Tanto el ciclista colombiano como el británico han sido protagonistas de las grandes vueltas por etapas durante la pasada década. De forma intensa, ambos han encabezado duelos en los que se han jugado entre ellos, por así decirlo, muchas de las victorias en esas carreras. El sueño de un Tour de Francia colombiano, que después fue posible gracias a Egan Bernal, no lo fue a manos de Nairo Quintana, que se cruzó con el único vencedor de cuatro Tours en el camino y que apenas pudo superarle nada más que en una ocasión. Y no fue en el Tour, sino en la Vuelta a España de 2016, donde tras un precioso duelo entre ambos el entonces corredor de Movistar se llevó el gato al agua.
Esa Vuelta vivió tres puntos álgidos. La necesidad de obtener renta suficiente para sobrevivir al empuje del miura en la contrarreloj fue la motivación de Quintana para buscar una y otra vez distanciar a su rival. Froome respondió siempre a la perfección, excepto un día, el que arribó a Formigal. Una etapa aparentemente inofensiva que fue utilizada por Alberto Contador, quién sino, para poner la carrera patas arriba. El colombiano estuvo atento en todo momento de las intenciones del español y se aferró a sus grupos para pillar por sorpresa a un Sky que comenzó la etapa en posiciones traseras. El resultado fue que el maillot rojo afianzó su diferencia y casi dejó vista para sentencia la prueba. Froome lo intentó una y otra vez hasta que en el alto de Aitana tuvo que darse por vencido y conformarse con la enésima segunda plaza en la Vuelta. Algo que remediaría en 2017.
En el Tour fue diferente. Nairo apareció por sorpresa en 2013 cuando nadie esperaba que aquel menudo escalador fuese más que el escudero de lujo de Valverde. Cuando éste perdió sus opciones en un abanico, Movistar apostó claramente por Quintana, el segundo más fuerte de aquellas tres semanas. Terminó venciendo una etapa y afianzándose en la segunda plaza del cajón de París, el mejor resultado de un colombiano en la historia de la prueba francesa. Ello le supuso al de Boyacá ser considerado la gran alternativa al poder británico, que estaba dominando el desarrollo de las etapas con relativa facilidad.
Así, en 2015, se preparó a conciencia para el reto. Pero no pudo con un Froome que arrasó en la primera gran cima y sufrió en la última, el Alpe d’Huez. Ahí siempre quedará la duda de qué podría haber pasado en caso de haber citado de lejos en las jornadas anteriores, donde el Movistar, con dos hombres en el podio final, mostró cierto conservadurismo hasta que fue demasiado tarde.
2016 fue otra batalla. No hubo tanta opción, con el colombiano mostrando más debilidad. Eso sí, una gran regularidad que le permitió ser tercer clasificado final. Muy recordado el ataque de Froome en la cima del Peyresourde con la mirada atrás de Quintana estando casi a rueda del británico. Ahí comenzó a perder la batalla psicológica. Y terminó por perder el Tour.
Desde entonces los duelos han quedado en segundo plano, con el colombiano buscando más el brillo en otras carreras como el Giro y posteriormente cambiando de equipo a un continental francés que no tiene acceso a todas las carreras de primer nivel, el Arkea. Froome, por su parte, sufrió una grave lesión que le apartó de la bicicleta y le llevó a cambiar de aires y firmar por Israel Start-up Nation. Ambos siguen en activo, pero con mucho menos protagonismo que antes. Y es que parece que su mejor época ya pasó. Aunque nunca se sabe con los grandes campeones.
Escrito por: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti