Había demasiado premio en juego. La misma victoria al sprint convalidaba con la maglia rosa, además, la primera, junto a la última, la más prestigiosa y mediática. Demasiados gallos para entrar en línea de meta enfilados. Hay fuerzas, estamos a principio de Giro, y ganas, estamos en la primera mitad de la temporada. Un cóctel que provocó la dos primeras imágenes de esta carrera que, pese a la pasión con la que Budapest ha vivido su presencia en tierras húngaras, sigue sin ser la calidez del territorio italiano, donde el rosa es más religión que afición. Ah, y primera salida de una de las tres grandes vueltas desde Europa del Este. Check. Seguro que no será la última. Intuición.
Los besos de las azafatas esperaban al primer ganador. El ataque de Kämna, una auténtica bestia, hizo por unos instantes pensar que los favoritos iban a pelear por la segunda plaza. El de Bora-Hansgrohe fue cazado en el último suspiro. Lanzado el sprint, un menudo aussie luciendo el rojo del Lotto iba zigzagueando entre ruedas a toda velocidad. Van der Poel tomó la cabeza, Ghirmay a su rueda tras ser rebasado, Ewan detrás. Y cuando cambió el plano, este último estaba besando el suelo. En un parpadeo pasó de soñar con beso a encontrarse con otro. Se esperaba al eritreo de Intermarché, demasiado fuerte demasiado pronto tal vez. El oficio se aprende errando. Aprenderá.
Detrás del trío cabecero estaban los mejores. La antesala de la contrarreloj iba a obligar a loa favoritos a estar delante. Además de evitar um potencial corte del grupo, había que conseguir ticket en la pescadería, pues el orden de llegada es el inverso al de salida en la crono de Budapest. Landa, Carapaz, Kelderman… y, por delante de todos ellos, un sobresaliente Pello Bilbao. Además de la bonificación por ser tercero, loa jueces contaron cuatro segundos a partir de la novena plaza. En resumen, ha sido de los pocos favoritos en llegar en el top ten para evitar esa pérdida, y saldrá el último en la cronometrada con las referencias de todos los demás. Una ventaja añadida a su buen desempeño en la especialidad. Campeón nacional hace doce meses. Ojo al vasco, que sin ser el líder del Bahrain-Victorious y sin la presión que ello podría conllevar, va dando pequeños avisos de su calidad. Con el historial de que a su líder, Mikel Landa, le crecen los enanos, habrá que estudiar la evolución. El rosa no es una quimera. El podio, tampoco.
Qué decir de ‘El Bicho’, ese corredor capaz de rematar por la escuadra una sandía malpasada. No parecía estar en forma, llega, mira y gana. Un hito más para su colección y Vegni portando un babero rosa. La foto ya está hecha y quedará para los libros históricos del Giro. El plan no podía salir mejor. Hungría entera está de acuerdo. Un país que se sumó a la fiebre del ciclismo antes de la irrupción definitiva de su pupilo más aventajado: Attila Valter. El de Groupama fue, sin lugar a dudas, el más aclamado. Banderas al viento, el merchandising, rosa. Una fiesta. En eso RCS, por el momento, no tiene rival. Con las infografías y gráficos, tampoco. Por mérito propio y demérito de la competencia. Cuestión de tiempo abrir los ojos a que la realidad gráfica también es hablar bien de tu carrera.
¿Y Valverde? Entró con los mejores, en el puesto vigésimo sexto, sin pena ni gloria. En la previa había reconocido el repecho final y lo había ascendido 30″ mejor que el ganador a la postre de la etapa. Un final que otrora hubiese sido ideal para él. Una lástima el paso del tiempo y las oportunidades perdidas por hacer penar a un delfín fuera del agua. Su mundo era el de este tipo de empresas, algunas de las que está coleccionando Mathieu, y no buscar una clasificación improductiva Tour tras Tour que le lastraba y condicionaba otras partes del calendario. Sí, sino no sería Alejandro, y lo que tiene mérito, lo tendrá siempre. También nos ha regalado pedacitos de historia e historia a pedacitos. Pero es humano plantearse si las cosas hubiesen sido diferentes de haberse planteado diferentes. A lo mejor hubiesen salido peor. Pero a lo mejor, no. Gustos, colores. Opiniones.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto: RCS