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Diario del Tour’22: Vingegaard trae el Tour de Hautacam a Dinamarca tres semanas después

El Tour se debería haber acabado. Jonas Vingegaard será el segundo danés en coronarse en París. El primero fue Bjarne Riijs, el primer rey amarillo después de la era Indurain. Rasmussen tuvo demasiados nubarrones encima como para consolidar lo que había logrado en la carretera. Vingegaard, además, coincide con su antecesor en que ambos han sentenciado su victoria en Hautacam, una cima pirenaica que sigue acumulando historia y tradición en el Tour de Francia. Los Pirineos no han defraudado y han regalado una vez más un auténtico rosario de corredores y ataques por doquier. Bajando, subiendo, en llano… escapadas, contrataques. El Tour de 2022 reconcilia, en parte, a una muy buena parte de la afición con la mejor carrera, es justo reconocerlo. Y eso es, en gran parte, mérito de los corredores, que se han propuesto honrar la prueba más importante del calendario. De principio a fin, de salida a meta. Si el Tour es esto, vive le Tour! Qué diferencia con el Giro donde todo iba comprimido de forma artificial por el miedo a perder de los favoritos. En este mes de julio, la verdad, todos han ido al máximo, buscado los límites de su cuerpo. En años anteriores, la combatividad era bastante más pobre. Ni siquiera las escapadas tenían ya interés. Primer intento, fuga.

Desde Lourdes, ciudad conocida por los milagros, hasta Hautacam, se ha visto algo muy claro que viene a confirmar lo que se ha ido produciendo en la carrera: Jumbo-Visma ha sido mucho mejor que el peleón UAE. En número y en táctica. Y eso que el equipo de los Emiratos ha multiplicado su rendimiento en la parte final del Tour. El Covid terminó con la alternativa, aunque se sabía desde la salida que el gran equipo era el holandés. Y en realidad es así, nadie confiaba (ni confía) en la táctica que proponga Jumbo. La sensación de que se trata de un modo distinto de conservar por no arriesgar. Pero cada director deportivo, en asesoría con su equipo, debe determinar una línea de actuación.

© ASO / Pauline Ballet

La etapa fue desenfrenada. Las escapadas se habían multiplicado para utilizar el descontrol como medio de vida y supervivencia. Tres grandes puertos en la parte final hacían presagiar que la salida iba a ser clave para formar las escapadas. La táctica y la ambición iban a quedar determinados por esos movimientos, un tanto alocados al comienzo, que ayudarían a futuros movimientos en busca de sus objetivos en el Tour. Aubisque se subió con la fuga sin hacer y a toda pastilla. El equipo de Nairo Quintana, el Arkea, destrozó el grupo con dos corredores, sacrificados cual ariete en la batalla. Un desconocido Meintjes se lanzó para delante con la intención de engancharse a la fuga de cabeza y seguir mejorando así su clasificación, donde Daniel Felipe Martínez, Thibaut Pinot y, sobre todo, Wout Van Aert tenían el mando cuando este último se puso en plan Indurain.

Entre los favoritos hubo bandera blanca en el primer puerto, a excepción de Bardet, que huía no ya del grupo, sino de su sombra. La bandera de Sudáfrica galopaba ladera arriba intentando alcanzar la cabeza de carrera, pero no habría forma. Esa situación intermedia sólo podía tener una salvación para Louis, que cedía los segundos de tres en tres en la bajada, y era que los grandes entrasen en acción y la ola del tsunami le arrastrasen a la orilla. Sería en la durísima y sorprendentemente bonita ascensión a Spandelles donde sucedería todo.

Brandon McNulty, que a efectos prácticos subió Val Louron y Peyragudes en ritmos de podio, puso la marcheta. Sólo se quedaron los dos protagonistas de un duelo de leyenda, el americano y un Sepp Kuss al que el papel de gregario se le queda tan pequeño como el traje de la comunión. Dos americanos, un esloveno y un danés, suena a chiste, ¿verdad? Las arrancadas de Tadej, en busca de romper la maldición de la Bretaña, parecían desencajar esta vez al líder, que resistía cual funambulista salvando el borde del precipicio. Un fallo y se acabó. A Pogacar no le puedes permitir una alegría porque, como el desodorante, no perdona.

© ASO / Pauline Ballet

Un ataque, dos, tres… y en cuanto había parón llegaba Durango Kid para intentar poner nervioso al maillot blanco. Sin inmutarse, volvía a la carga, la última en la cima. La carretera era una virguería para jugar a ciclistas subiendo y bajando. Por delante, Van Aert buscaba marcharse solo y exhibición en el Día de Bélgica. No conseguía quitarse a dos lapas como Pinot y Martínez de en medio. Ese intento alcanzaría la bajada, donde el francés pasó las de Caín para seguir en el selecto grupo. En Hautacam terminó por reventar al de Groupama-FDJ, pero el colombiano resistiría como un titán. No sería hasta que el grupo de los dos mitos le diera alcance para desistir completamente de su aventura. “Con estos ya no hay nada que hacer”, diría. Esperaba trabajar para Thomas, que se estaba jugando el podio en pleno desfallecimiento y tras haber osado a atacar a los buenos en la penúltima subida del día.

Mientras tanto, David Gaudu se subía a la espalda de Valentin Madouas, al que debe una cena por el magnífico Tour se que ha marcado, para superar a Nairo Quintana, que viajaba de polizón en varios de los grupos. Buenísimo su Tour. Entre tanto, la guerra seguía en la bajada de Spandelles, que era una trampa para osos. Pogacar no esperaba a Hautacam e intentaba probar la destreza de su rival en términos de gravedad. Un susto para el maillot amarillo, una ligera caída para el maillot blanco. Vingegaard le esperó y nos regaló quizá la imagen del Tour: mano sobre mano y el duelo en la bajada se había terminado. El esloveno iba directo al corredor de la muerte, y lo sabía. Sus fuerzas se quedaron en ese raspón en el costado izquierdo.

Kuss se puso al frente y forzó la máquina hasta llegar a rueda de Van Aert. El maillot verde tenía a rueda al amarillo, que a su vez tenía al blanco detrás. Faltaba únicamente un Simon Geschke que se retorcía entre rampas pagando los esfuerzos y la mala suerte en los detalles. Aún así, muy buen Tour el suyo. Así se dignifica una clasificación que estaba (y está) un tanto devaluada.

© ASO / Charly López

Llegamos a Hautacam. Van Aert resucita a cualquier criatura de Marvel para terminar con Pogacar, que miraba al suelo para no querer ver lo evidente: que estaba un escalón por debajo del futuro ganador del Tour de Francia. El verde de Wout (o de Hulk) se alzaba sobre los pedales para dar sus últimos coletazos. Bandeaba de lado a lado una vez terminó su trabajo y comenzó el despegue de Vingegaard, que flotaba sobre el asfalto y se acercaba pedalada a pedalada a sentenciar su primer Tour.

Ganaba a lo grande, quizás algo arriesgado por esperar al último día para realizar este ataque. ¿Y si hubiese tenido un día malo con Pogacar crecido? Jumbo debe aprender de los errores. Roglic fue un aprendizaje en 2020, ¿cuántas veces lo habremos dicho ya? Pero es justo reconocer que fue muy bonito verles funcionar como escuadra, todos determinados en un mismo objetivo (excepto Van Aert, que peleaba por cuatro distintos a la vez). Tadej es un muy digno segundo clasificado. Así se honran las carreras. Y el propio nombre.

Y entre tanto héroe llegaba el ciclista abonado al puesto 11. Enric Mas perdía bajando lo que tampoco supo resistir subiendo. Las caídas de este año en los descensos han supuesto una nueva excusa. Las piernas no han funcionado, fin de la historia. Los problemas que se le achacan desde gran parte de la afición y los medios que no buscan la complacencia, el peloteo o hacerse los estupendos son problemas de fondo, de largo alcance, como su pedalada. En 2022 no ha salido el Tour, no pasa nada. Dentro de sus posibilidades, ha tenido algún arranque de valentía. Sin embargo, esos riesgos deberían haber sido tomados hace mucho tiempo, cuando un 15º puesto era visto como una buena opción o cuando las excusas para dejar de luchar por el podio para conformarse con una sexta plaza y ser justificado por la indolente prensa generalista le harían más daño de lo que él se piensa.

El pan por las nubes en sus declaraciones. La valentía, por los suelos. Como su bicicleta por los descensos durante esta desafortunada temporada donde sí hay que reconocer que ha tenido algún arranque de riesgo en pruebas de una semana. También se ha caído sin forzar, hay que ser justos. En definitiva, todo es causado por un problema de mentalidad. Si te caes, te levantas más fuerte. Pero no viene de julio de 2022, sino desde el día en el que firmó por un equipo que a día de hoy no hace mejor a la mayoría de los ciclistas que llegan a él. Silencio, autocrítica y trabajo toca. Sin excusas. La Vuelta es una nueva oportunidad.

© ASO / Pauline Ballet

En definitiva, la vida sigue igual, que diría el afamado Julio Iglesias en su mes de memes y caras recortadas sobre frases jocosas y chistes ingeniosos de gran recorrido. Gaudu parece ganarle la partida a Quintana por la cuarta plaza, Thomas resiste tercero a falta de una contrarreloj y Meintjes firma un digno sexto puesto. Qué diferente sabe así con respecto a como era antes, eh, Louis. Vlasov, Bardet, Lutsenko y Adam Yates completan el top ten. No era un mal objetivo para ellos. Y aún puede haber algo de baile entre ellos, con distancia para conservar al menos su lugar en el cuadro de honor.

Enric Mas cierra en el puesto once. Será la primera vez que no haya un ciclista español entre los diez primeros del Tour desde 1981 (41 años ha). Añadido a un Tour más sin victorias españolas. Preocupante. Reflexionemos también por ello. Ayuso y, sobre todo, Carlos Rodríguez en sus casas. Pogacar finiquitó su primer podio con 21 años. Al parecer, el campeón de España no puede debutar y pelear a lo largo de tres semanas con la misma edad y en un contexto de talentos cada vez más jóvenes.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: ASO / Pauline Ballet

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