Mucho que contar. Quizá demasiado. El Giro comienza después de dos semanas con más sombras que luces. Irónicamente, comienzan las luces al candor de Lorenzo (no Fortunato). Sube la temperatura atmosférica y al mismo tiempo la deportiva, haciéndose coincidir con una de las pocas etapas imaginativamente dignas de aplauso de esta edición si nos atenemos al diseño. El ritmo endiablado de las etapas al sprint y retirar las caretas han traído las sorpresas que se pronosticaban. Había tantas ganas de ver buen ciclismo que incluso los corredores daban sensación de estar muertos de pasión por hacer realidad lo que en los buses estaba sobre papel.
La nueva maglia tiene bandera ecuatoriana y responde al nombre de Richard Carapaz. Cualquiera diría que siendo el gran favorito es el principio del fin. Pero nada más lejos de la realidad. Atacó con todo en la durísima última subida al mítico y trágico Superga, a unos 28 kilómetros de la línea de meta. Tomó ventaja, sí. El pelotón (pelotín, más bien) de los mejores seguía el dictado del Bora-Hansgrohe, que, a través de Kelderman, sobre todo, había destrozado la carrera. Todo por y para Hindley, que después fue capaz de cerrara el hueco de medio minuto que obtuvo el líder del Ineos-Grenadiers junto con… Vincenzo Nibali, al que todos habíamos dado por enterrado. Por enterados nos damos todos ahora que ha demostrado que está al nivel de los mejores pese a sus tres minutos de retardo en la general. Gana enteros a punto de entrar en la última semana, semana Astana, en un estilo Alberto Contador en la Vuelta 2017, aquella en la que el siciliano fue segundo clasificado. Exhibiciones de casta, de ofensividad y disfrute de sus últimas pedaladas. Quizá no para ganar, pero sí para decidir el devenir del Giro. Benvenuto di nuovo.
El rosa realizaba una defensa magnífica. Ya querrían los opositores en la segunda parte de sus exámenes. Tras diez jornadas siendo el centro de las miradas, Juanpe López lo iba a ser por última vez y vaya manera de serlo. El nivel que han exhibido sus piernas ha sido impactante, dejando atrás a gente como Landa o Almeida y cerrando huecos con los hombres de punta. Se cebó en demasía y pagó a lo grande el esfuerzo. Como se dice vulgarmente: “que le quiten lo bailao”. Si mantiene la cabeza fría, aprenderá de los errores (tirar la bolsa del avituallamiento en la trayectoria de sus perseguidores no ha sido la mejor forma de despedirse del rosa). Se dudaba sobre su capacidad para luchar por la general. En la vida, las decisiones marcan nuestro camino. Tal vez de haberse remitido a resistir al ritmo de Almeida, que sube de forma regular, de menos a más, estaríamos hablando de otra película. Pero su decisión de ir a loco y disfrutar del carpe diem acabó con el Gran Torino entregado al Ineos.
Un Carapaz que merece un análisis más. Sí, llegan a la alta montaña en la posición que querían. Pero se han encendido las alarmas. Richard ha salido muy fuerte, incapaces de seguirle todos sus perseguidores. Pero han sido capaces de darle alcance tres corredores más: los mencionados Hindley y Nibali y el ganador de la etapa, el irregular Simon Yates. El británico aprovechó los marcajes para confirmarnos a todos que se dejó un posible asalto al Giro en el Blockhaus. Volviendo al ciclista de Ineos, no todo es positivo en las conclusiones a sacar de esta etapa 14ª. El equipo ha hecho aguas y no ha contado con la ayuda de ninguno en fases decisivas. Algo extraño. Porte, Castroviejo, Narváez… Son nombres para exigirles mucho más. Tampoco es alentador el hecho de que una vez despegó hizo el hueco, pero fue alcanzado. No fue letal, ni Bruce Willis en la película homónima, ni Clint Eastwood: no fue el más fuerte. Bora sube enteros con un Buchmann que se instala en los puestos cabeceros, a tiro de ataque por el córner. Junto al Intermarché, uno de los equipos más sorprendentes de la presente temporada.
Apartado propio merecen Guillaume Martin y Valverde. Ambos han perdido de lejos sus aspiraciones al rosa. O al podio. El francés se quedó en una posición intermedia. El murciano ha tenido que remar durante muchos kilómetros para todavía resistir en una meritoria décima plaza en la general. Una lástima que no haya perdido aún más tiempo para olvidarse del puestómetro y lucirse como lo que es: un superclase. Movistar ha hecho aguas en un Giro al que bien podían haber presentado a Enric Mas, que sabe lo que es subirse dos veces al podio de la Vuelta ante rivales bastante más duros que los que iba a haberse encontrado a lo largo de este mes de mayo. Reflexiones que nunca tendrán lugar.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto: RCS