Oier Lazkano vuelve a regalar una exhibición de sus grandes condiciones ciclistas, esta vez en Boucles de la Mayenne, una carrera de tradición francesa bastante desconocida que lleva realizándose desde 1975 de forma ininterrumpida. Sí, no es el Tour de Francia, pero es una carrera que no hace tanto vio destacar en ruta a Mathieu Van der Poel, amén de otros muchos talentos franceses. Benjamin Thomas ganó en 2022 y Arnaud Demaré en 2021. El nivel, como se puede ver, es bastante aceptable, si bien te lo garantiza meramente la presencia del pelotón francés, con un buen nivel medio que dificulta cualquier tipo de carrera a disputar, más si es en su casa.
Allí, en plena Normandía, ganó el ciclista de Movistar con una exhibición tal que dio impresión. Alcanzó la fuga, que ya se había consolidado, en solitario fue un primer síntoma de que sus piernas estaban muy pero que muy bien. A doce kilómetros de la llegada les dejó a todos y se peleó en un pulso individual contra el pelotón. Y ganó. Con ventaja suficiente para convertirse en nuevo líder y dar un golpe encima de la mesa. Que el vitoriano será de la partida en el Tour no está en discusión. El papel que juegue en él sí que puede ser uno de los elementos a debate.

Esta victoria llega después del segundo puesto en Dwars door Vlaanderen, una posición que no es precisamente fácil (único español en el podio en la historia de esta carrera), y donde lo importante fue la forma, la actitud en carrera, el cómo se llegó a un hito histórico. Lo mismo sucedió en Boucles de la Mayenne. La victoria en sí no es nada fuera de lo común ni de pronóstico. Sí lo fue la forma, el cómo. Más que por lo que es por lo que proyecta, lo que muestra, lo que nos deja soñar. Aún es joven, tiene 23 años (cumplirá 24 en noviembre) y muchos años por delante para progresar e irse ganando los galones.
Pero no puede perder el punto de mira, el dónde querer llegar y en qué tipo de corredor convertirse. Está actualmente en un equipo complejo que puede no leer bien las necesidades de este tipo de ciclistas que en las pruebas de un día puede ser un auténtico avión. Por este equipo pasaron otros como Flecha, que después hizo muy buena carrera en las piedras. Y aquí lo más inmediato es que Movistar no sólo le incluya en el ocho que formará para el equipo español en el Tour, sino la forma en la que planteen la carrera con el vasco.
Si se le concibe como un mero actor secundario a las órdenes de Enric Mas, el equipo se estaría equivocando con la evolución y desarrollo de este corredor. Los talentos deben volar libres y encontrar momentos para disfrutar de su crecimiento, y ahí es donde Oier debería disfrutar de cierto margen de maniobra. Si va al Tour para subirle bidones al balear o quitarle el viento, mal asunto. Hay otros corredores en el equipo que puedan realizar esas labores, mientras Lazkano puede estar en las fugas donde se decidan las etapas o jugar cartas de un modo diferente. En ese camino hacia el lucimiento personal pueden aparecer las ocasiones de trabajar para su líder desde las escapadas.
Aquí lo importante será cómo el ciclista sea percibido por sí mismo y por el equipo. Si él confía en que puede demostrar que lo que ha logrado en 2023 no es un mero espejismo y que detrás de él hay un ciclista como la copa de un pino, tocará apostar fuerte y exigir ser jefe de filas en ciertas carreras. Que la dirección del equipo y la voluntad del propio corredor estén en sintonía vendrá el éxito. De lo contrario, o bien ambas partes toman diferente camino o las expectativas serán complicadas de cumplir.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Boucles de la Mayenne // Fotos interiores: Direct Velo
Desde hace tiempo este ciclista viene destacando.