Desde que en 2010 reflotara el Caja Rural (durante muchos años aliado con Seguros RGA), puede que 2022 haya sido la temporada más complicada para la estructura navarra. Entonces el proyecto surgía en el campo Continental, pasando a Continental-Pro en 2011 con la esperanza de algún día ser parte de la Vuelta a España, la gran ronda que les es más interesante y a la que es más realista acceder. Con el arranque en Pamplona de la Vuelta en 2012 y el recuerdo del resultado que produjo la no invitación al Kaiku seis años antes (equipo también de origen navarro), la organización decidió darles la oportunidad para así asentar una estructura con visos de estabilidad y futuro dentro del ciclismo. Siendo aquel un momento delicado en cuanto a la presencia en el pelotón de conjuntos españoles, la Vuelta apostó por dar músculo al ciclismo en España. La apuesta fue tan bien que desde entonces han sido socio indiscutible de la carrera, dando espectáculo, aportando garra y frescura a las etapas más anodinas. Incluso a las ya divertidas de por sí. Buen nivel, buena actitud.
Lo que siempre les ha faltado ha sido la victoria, o estar ciertamente más cerca de conseguirlas. Antonio Piedra coronó al proyecto en el debut de Caja en 2012. La plaza no podía ser mejor para torear: los Lagos de Covadonga. Lo mediático de aquel triunfo les dio alas hasta el punto que firmaron a un gran líder para las próximas ediciones como David Arroyo. El entonces ex del Movistar, se batió con los favoritos para conseguir subir un peldaño el rendimiento de la escuadra de maillot verde. Como buen equipo productor de talentos, los corredores que más han destacado durante este tiempo han ido abriéndose paso hacia conjuntos del World Tour. Movistar precisamente es uno de los grandes beneficiados de dicho trasvase: Lazkano, Serrano, Aranburu o Mas (Lluis) provienen del otro conjunto navarro.

La irrupción de Kern, a su vez también con sede en la Comunidad Foral, ha cambiado el esquema. La gran evolución de sus grandes talentos y el poso que da la solidez que desprende el proyecto han hecho que poco a poco las carreras más prestigiosas les vayan haciendo un hueco entre sus invitaciones (o wild cards). La Lieja, entre otras, ya ha optado por incluirles en el pelotón. La Vuelta a España, era cuestión de tiempo, también. El problema vino precisamente en este punto, donde existía espacio para tres equipos. Uno de ellos es prácticamente fijo, que es el Burgos BH por su relación comercial con la propia Vuelta. Burgos siempre ha sido un socio estable y es de sentido común mantenerlo. Euskaltel, por su parte, son un aliciente más para los aficionados vascos, ya que la Vuelta atravesaba Euskadi tras su periplo holandés. Eso dejaba la decisión en un cara o cruz entre Caja Rural y Kern-Pharma. Ambos con motivos para entrar.
La no invitación a la Vuelta del Kern en 2021 y el miedo a que un segundo año sin correr durante tres semanas por España afectase a los cimientos de la estructura, con el foco de atención mediática internacional que ello conlleva. Un premio a la constancia y a la deportividad, por haber aceptado la invitación a los demás equipos Pro-Conti españoles y ser los únicos en no participar. En 2022 fue justo al contrario, con el Caja Rural fuera de la Vuelta y la pregunta de cómo va a afectar esto a la continuidad del proyecto. En 2023 parece que la gran ronda española atravesará navarra en etapas bastante importantes, por lo que quizá en la rotación esté la solución.
De hecho, es una de las posibles soluciones que se puede estar barajando desde la organización. Sobre todo con el objetivo de garantizar tejido en el ciclismo español, donde precisamente estaba costando en los últimos tiempos asentar proyectos. En el World Tour únicamente está Movistar, en Pro-Conti son cuatro las escuadras, con un nivel más que aceptable en todos los casos. Con la amenaza de descenso de los telefónicos durante gran parte de la temporada, las alarmas obviamente sonaban en Navarra, con el peligro de restar una hipotética wild card de las tres que están en juego para la Vuelta 2023, ya que Movistar obtendría una con casi toda seguridad.

Por el momento, parece que la idea de Caja es continuar en el pelotón, por suerte. El trabajo que se está realizando es excelente, además en una marca que ya es veterana en el ciclismo y tiene mucha tradición de los años 80. Incluso resuena nostálgico en los aficionados que mamaron aquella década de ilusión, música ochentera y dorsales enormes en la espalda. La evolución de sus ciclistas es muy positiva. Tanto que este año algún integrante de la plantilla da el salto al World Tour, la máxima categoría, desde Caja Rural, como es el caso de Jonathan Lastra (que firma por Cofidis). Esto produce un efecto llamada muy importante a los nuevos talentos, que ven en la estructura y cantera del conjunto navarro una posible forma de llegar a la élite.
Gustavo César Veloso, en su habitual columna para High Cycling, revisa en el número 9 la necesidad de reformar la obligatoriedad a correr las carreras World Tour de sus propios equipos. Antiguamente, en la década de los dos mil y en la recta final de los noventa existía un ranking que establecía una serie de equipos (14 ó 15) que tenía plaza asegurada en las mejores carreras por coeficiente. Podían renunciar de motu proprio y dejar espacio a otros equipos que tenían en esa prueba mucha más motivación y finalmente iban a poner toda la carne en el asador. En el Giro eso daba acceso a los muchos conjuntos italianos que existía en la época. En España ídem con los españoles. Actualmente, bien es cierto que no existen muchos en Italia, tal vez por no tener la garantía de correr el Giro, el pez que se muerde la cola.

En la Vuelta, como en el Giro, hay ochos que poco tienen que aportar a la competición. O bien son ciclistas que acuden de rebote, obligados o cuya mente se encuentra ya en las vacaciones por la avanzada fase de la temporada en la que la competición se encuentra. Caja Rural es víctima de ese concepto, ya que para ellos acudir a septiembre haría del resto del año una preparación para el leitmotiv de su temporada ciclista.
También hay que calzar los zapatos de la UCI y de las carreras World Tour. Estas pagan un canon (elevado, por supuesto) por formar parte de esa liga cerrada y garantizarse así una participación interesante. De ese modo se salvaguarda el interés de esos socios que el máximo organismo regulador del ciclismo a nivel internacional debe cuidar por interés propio. Por el camino, los perjudicados son los de siempre, los equipos que tienen un presupuesto que poco o nada tiene que hacer contra los más poderosos de la clase. Siempre tendrán mejores corredores, los que sumarán más puntos y eso les llevará poco a poco a estar en la cima. Sin embargo, estos conjuntos que generan nuevos talentos y proporcionan músculo en forma de ciclistas de calidad a las estructuras de la categoría superior necesitan una chance y no tener el camino bloqueado per se. Pero son las cartas que tenemos. En este caso poco se podrá hacer en el corto plazo y la partida ya está comenzada. La situación sólo podría empeorar, o al menos eso parece.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: Caja Rural-Seguros RGA