de Ewan y ahora lo que los grandes talentos vayan dejando por el camino. Destellos que algún día se harán estrellas. Mientras tanto, De Gendt alza los brazos y abarca con ellos retos para cruzar países de esquina a esquina como para derramar clase por los cuatro costados y anotarse triunfos de calidad de aquí o de allí.
Girmay es otro de los nombres a destacar. Intentó seguir la rueda de Van der Poel en su locura. Más locuras a cargo de Kämna, que forzó para probar sus opciones de maglia rosa. El Trek-Segafredo, que tan bien había trabajado durante la jornada, fue salvado por el líder en persona, que respondió en primera persona y sofocó el fuego. Viendo el estado de forma del alemán, no había margen que concederle. Un enemigo que está pasando desapercibido, pero viendo el estado de forma del Bora-Hansgrohe, no sería descartable verle pelear por la clasificación general, pese a que está dejándose muchas plumas por el camino en estos primeros días.
Y llega el Blockhaus. Los que se conforman con ver tanteos podrán estar tranquilos. La subida final es muy dura y da para ataques serios. Pero no decidirá el Giro. O no debería. Fugas de montaña, vagones de posibles asaltantes de la maglia rosa, citando de cerca o de lejos, cada uno en su distancia. Día de descanso detrás, obligación de apretar más que nunca por comenzar marcando y poder contemporizar ante el resto de rivales. Día Carapaz, ojo.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto: RCS