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El legado de Abdel-Kader Zaaf

La historia de Abdel-Kader Zaaf es de esas que todo aficionado al ciclismo ha oído o leído alguna vez, aunque contada de diferentes maneras. Nacido en Chebli, Bilda, en el norte de la entonces colonia francesa de Argelia, el 17 de enero de 1917, Zaaf era un destacado ciclista en el campo amateur que había logrado resultados notables con el Vélo Club Musulman: campeón de Argelia en ruta (1939 y 1946) y campeón amateur de Francia (1942 y 1947). En 1948, dio el salto al profesionalismo y, aunque logró una etapa del Circuit des six provinces, fue eliminado en la primera etapa del Tour de Francia de aquel año, el primero que corrió con la selección francesa SUD-EST.

En 1949, no logró ser seleccionado para su segundo Tour, pero logró una meritoria victoria de etapa en el Tour de Argelia. Así llegaría a su año clave, 1950: con 33 años, se llevó victorias de etapa de prestigio como en el Tour de Marruecos (¡5!) y en el Tour d’Afrique du Nord (2), nombre del Tour de Argelia aquel año.

De este modo, sí lograría ser elegido para la primera selección francesa compuesta exclusivamente por ciclistas de origen marroquí o argelino, bajo el nombre Nord-Afrique y con el curioso patrocinio de Saint-Raphaël, una marca de bebidas de aperitivo, tipo vermut. En ese mismo equipo, un joven Ahmed Kebaïli (25 años, también de Bilda como Zaaf), conocido como le “Lion de l’Atlas”, pelearía para lograr una buena clasificación general (40º).

Sin embargo, para Abdel-Kader Zaaf, curtido en mil batallas, el reto era diferente: atacar para ganar el premio que daban por pasar primero por algunos sprints intermedios y luego descolgarse el resto de la etapa tras haber recaudado algún dinero. En la etapa 13ª, entre Perpignan y Nîmes, la aventura llegó más allá de lo que Zaaf esperaba. Se escapó con otro compañero de equipo argelino, Marcel Molinès y el pelotón les dejó ir: 40º de temperatura invitaban a no tomarse la etapa con prisas, así que los dos ciclistas llegaron a coger hasta 16 minutos de ventaja.

La cosa acabó “medio bien”: para Molinès, la victoria de etapa (primera para un ciclista nacido en África, en Argel en su caso) y para Zaaf la gloria en los libros de historia de la carrera, pese a no llegar a la meta de Nîmes. Abdel-Kader sufrió un desvanecimiento antes del final y fue asistido por lugareños, que lo refrescaron con vino de la zona, lo que tenían a mano.

Tras unos minutos, Zaaf reemprendió la marcha, pero en sentido contrario al de la carrera y, finalmente, se tuvo que retirar. En los “chascarrillos” de radio y prensa de la época, se contó que su desorientación que provocó que Zaaf zigzaguease y acabase tumbado bajo un árbol se debía a que había bebido un bidón de vino por error.

La historia real, más plausible, cuenta que sufrió una deshidratación con efectos aumentados por el consumo de anfetaminas, aunque por suerte pudo contarlo, no como el británico Tom Simpson años después. La leyenda daba más juego que la verdad y el veterano Zaaf supo explotarla sin desmentirla durante muchos años.

En 1951, Abdel-Kader Zaaf regresó al Tour de Francia y peleó para acabar 66º y último, logrando el preciado “farolillo rojo” (lanterne rouge). De nuevo, otro “acierto comercial” de Zaaf, pues entre la anécdota del año anterior y el protagonismo a cola de pelotón, se “hinchó” después a correr “criteriums” con los que, según contaba, ganó hasta 35.000 francos de aquel entonces (unos 23.000 euros actuales), cuando su sueldo era de 300 euros mensuales.

En 1952, aprovechó igualmente el “tirón” y corrió su último Tour de Francia, sin lograr acabarlo (llegó fuera de control en la etapa 11ª con final en Sestrières, por culpa del tiempo marcado por Fausto Coppi). Sus últimas pedaladas como profesional ese año, ya con 35 años, le permitiría aumentar su “leyenda alcohólica” con triunfos como una etapa del Circuit des Vins de Gironde; mejor promoción para la prueba, imposible.

El nombre de Zaaf es el de un buscavidas, uno de tantos, aunque logró el indudable mérito de convertir una falsa anécdota en una forma de ganarse el pan. Abdel-Kader regresó a Argelia y murió el 22 de septiembre de 1986, camino de los 70 años.

¿Por qué hablamos hoy de Abdel-Kader Zaaf? La “culpa” la tiene su nieto, Riad Belatreche, quien, tras un intento fallido previo, ha lanzado en 2023 un equipo UCI continental femenino con grandes aspiraciones para, según él, homenajear al abuelo Zaaf. El equipo Zaaf ha salido en prensa estas últimas semanas, pero no por motivos deportivos, sino por los impagos que parecen haberle condenado a la desaparición.

Os recomiendo el completísimo dossier recogido por el periodista Joe Lindsey para Escape, en el que se habla de la precariedad y dudosas prácticas dentro del Zaaf. Finalmente el legado de Abdel-Kader Zaaf no ha podido ser puesto en valor como pretendía su nieto y se une al triste listado de equipos ciclistas que acabaron mal. No, no es momento para hacer un brindis por Abdel-Kader Zaaf, pero no está de más recuperar sus historia para desligarla del pufo creado por Belatreche.

Escrito por A. M. Fuente

Foto de portada: Eurosport // Foto interior: Getty Images

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