Historia

El arco iris se decide en Bélgica

Con la edición del centenario de los Campeonatos del Mundo que se celebran en la región de Flandes, serían 10 las citas mundialistas que ha albergado Bélgica, un país con pasión y tradición ciclista como ninguno. Los ciclistas locales han cosechado cuatro triunfos en los mundiales disputados en casa, pero también han sido testigos de alguna decepción de importancia para ellos, y de ver como los vecinos de los Países Bajos se llevaban el gato al agua, ¿será una premonición de lo que nos espera el domingo? Pronto lo sabremos.

1930 – Lieja

Dos victorias para Binda

La cuarta edición en la historia de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en ruta llegaba a Bélgica, un país que ya entonces vibraba con este deporte. La ciudad industrial de Lieja acogía esta prestigiosa carrera

Alfredo Binda era el gran ídolo de la Italia ciclista, con permiso de Constante Girardengo, con el cual mantenía una importante rivalidad, muy al estilo italiano. Fue el primer Campeón del Mundo, tres años antes de la cita de Lieja, en el mundial disputado en el circuito de Nurburgring, Alemania. Fue capaz de vencer 5 Giros de Italia, y tiene el record de títulos mundialistas junto a Merckx, Van Steenbergen, Freire y Sagan. En Lieja y bajo un calor agobiante se impuso en el segundo de sus títulos, en una volata final en la que venció a su compañero Learco Guerra y al belga Georges Ronsse.

1935 – Floreffe

Jean Aerts y su baño de masas

En Valonia muy cerca de Namur, se encuentra Floreffe, la sede de los Mundiales de ciclismo en 1935, una pequeña localidad que se volcó con la presencia de los mejores corredores del momento. Pero fue un corredor flamenco el conseguir el triunfo aquella tarde del mes de agosto. Se habla de más de cien mil personas en los alrededores de la llegada que invadieron la meta al conocer la victoria de su compatriota, un hecho que hizo que los organizadores solo pudieran meter en la clasificación a los 8 primeros ciclistas que pasaron por la línea de meta. Jean Aerts no era el principal favorito al triunfo, de hecho, era el hombre pensado por la selección belga para un posible final al sprint, a pesar de haber sido ya campeón mundial amateur. Lo curioso fue que Aerts se impuso en este Campeonato del Mundo con una escapada y por delante de Luciano Montero, con el que estuvo en fuga durante muchos kilómetros, colaborando ambos para abrir hueco, y entendiéndose a las mil maravillas por la amistad que les unía. Fue la primera medalla en esta prueba para el ciclismo español

La selección italiana era a priori la más potente en un recorrido muy duro, plagado de dificultades y en el que solo acabaron 13 ciclistas. Learco Guerra, la principal baza de los transalpinos se retiró con fuertes dolores de estómago.

1950 – Moorslede

Briek Schotte repite victoria

Moorslede es un municipio de Flandes Occidental cuyo censo en 1950 era poco superior a 8000 habitantes. No obstante, se disputaron allí los Campeonatos del Mundo de ciclismo, y por supuesto su prueba reina. Casi 300 kilómetros tuvieron que afrontar los 40 ciclistas que tomaron parte en la carrera, un continuo subir y bajar, por carreteras estrechas, colinas adoquinadas como el Kemmelberg, transitando los pueblos que unos años antes estuvieron inmersos en la Segunda Guerra Mundial. Un terrible trazado en el que solo terminaron doce corredores al final de la jornada.

Briek Schotte era el arquetipo de corredor flamenco, un tipo rudo, de carácter rural, que desayunaba varios bistecs antes de tomar la salida en las carreras, y que su unión al adoquín de Flandes fue tal, que falleció el día en el que se corría De Ronde en el año 2004. Cuando quedaban pocos kilómetros para el final, puso tierra de por medio para conseguir su segundo título de Campeón del Mundo, por si fuera poco, con su gente alrededor, a tan solo unos treinta kilómetros de su pueblo Kanegem. En segundo lugar y a más de 1 minuto llegaba el neerlandés Middelkamp, y a casi 2 minutos el suizo Ferdi Kubler, otro de los favoritos al triunfo.

1957 – Waregem

Van Steenbergen consigue su tercer arco iris

El circuito previsto en Waregem, Flandes Occidental, para la prueba en ruta del Campeonato del Mundo de 1957, estaba hecho a la medida de Rik Van Steenbergen, uno de los ases del ciclismo de la época, y junto a Alfredo Binda, Eddy Merckx, Oscar Freire y Peter Sagan ostenta el récord de tres triunfos en la carrera del arco iris. Las condiciones climatológicas no eran para nada las más favorables, la incesante lluvia con la que amaneció el circuito anegaba varias partes del recorrido, entre ellas la zona de estadio donde estaba ubicada la llegada. Una jornada dantesca con aguaceros que iban y venían, y 70 corredores en la búsqueda del prestigioso título mundial.

Infinidad de escapadas, de movimientos para salir del control del grupo principal. Corredores como Van Looy, Van Est, De Jong o el español Galdeano. El viento también hace acto de presencia, un día de perros de los que no se olvidan. Por fin llega la última vuelta, y los valientes que siguen en carrera avanzan dirección al estadio de futbol de la localidad. El primero en aparecer en escena dentro del recinto es Louison Bobet, otro de los favoritos al triunfo, como lo es su compañero Darrigade. Pero no podía faltar a la cita del gran Rik I, que acaba enlazando y despliega su velocidad para vencer su tercer Campeonato del Mundo. La euforia se desata con el público invadiendo la pista, por si fuera poco, el Rey belga está presente para felicitar al campeón. Todo había salido a la perfección.

1963 – Ronse

Beheyt deja a Van Looy sin el tercero y surge la polémica

El ciclismo se ha vivido con intensidad y pasión en Bélgica, desde sus primeros años las enconadas rivalidades entre ciclistas de diferentes ciudades han hecho vibrar a los aficionados y encender la polémica en la prensa y en los alrededores de las propias carreras. Un ejemplo fue lo acaecido en la localidad flamenca de Ronse en 1963 donde llegaba Rik Van Looy para conquistar su tercer entorchado mundial, y por si fuera poco consecutivo. El Emperador de Herentals, como era conocido Van Looy se sabía superior y único líder de la selección belga con un trazado que le venía como anillo al dedo. El ascenso al Kluisberg se antojaba como una de las principales dificultades, pero la llegada al sprint era muy predecible. El principal rival de Van Looy, era el francés André Darrigade, pero no se podía olvidar que en la lista de participantes había ciclistas de la talla de Jan Janssen, Raymond Poulidor, Jacques Anquetil o Italo Zilioli. Bahamontes y Pérez Francés eran los líderes del combinado español, que contaba con escasas probabilidades de éxito.

Con la carrera controlada con mano de acero por la selección local, se llega al momento esperado de la volata final en la meta de Ronse. Los italianos lanzan el sprint en busca de meter a alguno de sus hombres como Taccone en la lucha por la victoria, a cien metros del final el gran favorito Van Looy comienza su remontada en pos del esperado triunfo, sin embargo, el golpe de pedal de Rik II no es el adecuado para imponerse con autoridad y reclama a su compañero Benoni Beheyt que le ayude en el lanzamiento. Este último en esa labor de ayuda acaba pasando el primero por la línea de meta, la polémica está servida. A partir de este suceso, se producen enfrentamientos entre partidarios de uno y de otro, declaraciones incendiarias en prensa donde se asegura que el joven belga ha ido guardando fuerzas toda la carrera para vencer a su líder, e incluso la protesta de Van Looy con una reclamación ante los comisarios por posible maniobra ilegal de Beheyt, reclamación en la que toma partido la federación belga en favor del ciclista de Herentals.

1969 – Zolder

Ottenbros vence contra pronóstico

Como iba a ocurrir más de treinta años después, el circuito mundialista de Zolder fue suave a la par que algo descafeinado si de espectáculo ciclista hablamos, ahora bien, de polémica otra vez fue servido. Se disputó dentro del trazado del circuito automovilístico de Zolder, dando treinta vueltas de poco más de 8 kilómetros. Eran los primeros años del dominio absoluto de Eddy Merckx, que ya se había vestido de arco iris dos años antes, y era sin lugar a dudas el favorito al triunfo, más si cabe corriendo muy cerca de su casa, con un público entregado y enfervorizado en torno al Caníbal y la selección belga. Una selección en la que también se encontraba un Rik Van Looy ya veterano, y como bien era sabido, Merckx nunca fue santo de su devoción. A veces es complicado ese final feliz y esperado por todos, y esta vez las cosas iban a ser muy diferentes a lo anhelado por aficionados y prensa.

Cuando restaban 30 kilómetros para la línea de llegada se destacaron dos ciclistas por delante de un grupo de escapados en los que también rodaba Goodefrot, otro de los puntales belgas. Por un lado, el corredor de la selección belga Julien Stevens, sensacional rodador y con una buena punta de velocidad. Su compañero en la fuga era el neerlandés Harm Ottenbros, buen ciclista, sabedor de su buen final, pero más bien desconocido para el gran público. Por detrás se habló de las supuestas artimañas tácticas de Van Looy para evitar que Merckx venciera en este mundial de Zolder, una enconada rivalidad que dividía a los aficionados de aquel país. En los metros finales ya se pudo ver el nerviosismo de Stevens, que le vino grande el papel de salvador de los belgas, y el neerlandés se impuso definitivamente en la meta. Algunos aficionados belgas no supieron digerir el decepcionante papel de los suyos y atosigaron a Ottenbros en los aledaños del podio, en donde tuvo que contar con escolta policial.

1975 – Yvoir

Kuiper se cuela en la fiesta belga

En el área francófona de Bélgica, Valonia, también se vive el ciclismo con pasión, quizá no llegan a la tradición de sus vecinos flamencos pero la expectación siempre es máxima cuando se disputa una carrera como el Campeonato del Mundo, que en 1975 tuvo como sede la ciudad de Yvoir, muy cerca de Namur y su ciudadela. La carrera cumplió con las expectativas despertadas los días previos, la selección belga que corría en casa contaba con el conjunto más potente de los concurrentes, solo hablar de Eddy Merckx, Roger de Vlaeminck, Freddy Maertens o Lucien Van Impe ya imponía respeto a sus rivales. De hecho, en jornadas anteriores, era tal la supuesta superioridad belga que en algunos medios e incluso entre los integrantes de esa selección se hablaba de cómo se iban a repartir el botín.

La realidad no obstante fue muy diferente para los anfitriones, que abarrotaban las cunetas desde días antes, se calcularon cerca de medio millón de aficionados a lo largo de todo el recorrido. En un día de perros, con un cielo gris plomo y la lluvia y el viento como protagonistas, los capitanes belgas se quedaron sin algunos de sus mejores gregarios y comenzaron las disputas personales, como el ataque de Merckx a De Vlaeminck, que se repitió a la inversa con el italiano Francesco Moser entre medias de la batalla fratricida. Pero cuando quedaban prácticamente dos vueltas para el final, fue el neerlandés Hennie Kuiper quien saltó del grupo de los favoritos, y en el último paso por meta contaba ya con más de medio minuto de renta. El propio Moser llega a tener a Kuiper a poco más de cien metros, pero no consigue darle caza. Kuiper se proclama campeón del mundo, colándose en la fiesta belga, con De Vlaeminck en segunda posición.

1988 – Ronse

Fondriest vencedor en una llegada muy polémica

Como en 1963, Ronse fue la ciudad elegida para la celebración de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en ruta. Otra vez unos metros finales cargados de polémica en la lucha por la victoria. Veinte vueltas en un circuito de poco más de 13 kilómetros y con la dificultad reseñable del ascenso al Kruisberg ya en los aledaños de meta, también se citaba a la posible aparición del viento en mitad del trazado, pero en resumen este recorrido de Ronse era bastante suave, lo cual dejaba un abanico abierto de posibles vencedores. Claude Criquelion campeón en el 84, Eddy Planckaert, Steven Rooks y su compañero y padre de Mathieu, Adri van der Poel, y por supuesto los cuatro puntales de la selección italiana de Alfredo Martini, Moreno Argentin, Maurizio Fondriest, Guido Bontempi y Gianni Bugno. Sobre esos mimbres se disputaba una edición más del mundial, donde por cierto la selección española acudía con el flamante vencedor del Tour de Francia Pedro Delgado, y Juan Fernández, que iba a correr su última prueba mundialista para comenzar como director del conjunto CLAS en la siguiente campaña.

Hubo que esperar a la última vuelta para ver en acción a los llamados a luchar por la sagrada prenda arco iris. La última subida al Kruisberg, se saldó con un contundente ataque de Criquelion, a su rueda el joven italiano Fondriest, el suizo Gianetti también pudo llegar, pero fue parado por su director Paul Koechli debido a un extraño conflicto de intereses. En una posible llegada muchas de las papeletas estaban en la urna del belga más experimentado en estas lides, sin embargo, por detrás y a falta de 800 metros para la línea de llegada aparece un invitado al que nadie ha llamado, el ciclista canadiense Steve Bauer al que Gianetti ha ayudado a enlazar con la cabeza de carrera, y entonces la polémica. Criquelion remonta junto al vallado dispuesto a conquistar su segundo mundial, y el canadiense en una rocambolesca maniobra cambia de trayectoria lanzando al belga a las vallas y dejándole fuera de juego, siendo el triunfo para Fondriest. Bauer fue finalmente descalificado, lo que propició que el vitoriano Juan Fernández, cuarto, subiera al tercer cajón del podio, su tercera medalla de bronce. Desoladora la imagen del malogrado Criquelion andando con la bicicleta en la mano en los últimos metros.

2002 – Zolder

Súper Mario no desaprovecha su oportunidad

En Zolder, provincia de Limburgo, se disputó el único Campeonato del Mundo del Siglo XXI en tierras belgas con un trazado que carecía de las dificultades propias de otras ediciones, y es que el circuito era prácticamente plano, sin ningún punto destacado de dureza. Este escenario resultaba propicio para los mejores velocistas del pelotón, que gozaban de una oportunidad única para vestir el preciado Arco Iris. El favorito número uno en las apuestas era el italiano Mario Cipollini, con un equipo confeccionado a su alrededor, y llegando con un estado de forma indiscutible tras una gran temporada en la que se hizo con varias etapas en Giro y Vuelta, además de la Milán San Remo. En otro escalón de favoritos estaban otros habituales del sprint masivo como Robbie McEwen, Erik Zabel o el propio Oscar Freire, en ese momento vigente campeón de la prueba. Corredores como Museeuw o Van Petegem que corrían en casa, reducían sus opciones a un carrera dura y marcada por la climatología.

Los pronósticos de una carrera tediosa y controlada se cumplieron con creces, en un Campeonato del Mundo para olvidar en el aspecto del espectáculo. No hubo lugar para las fugas ni a las aventuras que caracterizan esta carrera, siendo de un minuto la ventaja máxima obtenida por los escapados. La selección polaca en primera instancia y posteriormente la italiana con los Lombardi, Scirea y compañía controlaron una carrera que tenía un favorito claro, un disparo, un muerto para Mario Cipollini que debutaba en esta prueba para vencer en la volata con verdadera autoridad por delante de McEwen y Zabel. En esta ocasión la selección española y su líder Oscar Freire estuvieron tocados por la mala suerte al verse el cántabro involucrado en una caída a tan solo tres kilómetros de meta, en donde rompió varios radios de su bicicleta.

Escrito por Alberto Díaz Caballero (@Sincadenablog)
Foto: Sirotti

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