Ciclocross HC Opinión

El acertado modelo del Ciclocrós de Van Aert y Van der Poel

Hablaba en otro artículo sobre las tendencias en ciclismo, sobre las audiencias, sobre la insistencia del ciclismo por actuar sobre su esencia y sobre resistirse a repensar acerca de unos formatos que están conduciendo, matemáticas en la mano, a la irrelevancia. Nos venden que el ciclismo debe ser de corta duración, cuando es un deporte de fondo. Nos venden que es un deporte estático, cuando Van Aert y Van der Poel demuestran vez tras vez que esto se puede plantear de muy diferentes maneras.

El CX es una de las modalidades ciclistas más atractivas. Para empezar, al público asistente le das la posibilidad de ver a sus héroes en muchas ocasiones. Es un esfuerzo nervioso, eléctrico, donde hay diferentes escenarios. ¿Alguien se imagina que los circuitos fuesen únicamente de barro? El ciclismo, sobre todo el de grandes vueltas, se destina a buscar los momentos de atención únicamente con finales en alto. En la variedad está el gusto. En la reflexión el inicio del progreso. Pienso.

El ciclocrós está protagonizado por estos dos fuera de serie, aunque no sería justo decir que son los únicos que trasladan su enorme fama, obtenida en gran medida en el ciclismo de carretera. Sí que son el compendio de lo que el ciclismo debería aspirar a ser, que es ese valor de imprevisibilidad, de no saber qué esconde no ya el mañana, sino el kilómetro siguiente. Cuando mucha gente afirma que el ciclocrós es espectacular, en parte se equivoca.

Sí que lo es, no cabe ninguna duda. Pero lo que realmente es espectacular es la forma en la que se disputa. Sin tregua y sin tiempos muertos. Últimamente en ciclismo de carretera se producen salidas frenéticas con parones intermedios antes de volver a acelerar la emoción de la hora final. Eso ayuda a la desconexión y a pensar que lo importante está en el capítulo final. Las televisiones podían perfectamente exigir que el ciclismo se dé en esa hora final y emitir menos horas, mostrando muchas menos horas de paisaje y turismo.

En CX no se espera a las dos últimas vueltas para decidir la carrera, ni van todos juntos de la mano a través de troncos o escaleras. Se tiene una perspectiva de hacer disfrutar a los corredores y a los aficionados que siguen la carrera con la adrenalina de un circuito y todas las ventajas que ello conlleva. Las ideas más imaginativas que se han escuchado en los últimos tiempos ha sido la división en dos pelotones y cobrar a los espectadores por acercarse un día a un espacio público como es una montaña. Clarividencias sólo al alcance de algunos.

Todo lo que se dispute en circuito es más espectacular, vive más de los múltiples pasos y la concentración de medios en un área mejor localizada. Pero hay que disponerlos igualmente. En la primera subida al Angliru, allá por el lejano 1999, se instalaron cámaras en las curvas más interesantes. Tampoco hay que descubrir la fórmula de la Coca-Cola, pero es un comienzo. Salió el día nieblado y no lució como debía. Qué se le va a hacer, no por ello hay que dejar de insistir. O de buscar la fórmula que enganche.

También los ciclistas hacen, pero es la forma de correr del CX de siempre. Cualquier carrera de cualquier circuito se corre como un sálvese quien pueda. Ese ciclismo de juveniles, sin complejos, sin calculadoras. En el ámbito futbolístico sería salir al ataque de forma no contemplativa, ir a por el gol sin estar mirando atrás. Alardes de valentía, de voluntad y de preocupación, si se quiere, por su propio deporte, porque al final todo el espectáculo que se aporte, repercute sobre el ciclismo. ¿Se lo habrá dicho alguien a los artistas?

Escrito por Jorge Matesanz

Fotos: UCI World Cup Cyclo-cross

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