Si alguien piensa en ciclismo polaco es imposible no caer en el recuerdo de Zenon Jaskula, aquel rocoso tercer clasificado del Tour de Francia en 1993 por detrás de Miguel Induráin y Tony Rominger. Ambos se vieron sorprendido por un corredor conocido por haber sido top ten en el Giro en ediciones anteriores, pero sin la repercusión necesaria para considerarle un candidato al podio. No ha sido un caso aislado, porque en verdad Polonia ha ido aportando corredores a los niveles de élite, si bien ha sido con cuentagotas y de forma muy selectiva. Tener un campeón del mundo como Michal Kwiatkowski no puede ser dicho por muchos países con poca tradición histórica en el ciclismo. O al menos menor que la que suponen España, Francia, Italia o Bélgica, entre otros. Con un ciclista como Rafal Majka que tan pronto termina en el podio de una Vuelta a España como se convierte en el mejor gregario del mejor ciclista del mundo, se cierra un círculo generacional de muy buenos ciclistas que necesita de nuevo, como se diría en el argot, un relevo.
Hubo unos años en los que un par de ciclistas polacos funcionaron muy bien en el Banesto de los primeros años 2000. Dariusz Baranowski y Tomasz Brozyna fueron unos buenos coequipiers al servicio de los líderes el conjunto español aquellos días. El primero de ellos salto al Liberty Seguros de Manolo Saiz y cambió de bando. Un ciclista que también dio qué hablar fue Tomasz Marczynski, un buen escalador que regaló a Vacansoleil y Lotto mucha presencia en carrera. Ganó etapas importantes en la Vuelta a España, sus mejores registros.

La progresión de Polonia en los rankings de ciclismo provocó incluso la irrupción del equipo CCC en la máxima categoría. Heredando la estructura del BMC, duró poco en esa élite, si bien es un nombre muy relacionado con el ciclismo de las últimas décadas. 2020 fue un año muy complicado y algunas de las estructuras no pudieron superar ya el corte que intensificó la pandemia. El ciclismo polaco ha seguido el ejemplo y se ha ido instalando en los grandes equipos del World Tour. De una forma o de otra, varias de las grandes escuadras han tenido un ciclista de Polonia en sus vidas. Por algo será.
Sin ir más lejos, el siempre mediático Peter Sagan tienen en su séquito a Maciej Bodnar. Un ciclista que ha acompañado a su líder desde su era en Liquigas y que junto a Oss y otros corredores de su máxima confianza son condición sine qua non para contar en la plantilla con el eslovaco. Un papel de gran rodador que también ha cumplido en la estructura Sky-Ineos durante años ha sido Michal Golas. Debutó en el Unibet belga y tras el paso por Vacansoleil, se consolidó en el profesionalismo de la mano de Quick Step. Ambos han hecho una muy buena carrera como escuderos.

Otro Maciej, en este caso Paterski, disfrutó de una trayectoria como ciclista profesional arrancando en el Liquigas de Ivan Basso y Vincenzo Nibali. Se terminó refugiando en equipos de casa. Al igual que Kamil Zielinski. Pawel Poljanski se retiró a los 30 años. En Tinkoff y Bora-Hansgrohe ha desarrollado una buena labor. De hecho, su Vuelta a España de 2017 fue una buena carrera para el polaco, que consiguió ser incluso segundo en una etapa.
Un ciclista que sigue en activo es Cesare Benedetti. El de Bora lució nacionalidad italiana hasta el año 2020. Ganó una etapa en el Giro de Italia, pero fue anterior a este trasvase de nacionalidades. Otro buen ciclista que pasó por Caja Rural y CCC es Alan Banaszek. Se ha consolidado en ese calendario exótico que tan buenos ciclistas esconde. Un velocista que ha tenido una buena actuación, por ejemplo, en el Tour de Rumanía en este 2022. Lukasz Owsian busca estrenar su palmarés con Arkea Samsic.
Las estructuras de Voster ATS Team y de HRE Mazowsze Serce Polski han compuesto sus plantillas íntegramente de corredores del país, por lo que será fácil que alguno de ellos vaya saltando como sus antecesores hacia equipos de mayor categoría para cobrar un papel, seguramente importante, dentro de alguno de los equipos de élite.
Escrito por Lucrecio Sánchez
Foto de portada: Sirotti