El ecuatoriano es uno de los pocos corredores en activo que sabe lo que es ganar el Giro de Italia. Sí, Vincenzo Nibali lo ha ganado en un par de ocasiones y Dumoulin en otra más, y ambos están en la línea de salida de Budapest. Otros han estado en la pomada, como el eterno aspirante Simon Yates, sin éxito. A base de modificaciones en su calendario ha ido progresivamente acercándose al primer puesto. De momento, del tercero no ha pasado el británico, posición que no desmerece por achacarse al líder del Bike Exchange de falta de consistencia, precisamente la que demostró en 2021, pese a estar a años luz de Egan Bernal en tiempo, que no es fuerzas, al menos en la recta final del Giro. El recorrido se le adapta a las mil maravillas, del mismo modo que le puede sentar como un guante a Miguel Ángel López. ‘Supermán’ tiene ante sí el reto de dejar atrás habladurías y críticas que se disiparán cuando demuestre sobre la carretera su valor. Los pedales le pondrán en su sitio. Cuando todo va de ciclismo, es un ciclista top.
Pero el foco está en Richard. Todas las miradas en la presentación apuntaban al ecuatoriano, abrazado además por el mejor ocho de la carrera. Gente que va a dar todo por él y no tiene por qué discutirle el liderazgo. Todo por Carapaz, a una carta, blanco o negro. Las ausencias en Ineos son importantes, preparando quizá paliar la falta de Egan en el Tour con un bloque durísimo de roer. Tampoco le hace falta mucho más al ex-ciclista de Movistar, que cuenta con Castroviejo cual seguro de vida. El riojano es, sin duda, el mejor apoyo que va a encontrar. Su paisano Narváez también será clave en el segundo asalto a la maglia rosa. De todos modos, es la primera vez que el ciclista de El Carchi afronta la carrera como favorito, y como líder único de su escuadra, ya que en su victoria de 2019 partió con Mikel Landa como gallo, sobre el que recayó toda la responsabilidad. Esa presión de menos fueron balas de más en ciertos momentos. Y así terminó por ser el hombre más fuerte de la carrera en los momentos clave. No falló.
Se puede decir que el recorrido le favorece, no cabe duda. Regular, duro, ofensivo… un ciclista que hace honor a su fama. Jamás se rinde, como demostró en La Covatilla, en plena disputa de la Vuelta a España 2020. Roglic era un gigante inaccesible. Pero no quedaba otra que ir una y otra vez. Y lo hizo. Y por poco salta la banca. Movistar remolcó presuntamente al esloveno cuando las olas estuvieron a punto de volcar el barco. Las tertulias, ya fueran en Twitter, televisión o whatsapp, iban en el mismo sentido: parece que existe cierta fijación entre Movistar y Carapaz. Ha sucedido en más ocasiones con el ecuatoriano atacando y perdiendo su ventaja gracias a la insistencia de su ex equipo. ¿Casualidad? Le conocen bien y saben de su potencial, por lo que cuenta con muy poco margen con respecto a los telefónicos. ¿Sucederá lo mismo en el Giro?
La estrategia de Ineos será comenzar suave para ir increscendo a lo largo de las tres semanas. No hay que olvidar que este campeón es capaz de estar veinte días al máximo rendimiento sin tener días malos. Sin contrarreloj, tal vez Richie fuese ya campeón de una Vuelta. Sin contrarreloj en este Giro, habrá que ver quién es capaz de marcar un diferencial en montaña que le supere. Está en la edad perfecta, en su mes (nació en mayo de 1993), en un país que siempre se le ha dado bien. Es más, su trayectoria en Italia es inmaculada. Cuarto y primero parece un balance más que razonable para dos únicas participaciones.
Con el podio logrado ya en las tres grandes y el oro olímpico de Tokio, tiene la tranquilidad de sentirse reconocido. Ya ha levantado los brazos esta temporada, tras la exhibición junto a Sergio Higuita en la Volta Catalunya camino de Cambrils. Sin Pogacar ni Roglic, sus dos mayores pesadillas potenciales, ni Bernal, otro ogro que podría arrebatarle los galones en su propia escuadra, es su momento. El momento en el que dejar su impronta en una carrera que nunca echará en falta a corredores tan valientes y determinados como él. El candidato número uno a ascender las rectas de La Marmolada vestido de rosa, imperial, elegante y valiente. Precisamente, su mayor rival: él mismo.
Escrito por Jorge Matesanz (@jorge_matesanz)
Foto: RCS Sport