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Diario del Tour’22: los espejismos de Van Aert y Jumbo-Visma rompen un pelotón helado

Dan la salida en Dunkerke. Etapa de cotas, revirada, con viento y una última subida en la recta final de la jornada. Guion previsible: escapadas, pelotón lucha, viento, ritmo y finalmente sprint o casi, y victoria trabajada. En cambio, a la primera dos valientes, Anthony Pérez y el habitual Magnus Cort Nielsen, buscan el protagonismo del día y les es concedido. El pelotón, a sestear. A falta de noventa kilómetros, el ritmo aumenta levemente, gracias en parte al Alpecin-Deceuninck, que siente en Phillipsen una buena bala para los metros finales. En los últimos cincuenta, la mera tensión de un giro de carretera que iba a encarar a los corredores en paralelo al mar hacía que la tensión recorriese el cuerpo de los directores. En su excalectric particular, los botones del Pro-Cycling Manager funcionaron al a perfección. Aunque sólo para un equipo.

El Jumbo-Visma, con el escapado del Cofidis en la vista y con el repechón de cuarta categoría en espera, se lanzó en tromba. Tanto que ni siquiera sus líderes aguantaron al espectacular Van Aert. Ay, Wout, si te dieras cuenta de que puedes aspirar a ganar un Tour de Francia… Convencido de ofrecer la versión pequeña de sí mismo, sacó el córner y lo remató. En la cola del cometa se agarraron varios polizones. Medio Jumbo, con los dos líderes, Adam Yates y posteriormente Daniel Felipe Martínez, que intentó estirar el brazo para agarrarse al tirón. Tan espectacular fue que Roglic comenzó a flaquear. Después el resto a excepción de Vingegaard, que fue el último en caer. Aunque sea moralmente, 1-0 para el danés.

Pogacar andaba remontando y no tuvo más remedio que intentar salvar los muebles en solitario. Hirschi y Berg hacen aguas, precisamente en un terreno donde más mano pueden echar al dorsal número uno. Síntomas. Aunque el Tour es cómo acaba, no cómo empieza. El líder del UAE salvó la papeleta porque los equipos de los velocistas tomaron el testigo e impusieron un ritmo frenético hasta meta. ¿Y Van Aert? Cuando observó que se quedaba solo, no aflojó, más bien al contrario. Se creció, luciendo las alas que mostró en la línea de llegada y sentenció su maillot amarillo. Y el verde. Y ofreció su candidatura para el de la montaña. El joven no lo luce por edad. Un Merckx en miniatura por propio convencimiento. Si se rebelase contra sus propios límites como lo ha hecho en Calais contra el segundo puesto, tal vez impondría más miedo en Tadej de lo que ya imponen la dupla Jonas-Primoz. Un ciclista que podría abordar la actualidad de forma muy diferente y que tiene calidad a raudales. Disfrutemos de lo que nos dé.

Por detrás, a escasos segundos, llegó un grupo donde Phillipsen levantó los brazos en señal de victoria. No es para menos, ya que de los rezagados fue el más rápido, que no es mal síntoma. Laporte, compañero de Wout, le recordó para su desazón que el maillot jeune ya había cruzado la línea de meta y estaba rodeado de la clásica nube de periodistas que, cual nube de mosquitos, buscaban las primeras reacciones del rey de la primera semana en este Tour.

¿Y ahora qué? El pavé llega. Es irritante escuchar que la primera semana del Tour ha sido técnicamente muy bonita, excusas, justificaciones para el catenaccio que nos han impuesto los chóferes y los corderitos que obedecen al sinsentido que terminará por acabar con el seguimiento de su deporte. “A quien no le guste, que cambie de canal”, llegaron a espetar en TVE. Así no se hace audiencia. Así no se empatiza con el espectador, al que se está tomando por ignorante cada vez que se afirma que estos días daneses del Tour han tenido algún tipo de interés deportivo.

El día más esperado del año tal vez llega para tapar bocas, esperemos. Para demostrar que estamos en un deporte vivo que pelea por sí mismo. Y que quiere relanzarse a través de una generación absolutamente brillante que lucha contra los patrones del conservadurismo que proviene de los coches. El ciclismo es de los ciclistas, debería estar en manos de gente joven que trae muchas ideas y pocos complejos. Por el momento, las riendas recaen en aquellos dinosaurios que llevan demasiado tiempo en la zona de confort, de aquellos que se han dejado arrastrar por la vida moderna de vivir en una burbuja y no pensar que todo está interrelacionado, y que las sinergias que empujen en una dirección u otra serán capitales para dictaminar el futuro del ciclismo en uno u otro sentido.

En cristiano: si quieren seguir cobrando sus sueldos en un periodo de tiempo no tan lejano, tal vez deban espabilar y no olvidarse de cómo funciona el deporte profesional: patrocinio > espectáculo > público > potenciales consumidores. Si los últimos acaban por aborrecer el resto de eslabones de la cadena y prefieren ver el curling, como mencioné en el Diario del día anterior, acabarán fortaleciendo ese deporte y no el nuestro. ¡Más correr para el aficionado y menos para la calculadora! ¡Más Contadores y menos contadores de vatios!

Escrito por Jorge Matesanz

Foto: ASO / Pauline Ballet

Una respuesta

  1. Si, sí y si, con todos mis respetos al curling. Las emisoras para la Fórmula 1. El ciclismo para los ciclistas. Y en todo caso que se permita por seguridad la emisora de Radio Vuelta.

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