Historia

El asalto al amarillo de Pedro Delgado en el Tour 87

“Jornada histórica para el ciclismo español en el Tour de Francia por el golpe de mano propinado por Pedro Delgado, que consiguió el jersey amarillo de líder mientras Federico Etxabe y Anselmo Fuerte ocupaban las dos primeras posiciones en la etapa con final en la cima de Alpe D’Huez.

Hacía catorce años –desde que Luis Ocaña consiguió el segundo Tour para el ciclismo hispano- que un español no lucía la preciada prenda amarilla y hacía también catorce años, igualmente desde 1.973, que los españoles no conseguían ganar dos etapas consecutivas. Ayer, sobre las empinadas rampas de Alpe D’Huez dieron una auténtica lección de ciclismo. Volvieron a exhibir la garra, coraje, sacrificio, entrega y voluntad que otrora demostraron los Poblet, Bahamontes, Jiménez, Torres o sin ir más lejos Ocaña. Sus nervios por demostrar que el ciclismo español no está en baja han sido una constante a lo largo de los 201 kilómetros que separaban Villard de Lans de Alpe D’Huez. Sus ataques han sido continuos rompiendo a las primeras de cambio la carrera y haciendo causa común para llevar a Delgado a lo más alto del podio en la presente edición del Tour”.

Con estas emocionadas palabras, el periodista ya fallecido Felipe Recuero, sin duda impactado por la gesta contemplada minutos antes, comenzaba su crónica referida a la vigésima etapa del Tour de Francia de 1987. Sirvan como homenaje al señor Recuero. Emocionadas y emocionantes palabras, aún hoy en día, para quienes tuvimos la suerte de seguir por televisión aquella etapa. A las jóvenes generaciones de hoy día les resultará muy difícil imaginar lo que supuso aquello no ya sólo a nivel de ciclismo o deportivo. Porque lo de aquella tarde fue un acontecimiento de auténtica dimensión social en España. Baste señalar el hecho de que el Congreso de los Diputados suspendiese la sesión prevista para aquella tarde.

Tras la crisis sufrida por el ciclismo nacional a finales de la década de los setenta y los principios de los ochenta del siglo pasado, la participación del equipo Reynolds, gracias a la convicción de José Miguel Echávarri, con Angel Arroyo y Pedro Delgado en el Tour de 1983 tornó el rumbo. Además, fue una progresión muy constante, con victorias de etapa de ciclistas muy variados durante aquellas ediciones del Tour, e importantes puestos de honor. Una progresión muy firme de nuestro ciclismo, referida a las grandes vueltas por supuesto, que alcanzó su culmen, por entonces, aquella tarde del martes 21 de Julio de 1987. Lo de que Perico vistiese finalmente de amarillo fue casi un anhelo. Se veía que estaba cerca, se veía que estaba muy cerca, hasta que al final sucedió, en un marco inmejorable, como fue el Alpe D’Huez. Ese anhelo, sería casi comparable al que sucedía con las teleseries que entonces ofrecía la entonces única Televisión Española, en las que se deseaba que, al fin, el galán se casase con la chica guapa. Y es que, efectivamente, para entender el fenómeno sociológico que entonces supuso que Perico se vistiese de amarillo, hay que tener en cuenta la existencia de sólo dos canales televisivos en España (aparte de muy pocas televisiones autonómicas). El seguimiento del que disfrutaba el ciclismo en España era enorme, también claro está, por los triunfos de sus ciclistas.

Que el acercamiento al amarillo de Pedro Delgado fue algo progresivo, lo demuestra el hecho de que en la jornada anterior con meta en Villard de Lans, el segoviano había escapado junto con Roche y había batido al irlandés en meta. Pero sobre todo, ambos dos habían destronado del liderato a un Jean François Bernard que se había mostrado terrible en la cronoescalada al Mont Ventoux. Así, en la salida de Villard de Lans hacia L’Alpe D’Huez, en la jornada que le aupó al “maillot jaune”, Delgado era tercero de la general a un minuto y diecinueve segundos del líder irlandés Stephen Roche.

Y es que, por cuestiones de espacio, nos ceñiremos exclusivamente a la etapa con final en Alpe D’Huez. Pero conviene contextualizar esta etapa en una semana alpina con unos vuelcos clasificatorios y unas diferencias temporales sin apenas parangón en el los Tour de Francia actuales. Una semana de ciclismo brutal y total.

En la cronoescalada a Mont Ventoux del domingo, Delgado había concluído muy fresco. Había registrado el mejor tiempo en los últimos ochocientos metros de ascensión y el tercero en el total de la etapa. En la cima se lamentaba de no haberse exprimido más, de no haber calculado mejor sus fuerzas para haber conseguido un mejor tiempo. Parecida opinión daba tras su victoria al día siguiente en la etapa de Villard de Lans: “El tiempo (meteorológico) fue cómodo para correr. Para mí, cuanto más calor haga mucho mejor, es lo que prefiero, pero hoy los rivales notaron sobre todo el esfuerzo realizado en la crono-escalada del Ventoux”. Un Pedro Delgado que hacía referencia al fallecimiento de su madre un año exacto antes y que le obligó a abandonar el Tour de 1986.

Y en estas, llegó aquel martes 21 de Julio. En Villard de Lans, bajo un cielo nuboso y una ligera llovizna, a las 10 horas y 16 minutos, 152 corredores tomaron la salida. Durante esa jornada, los ciclistas debían superar dos altos de cuarta categoría, Berland y Brié, uno de tercera, el Col de la Placette, el Cucheron de segunda categoría, dos de primera, el Col du Coq y la Côte de Laffrey, y por supuesto el Alpe D’Huez, de categoría especial, final de etapa en el kilómetro 201.

Se sucedieron, como no podía ser de otra manera, un sinfín de ataques y contraataques, con activa presencia de los equipos españoles, sobre todo de BH y Teka. Ahorraremos al lector esta película de la etapa, y nos situaremos directamente en la situación de carrera en las primeras rampas de Alpe D’Huez. Diez ciclistas en cabeza: Etxabe, Fuerte, Criquielion, Zadrobilek, Lavainne, Ramírez, Van Calster, Alcalá, Chozas y Skkiby. De ese grupo saltó Fede Etxabe. Por detrás, en el grupo que se jugaba el Tour, Delgado, Fignon y Herrera consiguen dar de rueda a Roche, Bernard, Mottet y Millar. A falta de 6 kilómetros el vizcaíno Etxabe es cabeza de carrera y tiene una ventaja de 1-40 sobre Fuerte, Lavainne y Ramírez, dos minutos sobre Chozas y Criquielion. A 4-50 rueda Fignon que ha dejado atrás a Herrera y Delgado. A falta de 4 kilómetros Perico se convierte en líder virtual al haber anulado ya su diferencia con respecto al líder Roche. Momento de máxima emoción. Etxabe gana la etapa. Anselmo Fuerte, compañero de equipo en BH, hace segundo. Delgado séptimo aventaja en meta 1-44 sobre Roche…

Sobre las 16 horas y 30 minutos de aquella tarde del 21 de Julio el segoviano Pedro Delgado sube al podio con su maillot del equipo neerlandés PDM. Bajará de ese podio investido con una túnica amarilla. Emoción en millones de hogares españoles. Catorce años después, por fin. Respecto a ese maillot, Pedro Delgado confió la siguiente anécdota: “Nada más llegar al hotel lo primero que hice fue quitarme el maillot amarillo para no ponerme nervioso y darle demasiadas vueltas a la cabeza”.

La jornada tuvo notoria repercusión también en la prensa internacional. Más allá de la actuación de Pedro Delgado, el éxito se extendía al conjunto del ciclismo español. El periódico Libération titulaba “L’Alpe D’Huez, estación de deportes d’Ibere”, jugando así con la Península Ibérica y la palabra invierno (hiver) en francés. Le Matin titulaba a toda plana “Los españoles hacen la ley” y hablaba de un “ciclismo español despierto y bien despierto en una etapa de calvario y desolación”. Le Figaro se refería a Perico como “ese rubio castellano con rostro de ángel”. Eddy Merckx opinaba que el segoviano “puede y debe ganar en París”. Por su parte, Jacques Anquetil, en su último Tour en vida (falleció cuatro meses más tarde) escribía que “Perico demostró ayer que es un fuera de serie y confirmó mi opinión desde la salida de Berlín de que es uno de los favoritos. Ahora ya el favorito”

Escrito por: Raúl Ansó Arrobarren (@ranbarren)
Foto: Sirotti

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