Nadie creía que Mikel Landa sería capaz de volver a subirse al cajón del Giro de Italia después de todo este tiempo. Ni siquiera él mismo. ¿O sí? Caídas, lesiones, abandonos, mal rendimiento en el día ‘D’, etc. El ‘landismo’ no se rendía y a cada gesto que indicase que el vasco volvía por sus fueros la afición volvía a rescatar su bandera, a agitarla, a vitorearle y a rellenar el asfalto con sus cinco letras. Golpe tras golpe ha habido gente que se ha bajado, claro. Y que como la moraleja de Pedro y el lobo ha dejado de seguir las huellas de Landa en las grandes vueltas. Justo, seguramente. El infortunio mezclado a partes iguales con inseguridad y contraste entre lo que quiere llegar a ser y lo que le dicen que debe llegar a ser le ha restado ese halo de megaestrella que venía a rescatar al ciclismo del tedio en la más alta montaña. Un Pantani a la vasca, con muchos matices y diferencias, pero en esa comparación generacional con sus iguales han cumplido un papel similar de buscar lo diferente, lo inesperado. Ese rescate del ciclismo menos previsible en sus épocas.
Tras ser tercero el pasado mes de mayo en el Giro, donde dejó un sabor agridulce debido al cierto conformismo que mostró una vez el portugués Almeida, cuarto en discordia, quedó fuera de carrera por ser positivo en Covid. Cuando el líder del UAE estaba en liza, el ciclista de Bahrain-Victorious se mostraba más ofensivo y ambicioso. En cuanto su tercera plaza quedó simplemente a merced de no sufrir una caída o desfallecimiento importante su actitud cambió, teniendo a Nibali muchos minutos por detrás y al segundo, el ecuatoriano Carapaz, con las fuerzas en rompan filas, no intentó más que amarrar su tercera plaza. Entendible por un lado por el contexto, pero en contraposición al ciclista que describíamos anteriormente. Tal vez sea la edad. O que le han aplacado desde el coche los ánimos. O de todo un poco.

Achacaba su bajada en la ofensividad a un decrecimiento de su forma física en ese último tramo, pero a decir verdad fue el segundo de los favoritos en coronar La Marmolada, por detrás del ‘cohete’ Hindley, del que tampoco llegó demasiado lejos. Pero aceptemos barco. Landa daba para hacer lo que hizo. Olvidemos también su terrorífica crono en Verona, en la que cedió tres minutos con el vencedor de la etapa en apenas 17 kilómetros. Ser tercero en el Giro es un resultado que refuerza su moral de cara a sentirse candidato a repetir semejante hazaña en grandes ahora mismo de su nivel, como pueda ser la próxima Vuelta a España. Ganar es otra historia.
Los problemas en la Vuelta serán otros. Por un lado, su equipo, que será una de las referencias de la carrera puesto que incluirá en el ocho a varios de los potenciales aspirantes a la parte alta del top ten, es un arma de doble filo. Por un lado, de ser la mejor versión de Mikel Landa, como la que vimos en el Astana de 2015, entre sus compañeros podría comenzar a brillar algún segundo espada que aproveche la presión que el español cargue sobre su espalda para adelantarle por la izquierda en el escalafón. No sería la primera, ni la segunda ocasión en la que le haya sucedido. Y es que en su escuadra coincidirá con gente tan válida como Jack Haig, de hecho el tercer clasificado en la pasada edición, Pello Bilbao, su fiel escudero rebosante de clase y sacrificio, Gino Mader, otra de las estrellas incipientes del panorama internacional y veremos si se unen a la fiesta ciclistas como Damiano Caruso, que ya demostró ganando en Velefique como un auténtico obús la calidad que desprende. Otro de los valores al alza del equipo es el colombiano Santiago Buitrago, que después de estrenarse en el Giro va a querer refrendar en la Vuelta lo conseguido tras su triunfo en la Vuelta a Burgos.
Por otro lado, de ser un líder claro y poseer una dirección bien estructurada en ese sentido, tener un equipo con tan buenos eslabones le favorece de forma clara, como es evidente. Landa debería marcar las directrices y con jerarquía marcar las órdenes de un Bahrain que debería girar a su alrededor. Si por el contrario el conjunto juega otras bazas será un mal presagio. Tendrá gregarios fieles como el polivalente Luis León Sánchez, que en buena lógica será de la partida. Sobre ellos dos puede construir un buen cimiento que le aúpe como candidato al podio.

¿Más problemas? El recorrido le favorece entre cero y nada. Un escalador de alta montaña se encontrará con muy poco terreno que poder llamar de esa misma manera. La etapa que alcanza la cima de Sierra Nevada, a más de 2500 metros de altitud, será la jornada reina, con el único acompañamiento de Monachil (El Purche) y una subida final que puede ser apocalíptica en su fase final. Su baza es obtener buen rédito ahí, en ese punto de las subidas donde la fatiga sea muy elevada y su fondo haga el resto. Peñas Blancas puede ser otro puerto que le pueda marchar bien. En esos porcentajes se ha visto al mejor Mikel en sus mejores tiempos. No tanto en otros como La Pandera, más explosivos. La última semana le puede beneficiar como le puede perjudicar, con puertos que son más de fuerza que de condición escaladora. Pero si se llega a ese punto en una clasificación aceptable ya será un muy buen síntoma.
El primer envite será no perder comba, con un paso por Países Bajos muy complicado si hay viento, caídas o tensión. Es preferible que en esas primeras jornadas ceda algo de tiempo a perder la carrera en forma de accidente o lesión grave. Después todo se arrastra y es un lastre que pesa como una losa. Más en una prueba que se jugará, si todo sucede como se prevé, en segundos. Las etapas vascas le harán sentirse abrazado por la afición, y eso le puede motivar a estar delante y concentrado. Asturias es más explosiva que nunca, con el inédito Fancuaya y el durísimo Praeres para dirimir los primeros escarceos entre los buenos. Porque en Pico Jano será más trabajo de eliminación que de otra cosa. Sobrevivir a esa primera semana es muy importante, como es obvio.

La crono puede lanzarle lejos en la general, pero es algo con lo que se cuenta. Tocará remontar y esperar que poco a poco vayan fallando los que vayan por delante. Aunque, seamos sensatos, para Landa la Vuelta está muy complicada por el tipo de carrera que es y cómo se disputa. ¿Nos sorprenderá una vez más? Veremos, es costumbre suya ir contra pronóstico y crecerse cuando nadie esperaba que ni siquiera estuviese en pie. Seguro que pase lo que pase el ‘landismo’ seguirá gritando el ensordecedor ‘vamos, Mikel’ tan clásico de los que siempre creerán en él.
Escrito por Jorge Matesanz
Fotos: RCS
Habéis estado fuera de España? Porque hacer este artículo poniendo cosas que no van a ocurrir debe ser por eso, Bilbao ya ha renunciado a correr la Vuelta, y Landa también ha dicho que no va a luchar por la general, en cuanto a Haig, todavía no está recuperado de la caída del Tour y sigue siendo duda. Vamos que os lo podíais haber ahorrado.
Muchas gracias por el comentario. La noticia de Bilbao es bien reciente y el artículo estaba escrito. Actualizamos. Gracias de nuevo
No preocuparse, que hasta el mejor escribano echa un borrón. Muchas gracias por el trabajo qué hacéis. Buenísimos artículos todos. Por cierto, Landa es un caso único, porque ha generado unas expectativas muy alejadas de los resultados obtenidos. Ningún ciclista en la historia, con unos resultados y un palmarés similar ha hecho correr tanta tinta y llenado tantos titulares y comentarios en radio y TV. Ahora es fácil afirmar que nunca ganará una gran vuelta, porque ya ha comenzado a perder rendimiento, pero yo siempre vi claro que en Mikel Landa había más ruido que nueces y nunca obtendría una general de GV. Saludos y enhorabuena por los artículos.
Viva el landismo, España con Mikel