Presentación de equipos. Jonas pisa el escenario. El estadio se cae, el gentío ruge en aplausos. Vingegaard juega en casa, al menos durante tres etapas. No parte como favorito, rol que recae en el unánime Pogacar, pero cierto es que es uno de los nombres incluido en casi todas las quinielas como la gran alternativa al omnipotente esloveno. Y, en cierto modo, lo es. Porque la fiabilidad de Roglic quedó bastante en entredicho el año pasado. Los problemas en la rodilla aportan dudas sobre su estado de forma. Se verá conforme avance la carrera, pero huele a que en Jumbo-Visma podrían tener ambas bazas consideradas por igual, pese a que se intente restarle presión al danés y otorgársela por completo a Primoz.
Las presentaciones son siempre iguales. Un ciclista, otro, un saludo, un comentario desde el estrado. Pero se vive algo especial. Desde una de las capitales más bonitas de la vieja Europa, el ciclismo tiene ante sí una ocasión de oro para reconciliarse con los amantes de las vueltas de tres semanas tras un Giro de Italia absolutamente decepcionante. El recorrido acompaña, los corredores (en la teoría) también. Los equipos corren con mucha ilusión y miedo al mismo tiempo. Pocos candidatos a la general, muchos a las etapas, todos pensando en los puntos. El nuevo ciclismo se impone, ganando terreno sobre el épico y vistoso de otras décadas.
Dinamarca ha apostado por esta salida. Y en la línea ha coincidido con un ídolo de masas en su país. Vingegaard procede de realizar junto a su jefe de filas una auténtica exhibición. En la última etapa de montaña, en un exigente Solaison, marcaron un paso infernal para todos los demás. Si Pogacar falla, ojo que la indecisión no decida más parte del Tour que la propia carretera. Se aventura sorpresa. Pero nadie se arriesga en un pronóstico, en teoría, predecible. Jonas puede ser el que cazase eventualmente en río revuelto. De su dupla con su alter ego en el ocho final vendrá la suerte o la ausencia de ver batalla, por fin, a pecho descubierto.
Los días de viento de su país serán importantes para ir marcando territorio. Vingegaard corre en casa, lo conoce. Va a sentirse arropado con el calor del público que abarrotará ambos lados de la carretera para verle pasar. Es el momento de aprovechar esa inercia de cola y comenzar dando un puñetazo en la mesa. Pero, que nadie se olvide, así quiso comenzar su compañero esloveno en el año 2020, cuando aún Jonas era un proyecto de buen ciclista, y terminó siendo batido por el incansable líder del UAE.
Escrito por Jorge Matesanz
Foto: ASO / Biche