Nuevas tablas entre Pogacar y Vingegaard en la penúltima etapa pirenaica. A los aficionados más veteranos nos recordará aquel interminable Mundial de Ajedrez de 1978 en Filipinas, en el que las escuetas noticias radiofónicas nos informaban de un nuevo empate entre Anatoly Karpov y Víktor Korchnoi.
Nuevas tablas, en el tablero pirenaico, y con los dos rivales jugando en todo momento con cara de póker, para no dar a conocer ni sus estados físicos, ni mentales.
UAE partía en la jornada de ayer en una supuesta situación de crisis. Al fuera de control de Marc Soler por problemas estomacales, se añadía la baja de Rafal Majka. A consecuencia de la rotura de la cadena de su bicicleta en uno de las ascensiones de la etapa de anteayer, el polaco también se veía obligado a abandonar la ronda gala por una distensión muscular. Sin embargo, para paliar estas bajas, Pogacar iba a contar esta vez en la etapa de ayer con la actuación estelar de sus dos gregarios, Mikkel Bjerg y sobre todo Brandon McNulty. De hecho, éste último fue el único ciclista que aguantó tanto con Pogacar como con Vingegaard hasta los últimos 300 metros anteriores a meta.

En esta etapa, sólo pudimos contabilizar un ataque serio de Pogacar a Vingegaard, Fue unos metros antes de coronar Val Louron. Se trató de un ataque seco, muy muy violento, Se trataba de sorprender a Vingegaard y tomarle unos metros para afrontar el descenso de ese Val Louron. Pero el danés respondió con relativa facilidad, y a los 50 metros de iniciarse el descenso, Pogacar cesó en su intentona, al comprobar que Vingegaard estaba perfectamente soldado a su rueda.
La etapa, que finalizaba en el alto de Peyragudes, se la adjudicó (ya es su tercera en la presente edición de este Tour) el esloveno Tadej Pogacar, al rebasar a Vingegaard a falta de 200 metros para la línea de meta. A ambos adversarios sólo les ha separado en esta oportunidad el tiempo, 4 segundos, con el que el esloveno ha resultado bonificado por ello.
Y bien. Pocas conclusiones se pueden extraer de la etapa si nos atenemos estrictamente a lo visto en ella. Para extraer conclusiones, hay que aventurarse en el terreno de las especulaciones. Tirar de presunciones, basándonos en antecedentes.

Por ejemplo, que Tadej es un ciclista acostumbrado a dar exhibiciones… cuando puede. Por ejemplo, en marzo pasado, en la Strade Bianche, con un ataque a más de 50 kilómetros de meta. Lo cual nos da una idea de que el esloveno no está en condiciones hoy día de dar ninguna exhibición. Le queda solamente una etapa montañosa y una contrarreloj para intentar superar al ciclista de Jumbo Visma. Para quien escribe, más allá de lecturas de que estos ataques que ha llevado a cabo Pogacar lo han sido para desgastar al rival y mañana darle un ataque definitivo, la conclusión que saca es que, si no le ha restado tiempo, es porque no ha podido. Porque no ha tenido fuerzas suficientes. Más todavía.
Lo que Pogacar ha intentado con estos ataques es enmascarar su falta de fuerzas. Como intentar hacerle creer a Vingegaard que está fuerte, cuando en realidad no lo está. Pero por lo menos, conseguir que en Jumbo Visma se dude acerca de las posibilidades del esloveno. El objetivo de Pogacar hubiera sido el de que esa desventaja que lleva en la general respecto al actual maillot amarillo, no fuera a más. Y fiarlo todo a un día mágico en la contrarreloj de Rocamadour. Tal como sucediera en septiembre de 2020 frente a Primoz Roglic.

Y bien pudiera ser que Jumbo Visma hubiese caído en la trampa. Quien escribe lo tiene claro. A pesar de esas caras de póker y de esos ataques, la mayoría de ellos con muy poca consistencia, lo que Vingegaard debiera hacer es sentenciar el Tour antes de salir de los Pirineos. Para evitar desagradables sorpresas en la contrarreloj. Ahora mismo, y viendo el día a día, aparenta ser más fuerte el danés que el esloveno. Y siendo más fuerte, es un balance negativo que ayer, aunque fuera en cuatro segundos, Pogacar le restara tiempo a Vingegaard.
La corta etapa, no exenta de dureza, nos dejó por lo demás, la lucha por los puestos del top ten de la general. Guerra sorda, de mucho sufrimiento físico y mental. Geraint Thomas parece haber asegurado su puesto en el pódium final de París, en perjuicio de un voluntarioso y renacido Nairo Quintana, que ha vuelto a realizar un magnífico Tour de Francia.
Escrito por Raúl Ansó
Foto de portada: ASO / Pauline Ballet