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El debate de la nieve que acaba en discusión por el ciclismo de sofá

En pleno paso del frente frío por la mitad norte peninsular, con las consecuencias por todos conocidas de suspensión de esa primera etapa de O Gran Camiño, que pareció abrir una estación invernal en cada albergue de peregrinos y otorgar Compostela a cada uno que completase 100 kilómetros en esquí de fondo hasta el Obradoiro, se extendió el debate sobre continuar o no en una situación tal. Del pelotón al twitterío, y por ende a las redes sociales. El pelotón decidió plantarse a 18 kilómetros de la llegada en Sarria, con tres fugados en cabeza de carrera y los copos de nieve cayendo cada vez más grandes y seguidos. El eterno debate sobre dónde están los límites.

Reflexionando un poco más en profundidad, quiero dejar claras unas cuantas apreciaciones sobre todos los prismas de este espinoso y complejo asunto. Puedo comprender perfectamente la reacción del pelotón, hay mucha temporada por delante como para arriesgar todo a una caída en el descenso del último puerto. Entiendo la dificultad que encontró la organización a la hora de verse maniatada entre los criterios de los jueces, que no pararon en ningún momento la carrera (que están allí para algo más que cerrar marisquerías), los intereses de patrocinadores, de las localidades de salida y llegada, la espada y la pared.

La UCI, más centradas en dar vueltas a su modelo para exprimir la pasta de dientes hasta el final del tubo, debería tener una regulación clara y concisa sobre estas circunstancias. En equis condiciones se puede, en equis condiciones no se puede. Y en caso de empate, debate. En la ambigüedad que decida el impar. Cualquier solución que aleje de los limbos y las encrucijadas sería bienvenida. Cualquier solución que proteja a los ciclistas de situaciones injustas e inclemencias realmente extremas. También a los organizadores, que no tienen nada que ganar en este asunto y viven un papelón de aúpa. Pero, lo de siempre. Balones fuera, que se ocupe otro. Eso sí, cuidado con apoyar el glúteo en el entorno holístico de la barra del manillar. Suiza.

Nibali corona Tres Cimas de Lavaredo entre la nieve © Sirotti

Hasta ahí bien. Pero reflexionando más y haciendo no ya de abogado del diablo, sino de representante de la opinión de un aficionado medio que se sienta delante del televisor y está harto de complejos por todas partes y tener que regular hasta sus propios puntos de vista para no recibir la visita constante de los ofendiditos. Por ello, también entiendo a quienes piensan que los ciclistas debieron haber continuado hasta la meta. Me voy a posicionar en este lado de la raya, con todo el respeto a las opiniones contrarias, pero sobre todo recurriendo al pensamiento, esa herramienta que según algunos ex ciclistas o expertos de usar y tirar sólo tienen derecho a utilizar ellos mismos.

Esta opinión de que el pelotón debió llegar a la línea de meta tiene bastante lógica. Viene favorecida por aquella situaciones pretéritas en las que en contra de su propia imagen e interés a largo plazo, el pelotón tomó decisiones bastante cortoplacistas y en favor únicamente de su comodidad inmediata. Los ‘safety car’ del Tour de Francia, con Jumbo Visma cual piquetes en una de las últimas ocasiones, ocupando la calzada de lado a lado. El de Fabian Cancellara para esperar a su líder caído apelando a la deportividad y caballerosidad. Al tiempo que en el pavé, con el gran rival caído, no se le aplicó el mismo rasero. Hipocresía.

Y el resto, silencio. Siempre en silencio. La mayoría silenciosa es siempre cómplice de los timones que a través del ruido se encaraman a posiciones de poder desde la que dirigen sus futuros. Esos pseudolíderes que quieren llevar la voz cantante y lo único que hacen es dar el cante. Porque cuando un pelotón se para, se para el espectáculo. Se para la retransmisión, que es para lo que ellos están ahí dando pedales a sueldo. Se paran los patrocinadores. Los paisajes. Los espectadores, que son los consumidores últimos y que es para lo que todo este tinglado se monta.

¿O acaso para qué invertirán Jumbo o Visma toda esa cantidad ingente de dinero? ¿Para que sólo opinen y lo miren los ex ciclistas? Por ello, parar la rueda, perjudica a todos: organizadores, equipos, ciclistas (aunque no se lo crean) y aficionados, que acaban por cambiar de canal o desconectar. Menos espectadores significa menos visibilidad de las marcas. Menos visibilidad de las marcas significa reducción de la inversión. Y eso afecta directamente a los sueldos de los ciclistas. Nunca se piensa en este aspecto. Siempre la comodidad a corto plazo.

Hampsten ascendiendo el Gavia ante uno de los días más épicos que se recuerdan. También les quitaron el descenso, ¿verdad, Herrada? © Sirotti

Y hablamos de la suspensión por el puerto más duro e ilusionante de esta segunda edición de la carrera. La nieve caía en la mañana y obligaba a clausurar los dos últimos kilómetros de la subida final. La nieve cubría la carretera, esa lógico. Se anunció un nuevo cambio y eso supuso un gran mazazo, por supuesto, porque era el puerto clave de los cuatro días de esta vuelta. Lo difícil no fue que se esgrimiera la nieve como causa de la suspensión, sino que ésta se producía por “el frío y que la bajada era peligrosa porque estaba mojada”, en palabras de Ezequiel Mosquera. “No hubo consenso”, afirmó.

En un contexto ciclista donde gracias al dopaje y muchas otras formas de tratar ciertos asuntos los ciclistas han perdido gran parte de su credibilidad, si al corredor le quitamos ya la imagen de épica, de ser capaz de sobreponerse a los elementos y seguir dando pedales aún así, ¿qué le queda? Porque la épica es de lo poco que le queda al ciclismo para reenganchar al aficionado que en su día perdieron. Entre reducción obsesiva de kilometrajes, cronos para aficionados y etapas para cicloturistas disputadas por ciclistas profesionales, el ciclismo sigue restándose atractivos para sumar más gente a su causa.

Una cosa está clara, y es que en el pasado se han completado jornadas en alta montaña con mucha peor meteorología y más allá del frío y algún que otro constipado no hubo mayores consecuencias. Descensos helados, congelados, parcialmente nevados ha habido muchos a lo largo de la historia del ciclismo. No es obligatorio descender los puertos a 80 kilómetros por hora. ¿O sí? Y quien quiera hacerlo, sabe que asume unos riesgos como el que se lanza en parapente desde lo alto del Empire State.

Los fugados querían seguir. ¿Son más ciclistas o menos que los que iban en el pelotón? Hablamos del siglo XXI, donde sus bicicletas de cuatro o cinco cifras responden en casi cualquier terreno, donde la ropa de abrigo (había bastantes ciclistas sin guantes, dicho sea de paso) es híper efectiva, donde los buses son prácticamente hoteles andantes, hay más auxiliares que ciclistas cuidando cada detalle… Ser ciclista es una suerte. Muchos se quedan por el camino, nunca llegan a lucir un maillot como ciclistas profesionales. Si nieva, habrá que ir más deprisa subiendo y más despacio bajando.

Como cuando llueve. ¿O es que lloviendo no han suspendido de facto muchas etapas en el pelotón? ¿Y por considerar extremadamente dura una etapa por el cansancio de la anterior? Las huelgas encubiertas que tanto daño hacen a su deporte, aunque no sean conscientes. Hay que valorar la profesión que tienen. En las duras y en las maduras. Habrá días donde tu trabajo sea muy agradable, y otros donde toca sufrir para llegar a meta. Si ya nos recortan las etapas, nos quitan las contrarrelojes, nos arreglan todas las carreteras, nos cancelan las etapas de frío, etc, ¿qué clase de ciclismo es el que tenemos que ver los ciclistas de sofá? Alfombra, todos juntitos y bien nutridos de la mano hasta meta día tras día. Sin riesgo, sin nervios, sin ataques, que es injusto para los que no pueden seguirlos. Conmigo que no cuenten.

Quedando 18 kilómetros, en tanto en cuanto no hubiese un corrimiento de tierras como en el Tour de Francia 2019, lo lógico hubiese sido llegar. El tiempo mejoró en esa parte final una vez pararon a los escapados. Riesgo de caída hay en el pavé (¿alguno de los que quieren privar de opinión a los que no han sido profesionales ha probado a montar en bicicleta por ellos?) y nadie protesta en la París Roubaix. Cuando se corre en el Tour de Francia sólo se quejan los perjudicados, los que van ganando no levantan la voz o cruzan sus bicicletas de lado a lado para invalidar la etapa. Pero es muy fácil hacerlo en la segunda edición de una prueba valiente y nueva (pero aún pequeña) que quizá en previsión de esta situación debió cortar la carrera en el primer paso por Sarria. Hubiese evitado los problemas. Pero de haberlo hecho, las quejas por perjudicar las opciones del pelotón tal vez hubiesen llegado de igual modo. Hablar a posteriori es muy fácil.

¿Se deberían haber plantado los corredores en París Roubaix en 2021? © ASO / Ballet

Recordemos que el Collado Bermejo fue amputado recientemente de la Vuelta a Murcia por encontrarse a 0º su cima. Si no se puede correr con frío, ni con niebla, ni con nieve, ni con barro, ni con condiciones que supongan un problema mínimo, tal vez debamos tomar dos determinaciones. La primera, competir sólo en primavera y sólo los días que la temperatura esté entre 15 y 25 grados. Y sol. Los meses de julio y agosto quedan descartados para la práctica ciclista, porque correr con calor extremo es insano y peligroso para la salud de los ciclistas. Deberían hacerlo y recortar la nómina en la parte proporcional. Imagino que todos los ciclistas sensibles con este aspecto se negarán a correr el Tour de Francia y optarán por encadenarse a la línea de meta cual bus del Orica Green Edge en 2013.

Luego está la discusión y debate absurdo sobre quién puede o no puede opinar sobre ciclismo. Si el carné que autoriza a pensar y expresar lo otorga la experiencia en el ciclismo profesional, imagino que sus opiniones o razonamientos se ceñirán exclusivamente a temas relacionados con la bicicleta, y no a otros deportes, a la política, etc. Porque claro, si no te has dedicado a los realities, no puedes expresar opinión. O si no te has dedicado al fútbol. O a la cocina. O a los animales. O a escribir en Twitter de forma profesional, que alguno hay. Yo contesto que, llegado el caso, si no te has dedicado al esquí, no puedes hablar de nieve. Incongruencias, despropósitos. Voces del ciclismo anquilosadas en el factor silla, las poltronas que nos trajeron hasta un mundo repleto de dejadez, comodidad de unos cuantos, mentiras y excusas. Así ha llegado el ciclismo a los lugares a los que ha llegado. Eternos debates que sólo sirven para echar balones fuera, excusar y conceder púlpitos a quienes quieren cerrar el ciclismo en torno a sí mismos. Si quitamos la opinión de los cuatro gatos que charlamos de esto, el ciclismo se cae del todo. Pero, como siempre, el disparo al mensajero. La mirada al dedo, no al lugar al que apunta. Así nos va.

Por otra parte, muchos de los opinadores montamos en bicicleta, unos de forma mucho más amateur y sufrida que otros. Si nosotros, que somos unos simples juntateclas de la bicicleta somos capaces de soportar temperaturas bajo cero, nieve, granizo y demás inclemencias con el único aliciente del reto, de disfrutar de la dificultad, ¿por qué no una persona que está absolutamente acostumbrada a montar en bicicleta y pelea un jornal por ello? ¿No da ese hecho precisamente ese plus de motivación para llegar? Y la gran mayoría sin amputaciones, oiga. El ciclismo de velódromo (cerrado, por supuesto, y con calefacción) también es una opción. O las plataformas de rodillo al lado del radiador. O el teletrabajo desde casa con un té calentito a media mañana.

Ser ciclista es un privilegio, no una obligación. Un/a piloto con mal de altura, mal asunto. Un/a oficinista quejándose por pasar horas y horas en una silla, mal. Un/a transportista quejándose por pasar muchas horas al volante, mal. Un/a tenista quejándose por dolor de brazo. Un/a piloto de Fórmula 1 que tenga miedo a la velocidad. Un/a ciclista quejarse porque tienen que rodar en buen o mal tiempo, mal asunto. Precisamente con el desprestigio del dopaje y la mala fama que estos antaño superhéroes del pueblo llano por los esfuerzos titánicos que realizan bajo 40 grados o 40 litros por segundo se han ido gestando, si ya le restamos ese mérito de soportar las inclemencias más extremas, no esperemos que el chiringuito nos aguante en pie mucho más.

Escrito por Jorge Matesanz

Foto de portada: RTVE

2 Respuestas

  1. Buena reflexión. Totalmente de acuerdo. Deportistas de élite y al mismo tiempo “señoritas” con miedos, inseguridades, fobias y desgana, que se rinden ante la mínima dificultad, no casan muy bien. Para atraer la atención del público y en consecuencia de patrocinadores de donde salen sus sueldos, los deportistas de élite deben tener actitud luchadora y valiente, para crear situaciones EPICAS.

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