Si algún puerto necesita poca presentación, ése es el que nos ocupa. Puede ser no conocido por algunos aficionados a los puertos (pocos), pero no hay opción para conocerlo y no poder distinguirlo de todos los demás. San Gottardo (Gotthardpass para los suizos) es uno de los colosos más famosos por tener largos tramos adoquinados, una pequeña París-Roubaix para escaladores. El porcentaje de la subida es medio, sin grandes rampas, pero con una media rondando el 8%. Algún descanso puntual permite que la sangre llegue a las piernas, pero no hay que olvidar que se trata de un coloso de trece kilómetros. Hay alternativas, por si el traqueteo de los adoquines no es la opción que más guste.
Hay un túnel que atraviesa toda la montaña de un plumazo y la alternativa por carretera normal. Sin embargo, esta variante, la que atraviesa la Vía Trémola es la más atractiva sin duda, arrojando un encanto que no tiene ninguna de las alternativas. Los paisajes serán siempre buenos, si cabe más espectacular aquí. Las galerías de la parte superior le dan un tinto diferente y aún más llamativo. Hasta en eso es un puerto peculiar, único. Las curvas de herradura serán una constante, dificultando el ritmo en todo momento. El aspecto positivo es que damos sensación de ascender y ganar altura con facilidad y eso siempre anima.
El descenso es difícil porque el trazado no permite relajación, acentuado por el adoquín, que dificulta la tracción aún más. Conforme ganamos altitud, veremos cómo nos adentramos en la parte alta del valle, cómo nos abrimos paso entre las montañas y qué cantidad de curvas hemos dejado atrás. Al comienzo de la ascensión cruzaremos en varias ocasiones la vía principal que se supera a distinto nivel. Este hecho afea un tanto el inicio y hace que pierda lo escénico que sí tiene la parte alta.
Al coronar tenemos aún sorpresas. Unas curiosas estatuas que merece la pena visitar, al igual que numerosos lagos que añaden belleza a las instantáneas que recojamos desde la cima. Sin lugar a dudas, se trata de una auténtica maravilla arquitectónica y merece la pena ascender hasta aquí por esta vía. El sufrimiento se verá recompensado con creces. A media subida comienza el añadido del adoquín, con buena condición para subir con bicicleta de carretera, ya que se encuentran las piezas en bastante buen estado y aunque dificulta, se puede perfectamente. En MTB también es buena opción ascender hasta los más de 2100 metros de altitud de los que consta, siendo uno de los puertos más esperados, por ejemplo, en el Tour de Suiza.
Texto: Lucrecio Sánchez (@Lucre_Sanchez)
Fotos: 1001puertos
Incluido en el nº4 de HC