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El milagro de Chris Horner

El norteamericano se convirtió en el ganador de una gran vuelta de mayor edad. A sus 41 años mostró una indudable capacidad para dar esperanza a tantas personas que sentían que su edad deportiva había pasado a mejor vida. Un ejemplo de superación, no exenta de polémicas y sombras, que se ganó la simpatía de aficionados, prensa y rivales, que poco o nada pudieron hacer por derrocar a ‘Chiquito’ Horner. El maillot rojo fue suyo durante gran parte de la Vuelta y desde el principio se vio que iba a ser uno de los grandes aspirantes a adquirirlo en propiedad. 

Y no sería porque sus rivales no lo intentaron. Vincenzo Nibali acudía como favorito número uno a la salida en Galicia de una edición que terminaría en Madrid de forma real, pero de forma virtual en la cima del Angliru. Veinte etapas entre la crono por equipos inicial y la temible cima asturiana. Por el camino muchas montañas, Andalucía, Pirineos y una contrarreloj. De ese modo, el de Radio Shack se impuso en la tercera etapa, una leve llegada en alto en el Mirador de Lobeira. Su anticipación a las arrancadas de Purito y Valverde le permitió lucir también el rojo por una jornada. Nibali lo recuperaría pronto y así lo retendría hasta la inédita y durísima llegada a Hazas Llanas, en Granada. Un puerto que se estrenaba para la ocasión y que mostró la capacidad escaladora de un Horner que se impuso la etapa y, de paso, se aseguró salir en último lugar en la decisiva contrarreloj de Tarazona. 

En la misma, los pronósticos se cumplieron y Nibali se ubicó por delante en la general. Los Pirineos por disputar, aunque acabarían en un empate técnico. Si bien el italiano iba en cabeza, tal vez no tomaron la carta de Chris muy en serio. Ni él ni sus rivales, que no desplegaron ninguna estrategia excesivamente llamativa para desbancarle. Tampoco hubiese sido sencillo, ya que su condición física era insultantemente excelente. 

En Peña Cabarga aún resistía Vincenzo en cabeza, algo que no pudo repetir en la cima del Naranco. Una etapa en la que se imponía un inmenso Joaquim Rodríguez y en la que flaqueó el vencedor del Giro de Italia en ejercicio. Seis segundos separaban al italiano del americano. Una bonificación bastaba. Entonces, llegada la zona dura del Angliru, esa que diferencia este puerto de los demás, Nibali pasó a la acción. No quería ganar de una forma que no dignificase el tamaño de su ego de campeón. Horner resistió el envite e impuso poco a poco su menor peso en la subida. Ganó la partida y en Madrid se coronó como una esperanza para tantas y tantas personas de mediana edad que gracias a él vieron cómo aún era posible afrontar muchos retos. 

Es cierto que comenzó su carrera algo más tarde de lo habitual. También que se había mostrado como un corredor poderoso en carreras puntuales. Por ejemplo, le levantó una Itzulia a Alejandro Valverde en 2010. También había ocupado lugares de honor en el Tour, el olimpo del ciclismo. Amén de victorias en etapas de los Tours de Romandía y Suiza o de triunfos en terreno norteamericano como el Tour de California, de Georgia o Utah. Un ciclista de nivel, pero del que nunca se esperaba alcanzar estas cotas. Un milagro que no tuvo continuidad en Lampre, su próximo equipo, ya que no fue renovado. Un movimiento extraño amparado en la voluntad de dar opción a corredores más jóvenes. Ha continuado un tiempo en el ciclismo, pero sin pena ni gloria. 

Texto: Lucrecio Sánchez  (@Lucre_Sanchez)
Foto: Sirotti

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