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El extraño caso de ‘Bananito’ Betancur

Carlos Betancur fue durante un tiempo el soplo de aire fresco de un ciclismo colombiano que aún no había regresado al máximo nivel de esplendor de ‘los escarabajos’ que tantos ríos de tinta provocaron en los años 80. El corredor colombiano todavía no había puesto el pie en lo alto del podio de algunas carreras como la París Niza. Ya fue histórico que Santiago Botero se hiciera con la tercera plaza en esta misma prueba allá por el año 1999, antes del cambio de siglo.

Tuvo que ser en 2014 cuando el cambio de ciclo se acabó por imponer y el ciclismo colombiano comenzó a caminar a pasos de gigante, con Nairo Quintana ganando el Giro de Italia y ‘Bananito’ conquistando la París Niza. Y lo hizo además de forma brillante, con dos victorias de etapa ante ciclistas de primer nivel como Rui Costa, campeón del mundo en aquellos instantes, o Bob Jungels, entre otros.

Aún de amarillo quiso ampliar sus diferencias y lo consiguió. Se pudo permitir el lujo de ni siquiera pelear por la posición en meta el día de Niza, tras sufrir ataques que intentaron arrebatarle el amarillo, sin éxito. Una victoria sin paliativos, una nueva conquista para el ciclismo de su país y un nombre, el de Carlos Betancur, que empezaba a entremezclarse con el de los grandes.

El mes de mayo anterior, en 2013, aún sin haberse subido al podio final de Giro y Tour respectivamente Rigoberto Urán y Nairo Quintana, hubo un adelanto de lo que estaba por venir con este ciclista nacido en Ciudad Bolívar, en el departamento de Antioquía, en Colombia. Betancur había ganado el Baby Giro en 2010 (año en el que Nairo celebraba el Tour de l’Avenir), lo cual ya es de por sí una buenísima carta de presentación. Añadida a los buenos resultados cosechados a lo largo de aquella primavera como el podio en Flecha Valona o el cuarto puesto en Lieja, se contaba con el ciclista del AG2R francés para tener una presencia destacada en aquel Giro.

Cuál sería la sorpresa que se llevó una victoria de etapa, lo cual entraba dentro de los pronósticos, pero no se quedó ahí y logró una quinta plaza final que supo a gloria al ciclismo colombiano. Sólo se vio eclipsado por el primer podio en la historia de Colombia en el Giro de Italia a cargo de Urán. Betancur se llevó a su vez la maglia blanca de mejor joven, una muestra más de lo esperanzador que fue su aterrizaje en la élite del ciclismo.

Las expectativas fueron creciendo a su alrededor y carrera en la que se ponía un dorsal significaba que iba a ser tenido en cuenta como uno de los potenciales favoritos. El problema consistió en que fue encadenando decepciones y se perdió la fe en ver una versión mejor de la ya observada. Eso y que empezó a mostrar una imagen bastante desmejorada de sí mismo, con bastante ganancia de peso y que obviamente le impedía rendir como lo venía haciendo. Al no cumplir con lo esperado, Betancur fue pasando de alabado a criticado.

Su perfil como ciclista respondía poco a lo que el ciclista colombiano ofrecía habitualmente. Es cierto que el mencionado Botero y Peña cambiaron la idea exclusiva de que ciclista procedente de Colombia significaba escalador de grandes puertos. Carlos lo era, en cierta medida lo había demostrado, pero no se remitía únicamente a esa faceta, sino que también poseía una buena punta de velocidad. La contrarreloj no era su fuerte, como era evidente. Se movía mejor en puertos más cortos y explosivos.

Esa imagen de ciclista con bastante sobrepeso para lo habitual en un ciclista profesional fue poco a poco lastrando sus opciones. Fichó por Movistar con la esperanza de que el equipo español supusiera un revulsivo para regresar a los valores anteriores, los que le hicieron convertirse en una firme realidad. Sin embargo, a excepción de momentos puntuales y más en la labor de gregario, el colombiano tampoco recuperó sus hábitos victoriosos. Sí mejoró un tanto su aparente implicación y los resultados.

Tanto en Tour como en Giro anduvo entre los veinte primeros de la general. Nada que ver con verle descolgarse de las grupetas de sprinters peleando por no llegar fuera de control. En 2019 incluso terminó por disputar el Mundial y acabarlo, pese a las durísimas condiciones de lluvia que soportaron los ciclistas, en una más que digna 14ª posición. En 2019 logró también la que sería su última victoria, además en el calendario español, la Klasika de Primavera, celebrada en Amorebieta.

Como en muchos casos, esa vitalidad de 2019 fue el canto del cisne. En 2020 comenzó a competir de forma normal, iniciando su pretemporada en la Vuelta a San Juan y el Tour de Colombia, donde a la postre y sin saberlo en aquel momento cerraría su trayectoria profesional. Cuando en marzo empezó a extenderse el coronavirus por el mundo y el ciclismo echó el telón provisionalmente, el colombiano de un modo u otro decidió poner punto y final a su trayectoria.

El final de su relación con Movistar fue un tanto extraña, con rumores de que nadie sabía nada del ciclista y que no viajaba a Europa sin agregar un motivo oficial por parte del equipo. Betancur pasó a mejor vida en lo deportivo y su retirada consta desde agosto de aquel infausto 2020 para toda la humanidad. Sonó para otros equipos durante aquel otoño, más fruto de la repercusión que ‘Bananito’ podía tener en su país que ya por la esperanza de recuperar el nivel original del ciclista.

Escrito por Lucrecio Sánchez

Fotos: Sirotti

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