El panorama de países con peso importante en el ciclismo, durante el siglo XX, distaba bastante del actual. Por entonces, el mundo del pedal parecía una liga elitista en la que pocas naciones partían el bacalao: Bélgica, Francia, Italia, España, Países Bajos y Suiza. Un corredor de otra nacionalidad que destacase en este deporte casi se consideraba una rara avis. En ese contexto, el ciclismo de ruta británico estaba varios escalones por debajo de la cúspide en la que residían las grandes potencias. De este modo, el idioma puente de comunicación no era el inglés, sino el francés. Tom Simpson fue el primer británico que lució el maillot amarillo del Tour de Francia; lo hizo en la edición de 1962 y tres años más tarde se proclamó campeón del mundo en Lasarte. Por desgracia, cuando todavía no habían transcurrido dos años desde la consecución de ese maillot arcobaleno, falleció ascendiendo el Mont Ventoux en una etapa del Tour.
Siempre quedó la sospecha de que el suceso trágico guardó relación con el dopaje, al encontrarse anfetaminas en su sangre. Al margen de esto, enunció una frase que fue toda una declaración de intenciones en cuanto a disposición a apretar las tuercas: vino a decir que si con diez te morías que tomases nueve.
Barry Hoban fue otro ciclista de la generación de Simpson que tuvo una carrera exitosa; cosechó nada
menos que ocho triunfos de etapa en la ronda gala. Caprichos del destino, terminó contrayendo matrimonio con la viuda de Tom. En los años 80, los países de habla inglesa empezaron a emerger en el ciclismo. Pese a grandes éxitos cosechados, como la consecución del Tour del 86 por parte del estadounidense LeMond, los corredores cuya lengua nativa era la de Shakespeare seguían siendo minoría; por ello, era frecuente ver fuertes lazos de amistad entre ciclistas de distinta nacionalidad, pero que tenían en el inglés una lengua nativa común. En el siglo XX, el panorama empezó a cambiar. En la primera década del nuevo milenio, nuevos países empezaron a subirse a las barbas de los de mayor tradición ciclista.

Fue un decenio en el que ya asomaron la patita a la élite corredores británicos como David Millar y Mark
Cavendish. Pero el año 2010 fue el del cambio de tendencia del ciclismo británico. Año en el que nació el equipo Sky: en apenas dos temporadas empezó a tiranizar el ciclismo. En realidad, en 2011 ya estuvieron en disposición de ganar el Tour con Wiggins; pero, por culpa de una caída, cuando venía de ganar en Dauphine, tuvieron que posponer un año su victoria en la ronda gala. A partir de ahí, empezaron a sacar ganadores británicos de grandes vueltas como churros: Froome, Thomas y Tao. Por desgracia para ellos, actualmente han perdido el cetro de dominio en el Tour; Jumbo y UAE están un peldaño por encima del resto. A pesar de ello, nuevos talentos británicos están emergiendo y nos vamos a centrar en tres de ellos:
El primero de ellos es Tom Pidcock. Un ciclista que, por su aspecto chichipán, uno pensaría que no va a pasar de escalador potable monopuertista. Nada más lejos de la realidad: estamos ante el que seguramente sea el ciclista británico más multiherramienta de todos los tiempos. Pidcock ya tiene en su palmarés un mundial de ciclocrós, un oro olímpico en Mountain Bike y en ciclismo de ruta ha logrado triunfos tan dispares como victoria de etapa en Alpe d´Huez y una Flecha Brabanzona. Mención aparte,
su victoria en el Campeonato del Mundo de e-bikes.
Lo dicho, una polivalencia tal, que si fuese un robot de cocina hasta te podría hacer la digestión de los alimentos que cocinases e ingirieses; un corredor al que es imposible no querer. Tiene un aspecto de empollón de clase, pero que en el fondo es de los que le saca la pasta a los gamberros por hacerles, con la ley del mínimo esfuerzo, los ejercicios. A su vez, sus celebraciones son de verdadero energúmeno, al emular a Superman.
El segundo de este listado es Ethan Hayter. Más completo que un vagón del Metro en Plaza Castilla a las 8 de la mañana. Ethan le pega a todos los palos: contrarrelojea, esprinta, domina la pista y también sube lo suyo. Pero en 2022, como Van Aert ha resultado tan destroyer en todos los lances ciclistas, Ethan queda empequeñecido como todo el resto de corredores completos del pelotón. Algunos equipos faltos de estrellas deberían echar el resto para que su estructura pivotase en torno a Hayter. Para desgracia de muchos, INEOS lo tiene más atado que un bolígrafo en un banco; pero si se han pagado cláusulas de rescisión por otros corredores con contrato en vigor, por éste saldría rentable ofrecer una irresistible
morterada.

El último, y con el que vamos a finalizar, es Ben Turner. Un ciclista también con orígenes en el ciclocrós,
como Pidcock, pero que no es tan mediático como los dos anteriores. Pese a ello, el ciclismo español
mataría por tenerlo. No ha logrado todavía triunfos en el profesionalismo, pero esta temporada ha sido
protagonista en las dos victorias que seguramente han sido las mejor orquestadas por parte de INEOS: París-Roubaix y Flecha Brabanzona. Estábamos aburridos de los trenecitos de la estructura de Brailsford en los puertos de montaña. Pero este año, pese a lograr triunfos de menor calado, han movido las piezas como nunca.
En ese tablero de ajedrez, Turner ha sido un peón de los que ha estado a punto de coronar en toda una Pascale: fue decisivo en la formación del abanico que condicionó la carrera y, pese a sufrir una caída, terminó undécimo. Apenas cuatro días antes, fue todo un alfil en Flecha-Brabanzona, edición de la carrera flamenca que todo amante a las Clásicas debería visualizar. Por tanto, un corredor al que hay que tomarle la matrícula, porque, con casi toda seguridad, irá adquiriendo galones en el siempre complejo mundo de las Clásicas, donde la veteranía es un grado, y en cinco años deberá alcanzar todo su potencial.
Escrito por Miguel González (@gzlz11)
Extra:
Jake Steward y Ben Tulett: el futuro. Stewart nació en 1999 y Tulett en 2001 y es coetáneo de su todavía compañero de equipo, Carlos Rodríguez. Ambos ya han comenzado a destacar en la ruta. El de Groupama ha sido una de las revelaciones del equipo francés este 2022, mientras que el de Ineos, pese a su corta edad, se ha mostrado al mundo con un 5º puesto en el Tour de Polonia o luchando las cronos del Giro.
Leo Hayter, el gran talento. Ganador del Giro Baby, disputado en categoría sub-23, el hermano de Ethan es uno de los ciclistas de los que más se habla entre futurólogos. Ganó la corsa rosa con absoluto dominio de la etapa reina, donde endosó nada menos que cinco minutos al segundo clasificado. Pasa a la disciplina del Ineos-Grenadiers con todas las de la ley en 2023 con la esperanza de encontrar de nuevo el dominio del ciclismo.

Fred Wright, el francotirador. Menuda temporada se ha marcado el ciclista de Bahrain-Victorious. El londinense ha rozado la victoria en el Tour de Francia y en la Vuelta, estando presente en la mayoría de las escapadas buenas y peleando las victorias. Por unos motivos u otros y por unos rivales u otros, no ha podido aún estrenar su palmarés, aunque si sigue corriendo así no tardará en lograrlo.
La generación actual:
Tao Geoghehan Hart gana el Giro. Todo un ganador de Giro. Prometía mucho cuando arrancó su andadura en el ciclismo profesional, pero no encontró el golpe de pedal idóneo para responder a dichas expectativas. Hizo bueno el dicho de estar en el sitio indicado en el momento indicado y supo llevarse a su terreno un Giro de Italia al que en condiciones normales no hubiese podido ni aspirar. La pandemia, situación excepcional, rivales de segunda fila y Dennis como lugarteniente. En el Stelvio seleccionó y en Milán batió a Hindley siendo el menos malo de los dos en la crono.
Hugh Carthy, de más a menos. El espigado escalador ha encontrado su hueco en Education First. El que estaba destinado a ser el hombre franquicia de los americanos ha pegado un bajón en su rendimiento. Tras ser podio en la Vuelta y ganar en la cima del Angliru, el británico no pudo o no supo recuperar el
nivel. Ahora le queda el halo de ser un súper talento dormido, de tener la calidad y no poderse fiar de un gran ciclista que puede volver a brotar en cualquier momento… o no.

Thomas, el viejo rockero. Sucesor de Froome en París, apenas ha dejado de mostrar su clase. El galés
dominaba la pista y la contrarreloj, pero el tiempo le hizo evolucionar a un ciclista completo. Iba para dominar las piedras, una cosa llevó a la otra y ahora ya no hay quien discuta su capitanía en Ineos, por muchos jóvenes que acudan a discutírselo. Tercero en el Tour 2022 y ganador del Tour de Suiza, parece que está viviendo una segunda juventud. El corredor franquicia de los británicos.
La presencia de los Yates. Los hermanísimos son dos de los mejores ciclistas no sólo en las carreras de tres semanas, sino en las clásicas. Simon, el menor, ha evolucionado también en la crono, por lo que salvo el llano entre los dos dominan todas las facetas del ciclismo en carretera. Separaron sus caminos en 2021 para buscar sus opciones. Adam ha pasado por Ineos en este lapso, si bien no ha encontrado el mando que esperaba. Ahora firma por el UAE para ser gregario de lujo y líder ocasional. Simon sigue en su estructura australiana sin terminar de explotar y sin deshincharse del todo.
Foto de portada: ASO / Alex Broadway
Extraído del nº9 de High Cycling