La historia es una sucesión de periodos de apogeo y de declive, y ni siquiera algo tan insignificante como el ciclismo es ajeno a estos vaivenes. Las naciones florecen y se apagan, al igual que ciertas actividades gozan de popularidad y luego la pierden. Como niño crecido en la era de Induráin, viví una época de plena efervescencia del ciclismo en España. En el año de Cobi y Curro, aquel fastuoso 1992, cinco equipos
españoles tomaron la salida del Tour en San Sebastián.
En cambio, ahora llevamos bastante tiempo con tan solo uno en liza. Pero si echamos un vistazo al vecino, en concreto a Italia, la situación es incluso algo peor: hace ya bastante tiempo que ningún equipo italiano corre el Tour, al no figurar ninguno de ellos en la élite, cuando en el último año victorioso de Induráin nada menos que nueve equipos (más la mitad de otro) disputaron la carrera. Ha llovido mucho desde entonces. ¿Qué ha pasado mientras tanto? Muchas cosas, claro está.
En primer lugar, la pérdida de popularidad del ciclismo debido a sus casos de dopaje. El periodo oscuro entre 1998 y 2012 fue fatídico para el ciclismo y muchos aficionados bajaron desencantados de este barco, no sin razón. Redadas policiales, prácticas arriesgadas y cutres que ponían en peligro la vida de los deportistas, tendencias mafiosas y una variada panoplia de drogas… Nada que un padre quiera enseñar a su hijo. El colorido del pelotón ocultaba un reverso muy sombrío, y España e Italia fueron los países más salpicados por los escándalos. Algunos ciclistas sancionados se redimieron posteriormente, pero otros desafortunadamente se quedaron en el camino.

A esta crisis interna se sumó una crisis internacional a partir de 2007, que barrió del mapa tanto a patrocinadores de equipos como de carreras. En España fue especialmente doloroso este fenómeno, con muchas carreras que tuvieron que dejar de disputarse al no contar con patrocinadores, en muchos casos relacionados con las comunidades autónomas o las cajas de ahorros.
Poco a poco el calendario español se ha ido recuperando, pero no ha vuelto a la exposición mediática de la que gozaba en los años noventa. Por contra, el calendario italiano resistió con más entereza la crisis, sobre todo en el caso de las carreras menores, al estar fundado más en el voluntarismo de los organizadores que en la dependencia a los poderes locales.
Pero la crisis económica internacional no fue la única que desanimó a los pequeños patrocinadores: el ciclismo decidió dar un paso hacia la creación de un circuito cerrado de carreras y equipos, el ProTour (precedente del World Tour actual), que obligó a fusiones forzadas y grandes inversiones, para las que muchos patrocinadores no estaban preparados.
“Los mejores corredores en las mejores carreras”, era la promesa que se decía entonces para vender el producto, mientras carreras y equipos bajaban la persiana: han tenido que pasar veinte años, y la llegada de una nueva generación con nuevos objetivos y ambiciones, para que esa promesa inicial, carente de contenido, se haya convertido más o menos en una verdad.
Cuando se creó el ProTour en 2005 había cuatro equipos españoles en la élite: Illes Balears, Liberty seguros, Euskatel y Saunier Duval. Al año siguiente, la Operación Puerto se llevó por delante al Liberty seguros de Manolo Saiz. A partir de sus restos se creó el equipo kazajo Astana, montado a la carrera para disputar la Vuelta de 2006, que se saldó con victoria de Vinokurov y podio de Kashechkin. Saunier Duval perdió mucho potencial después de los escándalos del Tour de 2008. Pasó a llamarse Fuji – Serveto en 2009, más tarde Fotoon – Serveto, y finalmente Geox, ya fuera de la primera categoría, en 2011.

A finales de ese mismo año desparecería, aun a pesar de haber ganado la Vuelta con Cobo (que se le retiraría, ¡ocho años después!, para complacer al equipo dominador del momento). Euskaltel tuvo su último año en la élite en 2013. Así pues, de todos ellos solo se mantiene Illes Balears, rebautizado desde 2012 como Movistar.
En el caso de los equipos italianos, la introducción del UCI ProTour perjudicó notablemente a sus equipos más pequeños, sin mucho presupuesto y poca plantilla. De hecho, al no haber espacio para todos hubo alguna que otra fusión forzada, como la de Saeco y Lampre, que tuvieron que unirse para 2005, pasando Simoni y Cunego al equipo blufuxia. De esta forma, cuando se creó el ProTour había cuatro equipos italianos en la élite, el mismo número que tenía España: Domina Vacanze, Fassa Bortolo, Lampre y Liquigas. Pero ese número se mantuvo poco tiempo.
En primer lugar, Fassa Bortolo desapareció para la temporada 2006: tan solo aguantó un año en el nuevo modelo de ciclismo. Milram absorbió en ese 2006 a Domina Vacanze, pasando en 2008 a ser un equipo de licencia alemana. Liquigas y Lampre se mantuvieron unos años como los únicos equipos italianos de nivel, pero en 2013 Liquigas abandonó el ciclismo, manteniendo gran parte de su estructura durante los dos años siguientes bajo el nombre de Cannondale, con Sagan como figura.
Para 2015 ya había desaparecido. Finalmente, a finales de 2017 Lampre abandona el ciclismo, siendo comprada la estructura por los Emiratos Árabes Unidos, con el resultado de la desaparición completa de los equipos italianos en la máxima categoría. No parece que la situación vaya a revertirse fácilmente. Desde entonces se ha vivido una diáspora italiana, puesto que diecisiete de los dieciocho equipos World Tour actuales cuentan con algún ciclista italiano en sus filas, y diez de los dieciocho con algún miembro italiano en la dirección del equipo. Hay algunos equipos claramente italianizados, como el actual Astana.

Aun así, no son buenos tiempos para el ciclismo italiano, falto de referentes claros, en un contexto en el que el ciclismo es cada vez más minusvalorado por el público en general y los pocos aficionados que se acercan a las cunetas parecen cada día más mayores. La siniestralidad en las carreteras, con una marcada desprotección para los ciclistas y un reguero de muertes que nadie parece querer frenar, también habrá influido lo suyo en la pérdida de vigor del ciclismo italiano.
España mantiene todavía un equipo en la élite, no sin sufrimiento, de modo que la diáspora es algo menor. Ocho de los dieciocho equipos del World Tour cuentan con algún ciclista español. La misma proporción se repite si hablamos de miembros de la dirección de los equipos. La situación parece algo más halagüeña que en el ciclismo italiano, con algunas figuras en ciernes y otras consagradas con bastante presencia, aunque pocas victorias.
La retirada de Valverde no ha sido tan traumática como se esperaba, sino que más bien ha dado oportunidad de lucimiento a otros corredores que hasta el momento parecían eclipsados por la omnipresencia del murciano.
De todas formas, este discurso de naciones ha ido perdiendo con el paso del tiempo todo su sentido, cosa que es bastante de agradecer. El pelotón hace tiempo que abandonó como idiomas de referencia el francés y el italiano, optando por el inglés como lengua franca, en un proceso de apertura positivo. La tendencia hacia la internacionalización de los equipos es imparable, aunque algunas regiones, como Flandes, el País Vasco o el norte de Italia, todavía cuenten con un notable peso en las direcciones de los equipos.
Y por la parte de los aficionados, estos eligen cada vez más a sus ciclistas preferidos por su carácter sobre la bicicleta o fuera de ella, sin tener para nada en cuenta su lugar de nacimiento, la bandera por la que opten o lo que ponga en su DNI. ¿Habrá llegado el final de las banderas y el de las “naciones fundadoras” y las “naciones invitadas”? Me gustaría poder decir que sí, aunque nunca se sabe qué puede pasar mañana.
Escrito por Ignacio Capilla (@AlpinoGliaccia)
Foto de portada: RCS Resto: Movistar/Getty / ASO / RCS
Todos los WT excepto Movistar tiene un italiano en sus filas.